La transparencia no es precisamente un elemento atribuible a este fenómeno y en ello no hay excepciones, todos los partidos políticos caen en los mismos vicios y para disimular y distraer la atención se denuncian mutuamente.
Hace unos días, panistas y perredistas cuestionaron la amplia presencia en algunos espacios del alcalde capitalino Manuel Martínez Garrigós, sin embargo, el señor puede y tiene derecho a promocionar la obra pública y cualquier otra acción de relevancia derivada de su desempeño como edil.
Pero ésos que lo denuncian andan haciendo lo propio, sólo que practican aquello de "tirar la piedra y esconder la mano", por ejemplo el senador perredista Graco Ramírez Garrido anda en precampaña abierta desde hace meses. La semana anterior estuvo en la Lagunilla, aquí en Cuernavaca, atrajo a muchos incautos con el garlito de la entrega de una credencial que presuntamente ofrecía diversos beneficios, entre ellos el servicio médico y otras cosas, algo que pudiera incluso ser un fraude, porque el señor no tiene facultades para hacer algo así, es un "representante popular" no una autoridad administrativa.
Por cierto, una de sus coordinadoras de eventos es la ex regidora de Temixco Bertha Rodríguez y llevan una avanzada sustentada en la entrega de todo tipo de apoyos a fin de lograr concurrencia en los actos.
Otro personaje que se mueve en diversos escenarios, aunque no le vemos en esta ocasión posibilidades de obtener alguna candidatura importante, es el ex dirigente estatal del Partido Revolucionario Institucional (PRI) Guillermo del Valle Reyes.
Curiosamente es a través de una importante cadena de tiendas de autoservicio en muebles y electrónica la que lo promueve, incluso se utiliza al personal para la entrega de trípticos a los clientes, algo que les causa mucha molestia, porque los distrae de sus tareas cotidianas.
Pero otros grupos y personajes han optado por iniciar un esfuerzo considerable a la búsqueda de espacios electorales mediante nuevas formas y métodos, vía las famosas candidaturas ciudadanas.
Esta estrategia la aplican los del Partido Social Demócrata, que comenzaron con una serie de espectaculares en diversos puntos del estado, alimentando un movimiento que les ha dado algún resultado.
Julio Yáñez llevó al Congreso local firmas de más de 40 mil afiliados a esta campaña y la idea es obligar a los partidos políticos a ir abriendo oportunidades a quienes sin pertenecer a algún instituto político, pero que cuenten con cierto liderazgo que los haga merecedores de una candidatura.
El caso es que hay un gran movimiento de las fuerzas políticas y de los grupos organizados en busca de alcanzar el sueño de continuar en el ejercicio público -para quienes ya han tenido cargos- o incursionar en él, por las bondades que ofrece esa actividad.
El escenario que estamos viviendo no es nada fácil, aquellos que logren primero entrar en la lucha de los espacios que se disputarán el año entrante en la elección y sobre todo los que ganen en las urnas, serán privilegiados, garantizarán su futuro por tres o seis años sin mayores contratiempos.
Sin embargo, tendrán una enorme responsabilidad, encontrar la recomposición y la recuperación del tejido social para volver al estado de derecho, la delincuencia ha llegado a límites insospechados y es indispensable regresar al orden.
Por eso existe mucha expectación sobre lo que pueda pasar en la justa que viene, más allá de quien gane la elección, desde la Presidencia de la República hasta el Gobierno estatal, en el caso de Morelos, la esperanza colectiva es que podamos nuevamente caminar sin riesgo por los barrios, pueblos, calles y avenidas, sin el temor de ser agredidos en nuestras garantías y derechos constitucionales.
Cada precandidato tiene su estilo y forma de trabajar ante los electores, pero la única manera de hacerse escuchar es la entrega de todo tipo de prebendas y apoyos en el acto, del tamaño de los regalos es el nivel de concurrencia y de respaldo, aunque a la hora de depositar el voto, el ciudadano tiene el recurso de ir con quien más le plazca, también ha aprendido a manejar el engaño y la demagogia con la que se conducen los candidatos.