Grupos provenientes de la comunidad de Alpuyeca bloquearon el tránsito vehicular desde entrada la mañana en Galeana y Gutemberg, para insistir en la salida de los antorchistas que siguen empecinados, con el apoyo de algunos funcionarios de la administración estatal, en quedarse con tierras de esa población.
El problema es ya añejo, por lo menos más de dos años de lucha a partir de que desde el Instituto de la Vivienda de Morelos (Invimor), y seguramente por instrucción superior, se dotó de 300 lotes para igual número de familias a miembros de ese movimiento dedicado a exigir de las instituciones todo tipo de dádivas.
Pero mientras los quejosos de Alpuyeca protestaban atrás del edificio gubernamental, en Plaza de Armas un numeroso grupo de ciudadanos procedentes de diversas colonias de Cuernavaca cerraron este acceso a la sede gubernamental, para demandar intervención oficial en cobros injustificados por el consumo de luz eléctrica.
Amas de casa mostraron algunos recibos que efectivamente multiplicaron la tarifa hasta en un mil por ciento de un bimestre a otro, es decir, en no pocos casos, de pagar poco más de 200 pesos por dos meses del energético, hoy deben cubrir hasta dos mil o tres mil pesos.
La cosa sí se antoja injusta simplemente dijeron no entender los motivos por los cuales se multiplicó el recibo, si no han hecho modificaciones en los patrones de consumo.
Pero como decíamos al principio, en situaciones muy específicas como esta, no hay explicación que valga ante la Comisión Federal de Electricidad (CFE), es prácticamente imposible que le reconsideren la facturación a pesar de visibles irregularidades e incongruencias y la presencia de la Procuraduría Federal del Consumidor es letra muerta, nadie le hace caso, sólo se pierde el tiempo buscando una salida.
Es así que la mejor solución seguirá siendo aquella, producto de una organización masiva de afectados para poder ir ante instancias competentes a pedir clemencia.
El asunto es que en medio de esas dos manifestaciones de protesta pública, la población volvió a padecer dificultades de tránsito por el bloqueo de calles e incluso quienes estábamos cubriendo eventos informativos al interior del edificio de Gobierno debimos permanecer un tiempo encerrados, porque las dos salidas quedaron sin acceso.
Hay quienes entran en molestia contra los inconformes que llegan a estos mecanismos de lucha, sin embargo, reiteramos, en la mayoría de los casos no les queda otro remedio, porque por la buena nadie los escucha.
En lo relacionado a los antorchistas, jamás se tomó en cuenta a la población de Alpuyeca respecto a la instalación de esas 300 familias de dudosos orígenes, que históricamente se han distinguido por medrar a costa del esfuerzo de los demás.
La comunidad enfrenta una serie de deficiencias en materia de servicios, el agua llega una vez a la semana, no hay sistema de drenaje formal, la recolección de basura es a base de pago de cuotas, y no hay razones para que se llevara a cerca de dos mil personas más a habitar en esa zona.
Pero no obstante una larga historia de lucha y resistencia, en el sector oficial se continúa ayudando a los avecindados, ya los dotó de alumbrado público, hasta una pequeña escuela les instaló y por lo visto los ayudará a costa de lo que sea.
Y en lo tocante a los que están pagando un consumo de luz que no les corresponde, pues también habría que ponerse en sus zapatos. Familias con ingresos precarios, acaso suficientes para comprar un kilogramo de tortilla, un kilo de fríjol y medio de huevo, no pueden ni deben ser objeto de estos ilícitos.
Lo menos que podemos hacer es sumarnos a sus reclamos y multiplicar las quejas para que se enmienden exageraciones.
Mientras tanto, tendremos que aguantar algunas incomodidades, porque a lo mejor el día de mañana seremos nosotros quienes necesitemos de la solidaridad de ellos.