Abordamos el tema, porque en diálogo con algunos abogados, éstos se quejaban amargamente del incumplimiento de disposiciones elementales, en este caso se referían al desprecio institucional en Morelos, respecto al derecho de miles de menores de edad, cuyos padres, por los motivos que usted quiera, están separados.
Juan Juárez Rivas ejemplificaba con muchos casos, en los que a pesar de que las instancias “competentes” ya ordenaron cumplir con el derecho de alimentación de esos niños, es casi imposible llevarlo a la práctica, por las componendas, vicios, influencias y compra de voluntades de “servidores públicos” de parte de los padres irresponsables, a fin de evadir sus compromisos.
Pero ese es sólo uno de los múltiples rubros que en materia se padecen, cuando se sufre algún agravio y se reclama la aplicación de la ley. La maraña está tan enredada que a la víctima le costará tiempo, dinero y todo tipo de desprecios hacerse escuchar y no importa si se trata de delitos que se persiguen de oficio, porque los responsables de preservar el estado de derecho son omisos y generalmente ven en cada asunto la oportunidad para sacar beneficio, casi siempre monetario.
Y frente a una cadena de arbitrariedades, se siguen creando todo tipo de instituciones que no hacen otra cosa que incrementar sin límites el costo de la burocracia, que es uno de los principales obstáculos para poder aspirar a cosas mejores.
Otro de los conocedores de Derecho hacía referencia a que “en los años recientes, el Poder Judicial de la Federación ha tenido que ir adquiriendo más infraestructura en cada entidad federativa, porque sus espacios ya no son suficientes para el cúmulo de amparos que les llegan, por incumplimiento de los órganos locales en la materia”.
Y explicaba “a nivel de los estados, es una verdadera porquería, se actúa en función de recomendaciones, tráfico de influencias y dinero, de tal manera que si se quiere aspirar a una decisión justa de los tribunales, se tiene que acabar irremediablemente en las instancias federales, a través del amparo, porque ahí todavía más o menos se defienden y actúan con imparcialidad”.
Claro, esa telaraña comenzó a dar señales de incumplimiento hace años, por eso en su oportunidad se le dio vida a la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), que instaló una sede en cada estado, pero a partir de ahí han tenido que aparecer todo tipo de organismos cuya finalidad es garantizar a los ciudadanos una mejor impartición de la ley.
Así contamos en lo local con un Instituto de la Mujer Morelense, un Tribunal de Justicia para Adolescentes, una Fiscalía Anticorrupción o una Ley de Víctimas. ¿Pues es que acaso esos derechos que se reclaman en dichos órganos, no vienen ya previstos en nuestra Constitución?
Y si es así, ¿entonces para qué tanto rollo y estructura burocrática que sólo causa quebrando financiero?, pues porque no hay cumplimiento de esas normas y a pesar de que la Carta Magna establece sanciones en contra de aquellos servidores públicos que en su competencia no hagan cumplir el derecho, no pasa nada porque en este amasiato de poderes públicos en el que vivimos, se convierten en jueces y parte y no hay quien los llame a cuentas, abonando aún más en el terrible entorno de complicidades.
Y al final de la charla, se hacía una valoración respecto al ranking que ocupa México entre los países Centro y Sudamericanos respecto a la impartición de justicia y la conclusión fue dramática. Estamos penosamente entre los últimos lugares, porque como quiera que sea Argentina, Paraguay, Uruguay o Chile, por ejemplo, tienen menos conflictos frente a la sociedad por reclamos al respecto.
Bueno, Guatemala puso el ejemplo llevando ante los tribunales a un ex mandatario, al que se le comprobaron delicados actos de corrupción. ¿Y en nuestro país cuándo?, es por ahora algo imposible, a menos que se choque con los intereses de alguien más poderoso.
Bueno, un ex futbolista profesional se lamentaba de la situación por la que venimos pasando y recordaba que él vino a jugar en un equipo de primera división por ahí por los ochentas. Argentino de nacimiento, reconoció que se enamoró de nuestra patria y como muchos extranjeros más decidió buscar pareja y quedarse aquí. Él vive en Morelos, pero da fe de que las cosas han cambiado mucho… pero para mal.
Y tampoco vamos a decir que en aquellos tiempos todo era pulcritud y decencia en los tres niveles de gobierno, pero como que se guardaban las formas, había aún algo de rubor, el cinismo medio se controlaba, hoy los políticos se burlan de los gobernados en su nariz y no les interesa el qué dirán.
Volvemos a enfrentar una de las crisis más severas de que se tenga memoria, no hay de dónde echar mano para enfrentar un universo de necesidades ciudadanas, pero continuamos viendo crecer el aparato burocrático a expensas de nuestros impuestos y no obstante el adverso escenario, los gobernantes parecen no tener límites en ese sentido.
Tan fácil que resultaría respetar la ley, desde las instancias públicas, siendo implacables contra los omisos, castigando severamente a los incapaces, pero no es así, las mismas autoridades violan el estado de derecho. Los ayuntamientos en su mayoría, apoyados en el ejercicio del poder, incumplen los derechos de sus mismos trabajadores, los despiden sin miramiento alguno, negándoles los finiquitos que en norma corresponden.
Por eso tanto conflicto en materia de laudos vencidos, aunque ya algunos ediles hayan pagado las consecuencias con la destitución en el cargo ¿y la reparación del daño?, eso nadie lo toma en cuenta, la desobediencia pulula por todas partes.