Una parte de la humanidad (la que esta formada por 115 y pico de millones de mexicanos) vive (vivimos) sujetos a base de miedos creados por los que se benefician de nuestra parálisis.
Y no me refiero a partidos políticos, sino que va más allá.
El PRI dejó de gobernar doce años, pero las cosas siguieron en la misma línea que en los 70 y tantos años del priismo. Eso prueba que los partidos son apenas los que se encargan de mover a los títeres (nosotros) pero que los que mandan son los empresarios dueños del espectáculo.
Por temor a que la violencia de una guerra civil se hiciera realidad, mis compatriotas votaron masivamente por Ernesto Zedillo Ponce de León en 1994. Con la esperanza de apartar la corrupción y la intolerancia a las que tanto se le teme, mis paisanos votaron alegremente por Vicente Fox.
Por el miedo que decían inspiraba López Obrador ("un peligro para México) votaron por Felipe Calderón, quien llevó al país al terreno que ni nuestros peores temores habrían imaginado: al de la guerra abierta.
El miedo a seguir en guerra hizo que el voto fuera otra vez para el PRI.
Los miedos inducidos han sido de mucha utilidad para quienes los producen. Y a nosotros, víctimas de esos miedos, nos ha costado mucho, pues hoy tenemos menos derechos y menos nación.
No creo que la salida al estado actual de cosas sea la violencia. El nivel de vandalismo que ha provocado el caso Ayotzinapa en Guerrero no tiene justificación, pero tampoco la tiene la inacción de las autoridades para esclarecer u castigar ese crimen y muchos más.
Hay salidas institucionales a tantos excesos de la política y los políticos. Otras naciones han logrado escapar de la dictadura y la anarquía sin disparar un tiro. En México ya se han disparado bastantes. Demasiados. Creo que es l ahora de ensayar una fórmula extrema y al parecer costosa: apagar la televisión y volvernos ciudadanos.
Radiografia del Poder
Fórmula costosa
Tener miedo es una reacción natural de los seres vivos, es parte de los mecanismos de sobrevivencia. Sin embargo, existen miedo reales y miedos que no lo son, pero la posibilidad de que sean reales paralizan a los que los sufren.
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