Finalmente se está dando por hecho que se incrementarán los costos de la parada mínima en un peso, o sea pasarán de 5.50 pesos a los 6.50, y a eso le tiraban, es la verdad. Las instituciones gubernamentales competentes en la materia sabían de este juego y lo dejaron correr, como ha ocurrido siempre.
Y los argumentos de los transportistas son los mismos de toda la vida, mejorar integralmente las unidades, cuya mayoría está para el arrastre, pero eso lo venimos escuchando desde hace muchos años, todavía recordamos cuando Jesús Giles, ya difunto, siendo secretario de Gobierno a finales del sexenio de Sergio Estrada Cajigal negoció con ellos precisamente un incremento tarifario, bajo la promesa de que serían sustituidas todas las rutas en mal estado.
Mucho esfuerzo hizo el también ex alcalde capitalino para hacer valer los acuerdos firmados en un documento y lo que logró no fue mucho, porque los empresarios del ramo se excusaban en que el dinero no les alcanzaba y entonces reclamaron apoyos oficiales para poder hacer compromisos de nuevos automotores.
Esta vez salen con lo mismo, pero pareciera que la decisión a su favor ya está tomada y se hará precisamente antes de la transición de poderes, es decir de que asuma la nueva administración estatal, lo que se antoja como una especie de pacto entre el mandatario saliente Marco Adame Castillo y el entrante Graco Ramírez Garrido.
Este tipo de estrategias las conocemos muy bien, hace seis años, a unos días de dejar el cargo, Estrada Cajigal se aventó el boleto de ser él quien todavía autorizara la liberación de cerca de tres mil permisos de taxis, está visto que fue un acuerdo entre él y MAC, pero finalmente el ex jefe del Poder Ejecutivo se quiso llevar todas las culpas que en torno a ello se señalaran.
Hoy ocurre algo similar, Adame acepta irse con los señalamientos ciudadanos y cargar con todo el desgaste que el incremento de tarifas va a suscitar, pero ambos, quien llega y el que se va, están en sintonía, porque la naciente gestión no puede iniciar con un problema así, sería un conflicto muy tempranero con la sociedad, pero tendrá que agradecerle al antecesor estos sacrificios en la imagen pública.
Pero volviendo al meollo del tema, así sea un peso el incremento, como que hasta fue preparado con maldad, para que ya cuando los cientos de miles de estudiantes de todos los niveles educativos regresen a clase en el nuevo ciclo escolar, deban pagar la factura. ¡Pobres padres de familia! Incluidos quienes andamos en este rollo de informar, porque finalmente enfrentamos los mismos problemas que usted.
Ya una vez que se empezó a conocer de esta decisión anti popular, se observaron movimientos de descontento por el rumbo de la Preparatoria Número Uno de la Universidad, en Paseo Cuauhnáhuac, los alumnos desarrollaron una pequeña protesta que ojalá se multiplique.
Y es aquí donde deseamos ver a agrupaciones estudiantiles de grandes alcances como aquellas que se vienen involucrando en asuntos electorales, como que la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) perdió fuerza. Hay muchas anécdotas de estudiantes de épocas pasadas que incluso se excedían en sus acciones de protesta contra las alzas en el servicio del transporte, porque llegaban a la quema de unidades, sin embargo hoy sus reacciones son casi imperceptibles.
En su oportunidad, el Gobierno estatal puso a disposición cursos de capacitación para operadores, deberían portar en sus unidades el gafete respectivo para que el usuario supiera que quien conducía la unidad estaba más o menos preparado, no sólo para manejar el vehículo sino para tratarlo de manera decente y correcta.
No observamos ya ninguna de estas señales en los microbuses, el servicio que se presta continúa siendo deficiente e inseguro, porque el esquema aplicado no es precisamente pensado en bien del usuario, va orientado a garantizar las mayores ganancias posibles para los concesionarios.
Incluso, los choferes siguen padeciendo las consecuencias de una falta de aplicación de la ley en materia laboral, no gozan de prestación alguna, buena parte de los insumos que requieren las unidades son pagados por esto con cargo a sus ingresos, que son mínimos.
La cuenta que deben cubrir los obliga a desarrollar largas jornadas tras el volante, de otra manera acaban poniéndole al asunto, cuando los dueños de las unidades así lo consideran necesario, los despiden sin miramiento alguno, tampoco les pagan alguna liquidación o compensación por su desempeño, sencillamente se van a la calle.
Los empresarios del transporte sólo desean ganar y ganar, por eso muchos de ellos han logrado conformar monopolios, mediante la asignación de concesiones a nombre de familiares y amigos. Se afirma, que existen aquellos que cuentan hasta con 20 concesiones entre permisos de ruta o taxis.
Y mire que iniciaron como operadores en tiempos de Lauro Ortega Martínez, el ex gobernador fue quien conformó el esquema de rutas y entregó los permisos a quienes eran choferes en aquella época, pronto algunos de éstos se olvidaron de su pasado y se volvieron magnates, explotando a los empleados.
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