Seguramente que en su tiempo correcto, podrá profundizarse mucho más en el tema, sin embargo, podemos adelantar que de acuerdo con una serie de señales y antecedentes, Morelos puso buena parte de las condiciones para lograr tempranamente un ambiente de pacificación político-electoral en torno a la contienda del pasado primero de julio.
Como siempre, nuestra entidad tiene escasa relevancia en la aportación de sufragios para una contienda por la presidencia, no tienen mínimas posibilidades de decidir el destino de un triunfo o derrota partiendo del hecho de que su padrón total de votantes fue apenas por arriba de un millón, pero todavía de ahí hay que restarle el 50 por ciento del abstencionismo, de tal manera que nos venimos quedando con unos 500 mil distribuidos entre las diversas fuerzas en contienda, o sea, prácticamente nada a nivel país.
De ahí que sea un territorio muy a modo para ser puesto sobre la mesa de negociaciones, y todo indica que por ahí se encaminó la pasada elección estatal, Peña Nieto no lo habría pensado dos veces para aceptar canjear la gubernatura por el compromiso perredista de tomar distancia del tabasqueño AMLO y reconocer los resultados oficiales del TEPJF como también parece haber acontecido.
Ojalá que sea para bien, es decir, que ya como jefe del Poder Ejecutivo federal, EPN privilegie el desarrollo de Morelos a través de la inyección de recursos y programas extraordinarios, es lo menos que merece esta entidad si fue parte del sustento para que él lograra debilitar el movimiento de resistencia en su contra.
Y decimos que nuestra entidad parece estar a modo para este tipo de negociaciones políticas cupulares porque, a pesar de que en el 2000 las condiciones eran otras, también se ha hablado mucho en el sentido de que todo ya venía pactado entre Vicente Fox y el entonces presidente de la República saliente Ernesto Zedillo Ponce de León.
A Juan Salgado Brito, que era el candidato priista a la gubernatura, lo acuartelaron el día de la elección en su casa de campaña por disposiciones superiores, es decir, instrucciones del CEN del PRI y de la presidencia para que no operara nada, algo muy similar sucedió en esta ocasión.
Cuando observamos estas acciones reconocemos que como sociedad y sobre todo, como ciudadanos con derechos políticos, estamos muy lejos de vivir en la auténtica democracia, la manipulación es un elemento que se puede aplicar casi al gusto de quienes ejercen el poder desde diversos niveles y trincheras.
No contamos realmente con instrumentos confiables de medición para saber con mayor seguridad cuál es el valor que se le da a nuestro voto, y no obstante que sí estamos mucho mejor que hace algunas décadas, de todas maneras podemos ser objeto de confusión cuando a intereses superiores de Gobierno convengan.
Hoy por lo menos ya observamos una competencia más real, candidatos a cargos de elección popular de verdad. Hasta antes del 2000, la oposición desempeñaba el deshonesto papel de comparsa para legitimar a los candidatos del viejo régimen, sabían que iban a una lucha sin ninguna posibilidad de nada y entre las memorias y relatos, se hace énfasis en que incluso el sistema dominante se daba el lujo de pagarles las campañas políticas a los adversarios, porque el juego era de valores entendidos.
A pesar de la evolución en la materia, queda claro que estamos aún bastante distantes de lograr el ideal y ya sea por deficiencia de estructuras institucionales o por nuestra voluntad e intereses muy personales, permitimos la compra e inducción de sufragios.
En particular y en el reciente proceso electoral federal y estatal, pudimos constatar una pobreza de cultura y valoración político-electoral del elector, seguimos siendo presa fácil de campañas desorientadoras y confusas, nos dejamos llevar por discursos bonitos, promesas exageradas y sobre todo, prebendas de toda naturaleza.
Después vienen las lamentaciones, lo vivimos con la legislatura que acaba de terminar, considerada una de las peores en la historia, votamos por muchos que llegaron con todo tipo de proyectos, menos el de apoyar el desarrollo estatal y ayudar a sus representados.
Pero eso y más merecemos por no saber elegir a nuestros representantes populares, por algo se considera que cada pueblo tiene las autoridades que merece y es bastante real, mientras no seamos capaces de crearnos instituciones y reglas claras en materia electoral, no podremos aspirar a más, por lo que continuaremos siendo rehenes de los grupos y monopolios que controlan el poder público.
Pero volviendo al tema inicial, nuestro estado, de acuerdo con muchas señales e información aún no pública, fue pieza fundamental para lograr que el tricolor regresara a los Pinos sin mayores resistencias, a pesar de que en su momento se antojaba casi imposible lograr la calma de quienes se decían defraudados.
Pero tampoco es de sorprenderse, porque en este país mucho de la vida política se resuelve en negociaciones y acuerdos que como sociedad, nunca llegamos a conocer de fondo y sólo por rumores o filtraciones podemos ir enterándonos al paso del tiempo.