Hubo de todo, transportistas quejándose, estudiantes de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) exigiendo la aplicación de descuentos en el servicio público del transporte, maestros jubilados que siguen demandando complemento en la entrega de prestaciones atrasadas, pero los que dieron la nota sin duda fueron los integrantes de la Unión General, Obrera Campesina y Popular (UGOCP).
Este contingente protagonizó una rebatinga que casi llega a cosas mayores en las puertas de acceso a Palacio de Gobierno, dijeron que hace un año, por el 17 de agosto, firmaron con la administración pública estatal un acuerdo mediante el cual se les apoyaría para un programa de mejora de vivienda a favor de unas 300 familias de alta marginación.
Es un programa tripartita, es decir, aportación de los beneficiados, del Gobierno Federal vía Fonhapo y del estatal, las otras dos partes ya cumplieron, pero la estatal no, su temor es que en mes y medio termina este sexenio y pudieran quedarse colgados de la brocha.
Como ha venido ocurriendo en los meses recientes, ante cualquier manifestación de protesta ciudadana, el Poder Ejecutivo solicita el apoyo de elementos de la Policía Estatal Preventiva, en promedio unos 30 agentes son acuartelados al interior del edificio y cuando los quejosos se aproximan, forman una valla en las puertas de acceso del frente y de la parte posterior.
Así ocurrió ayer, pero ante la presión de muchas personas que ya se habían quedado atrapadas dentro de Palacio, los alfiles (como llaman a los guardias sin uniforme que cuidan el edificio sede del Ejecutivo) permitieron su salida y ese momento fue aprovechado por los manifestantes, que lograron impedir el cierre de la puerta por la parte del frente.
Comenzó el jaloneo y los empujones, cachetadas y patadas entre guardianes de la ley y quejosos, que intentaron colarse a la fuerza hacia dentro. La lucha se dio cuerpo a cuerpo, los enfurecidos miembros de la UGOCP lograron despojar de sus toletes, cascos de seguridad y demás indumentaria, a tres o cuatro elementos de la Policía.
Pero los uniformados atraparon a uno de sus dirigentes en su interior, a quien le propinaron algunos golpes, sin embargo, también los otros sujetaron a un policía al que amenazaban con ponerle una soga en el cuello, acto que finalmente no consumaron cuando se dieron cuenta que eran grabados por diversas cámaras de compañeros de medios electrónicos o camarógrafos.
Esto, podemos considerar, evitó que aquello llegara a consecuencias mucho más delicadas, porque la intención de los enfurecidos sujetos era exhibirlo por las calles y ello seguramente hubiera tenido una respuesta fuerte de parte de la autoridad.
Finalmente y a muy duras penas, la guardia logró cerrar la puerta y recuperar el control, pero unos afuera, otros desde dentro, siguieron insultándose de manera nada caballerosa y es que los inconformes intentaron luego derribar las rejas de Palacio, cosa que afortunadamente no lograron, pero el espectáculo era intenso.
Bueno, más tarde le prendieron fuego a un casco policiaco en una actitud que mostraba el enojo de quienes dijeron estar dispuestos a quedarse en plantón hasta que las autoridades estatales les den una respuesta al compromiso pactado hace un año.
Pero como decíamos al principio, no eran los únicos, en actitud distinta, por su propia edad, pero también con enojo dentro, estuvieron maestros jubilados que fueron quienes decidieron cerrar el paso a la circulación vehicular en todo el primer cuadro de la ciudad, generando con eso un caos vial que afectó a miles de ciudadanos, comercios del Centro Histórico que son los primeros en enfrentar pérdidas y otras inconveniencias. Testigos de lo que pasaba frente a Palacio con los de la UGOCP, optaron por buscar otra forma de presión y lo hicieron.
En tanto, un grupo de estudiantes de la UAEM llegaron en marcha desde el Calvario hacia la Plaza de Armas y Emiliano Zapata, para exigir al Gobierno obligue a los concesionarios del transporte a ofrecer el 50 por ciento de descuento en el costo del pasaje, no solo a ellos, también a personas de la tercera edad.
Estos llevaban un altavoz con el que enviaron su mensaje a los transeúntes, no intentaron otras formas de protestas, además porque los sitios adecuados para ello ya estaban ocupados por otras expresiones populares.
Los transportistas hicieron presencia, pero fue muy efímera, casi ni se notaron en medio de una serie de movimientos que llevaron el mismo fin, una queja en contra de acciones no cumplidas por parte del Gobierno saliente, algo muy normal a estas alturas del sexenio, cuando ya no quedan fuerzas ni recursos financieros para poder responderle a la ciudadanía.
El caso es que son los que nada tienen que ver en esos problemas quienes se ven afectados por todo este tipo de acciones, que no negamos son justas. Finalmente se derivan de incumplimientos oficiales. Sin embargo, aquellos que nada tienen que ver en la toma de decisiones son los que enfrentan las dificultades para poder cumplir con sus obligaciones, generalmente laborales, al quedarse atrapados en medio de los paros y cierre de calles.