Se lo anticipamos, desde el momento en que constatamos que la primera sesión ordinaria programada para el medio día del pasado 3 de septiembre no prosperó, entendimos que las cosas cambiarían diametralmente, así fue, nada de lo que se había convenido se pudo sostener, porque se concedió el tiempo suficiente como para que fuerzas externas intervinieran, los resultados son claros, el partido en el poder se quedó con los mejores y más estratégicos espacios, cuando las señales iban en sentido contrario.
La reacción a lo que se veía venir fue del tamaño de la necesidad, porque durante algunas horas, privó el temor de que la representación perredista fuera avasallada y superada por un bloque de diputados opositores que en la toma de decisiones los dejaban prácticamente sin nada, sobre todo sin poder de decisión e intervención en asuntos delicados de la vida política y la gobernabilidad.
En Palacio se debió echar mano de todas las habilidades y contactos políticos a fin de desactivar la bomba y el resultado fue el esperado por la operación: con las bancadas del Partido Acción Nacional (PAN) y el Revolucionario Institucional (PRI) se canalizaron las decisiones hacia otros ámbitos, alejando la posibilidad de algún ajuste de cuentas en contra del Poder Ejecutivo.
Y mire, fue una lucha de estrategias, porque algunos movimientos en rebelión le habían apostado a la conformación de esta nueva legislatura para poder impulsar con mayor fuerza, un trabajo de desgaste en contra de la administración estatal de gobierno. Seguramente que en Palacio estaban perfectamente enterados de las estrategias en desarrollo, por eso cuando percibieron el bloque -que sólo duró unas horas- debieron actuar con agilidad y en las esferas adecuadas.
Algunas comisiones, como la de Gobernación y Gran Jurado son instrumentos indispensables en caso de alguna petición de juicio político contra la figura del Ejecutivo, pero aquí la presidencia a cargo de Julio Espín Navarrete de Nueva Alianza y como secretaria la coordinadora de la fracción del PRD, Hortencia Figueroa, el temor está superado.
Bueno, incluso hay quienes, desde el interior de la legislatura dan fe de un plan muy bien armado que ya se tenía en ese sentido, la Coordinadora Morelense de Movimientos Ciudadanos (CMMC) sería la encargada de hacer llegar de inmediato al recinto una denuncia y petición formal de juicio de procedencia que sería agilizado de inmediato.
Todo esto se quedó en el tintero, porque los acuerdos se fueron por otro sendero, empujado por los grupos parlamentarios más numerosos. Claro, eso no es novedoso, siempre, las bancadas mayores son las que definen las asignaciones en las comisiones, más bien lo extraño es que por un momento la chiquillada había logrado imponer reglas.
En manos de Espín Navarrete esa comisión de Gobernación podrá ser manejada a modo, el diputado tiene muchos antecedentes de negociaciones, incluso poco claras y lejos de representarle un obstáculo, a decir de algunos funcionarios estatales, eso fue lo que le valió la designación, porque aparentemente se dejó a cargo a un opositor, pero dócil.
Evidentemente que tampoco lo anterior signifique que algunos representantes populares bajen la guardia, hay muchos que serán la diferencia en tribuna, entre ellos el del Partido Humanista (PH), Jesús Escamilla Casarrubias. El hombre tiene sobradas razones para atrincherarse y desde ahí comenzar a levantar la voz de manera insistente.
Otros lo van a hacer por cuestiones de interés político-electoral, pensando ya en las elecciones presidenciales del 2018, donde también se disputará la gubernatura morelense. El segundo trienio de cada sexenio, siempre es el más difícil de controlar en lo que toca al Poder Legislativo, porque ya las aspiraciones se desbordan y en todo caso cualquier arreglo es mucho más costoso que en los primeros tres años.
Claro, gradualmente nos iremos dando cuenta cómo es que, con una fracción poco consistente de ocho miembros, los perredistas lograron finalmente darle vuelta a la tormenta que se les venía encima y que había hecho posible un efímero frente de 24 diputados, algo más que un simple convencimiento verbal debió suceder porque nos consta que buena parte de la legislatura andaba alebrestada.
Se insiste en que los líderes nacionales del PAN y del PRI participaron de la inducción de sus huestes a través de sus comités estatales, en este caso de Morelos y no es nada nuevo. Todavía recordamos cómo, cuando la administración estatal solicitó la aprobación para la contratación del crédito de dos mil 806 millones de pesos, hubo resistencias en el Congreso, con la anterior legislatura. En particular la priista se manifestó abiertamente en contra.
Pasadas las semanas, uno de los miembros del tricolor confesó que los mandó llamar el secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong para pedirles que se alinearan y que lo aprobaran, de esa manera en lo sucesivo no se les podría señalar como obstáculo para el desarrollo y desempeño de gobierno, por eso consideramos que de nueva cuenta, se recurrió al apoyo de figuras de primera línea nacional y se tuvieron las respuestas esperadas.
Seguimos viendo que el gobierno estatal mantiene ciertos compromisos con la Federación, que existen “amarres” y acuerdos que siguen estando vigentes y que se dieron incluso desde antes que Graco Ramírez Garrido tomara protesta en el cargo actual. Sin embargo, se hace uso de ellos únicamente cuando las condiciones así lo requieren y ésta era una de ellas, porque en verdad se caminó en zona de riesgo por algunas horas. Por todo eso pronosticamos que el comportamiento en su conjunto del Poder Legislativo no será muy álgido políticamente, ciertos grupos mantendrán la calma, por ahí va el asunto.