Los intereses encontrados de corrientes alternas al interior del Partido Revolucionario Institucional (PRI) volvió a poner en aprietos el proyecto electoral rumbo a la justa del primero de julio próximo y como lo mencionábamos recientemente, el presidente del Comité Directivo Estatal (CDE) Alberto Martínez González estuvo a punto de dejar esa responsabilidad a partir de tales desacuerdos.
Hasta donde se sabe, debió intervenir la dirigencia nacional a fin de evitar que la sangre llegara al río y fue por eso que el también diputado local debió mantenerse ahí, pero queda claro que las cosas no andan del todo bien que digamos, aunque sí se han venido dando acercamientos entre las partes.
¿La causa?, que Martínez González habría palomeado una serie de aspirantes a cargos de elección popular y a delegados ligados al ex candidato y perdedor de la contienda en el 1012, Amado Orihuela Trejo, cosa que despertó la natural reacción del candidato tricolor Jorge Meade Ocaranza, que le revocó tales decisiones.
Si bien se menciona que González y Meade ya intentaron limar asperezas, de todos modos las consecuencias de esas dificultades seguramente tendrán reflejo en los resultados de la elección para el abanderado del tricolor, ya que con quien no se prevé buscar cercanía es con Orihuela Trejo.
El hombre sigue presumiendo de un gran liderazgo, sobre todo en la región surponiente de la entidad, aunque ya no lo es tanto. Más aún, buscó por todos los medios meterse nuevamente en la pelea por la candidatura a gobernador, no obstante que desde hace meses le opera al partido en el gobierno.
O sea tiene un pie en cada lado y de las dos partes intenta sacar raja y beneficio, cosa que habla de la ausencia de ética y seriedad en su oficio político. Todo eso lo ha venido menguando y de ahí que sostengamos que sus activos están muy a la baja; pero tras lo ocurrido, con toda certeza que buscará ahora sí hacer el mayor daño posible a Meade Ocaranza en sus aspiraciones y trabajará intensamente para la contraparte, de ahí que insistamos en que esa distancia sí causará algo de daño al candidato priista.
Como quiera que sea Jorge, con la ayuda de algunos otros priistas, como en el caso del líder del sector obrero Vinicio Limón Rivera, busca recomponer algo el escenario interno y se acaba de reunir con Martínez González y entendemos al encuentro acudieron también Maricela Velázquez Sánchez y Guillermo del Valle Reyes.
La versión de algunos que pudieron presenciar el diálogo es en el sentido de que todos salieron contentos, ya que alcanzaron acuerdos en el sentido de continuar la lucha juntos, con la esperanza de que en esta ocasión el PRI logre reponerse de 18 años de ausencia en el manejo del poder estatal y recupere la gubernatura.
No es nada sencillo, la distribución de espacios para esta justa como que tampoco se ajustó a la potencialidad de cada uno de sus cuadros; dejaron fuera a personajes que sí representan caudal social y liderazgo, como en el caso de la diputada federal Rosalina Mazari Espín, que pareciera, iría a una diputación local, representación que ya ha desempeñado.
Bueno, el legislador federal Matías Nazario Morales venía desarrollando un trabajo de acercamiento con las bases sociales del estado desde hace meses, con la esperanza de ser el candidato, pero al final se quedó sin ninguna oferta, de tal forma que tanto él como Rosalina podrían por lo menos no interesarse en apoyar el proyecto de su partido por las causas expuestas y la verdad es que en una contienda que se antoja será muy cerrada todo cuenta.
Sin embargo, dadas las circunstancias en las que se viene presentando el proceso, como que nadie la tiene segura; si bien es cierto que el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) reclama llevar ventajas en los sondeos de opinión al respecto, son tantos los factores que intervienen en un resultado final que habría que esperar cómo se desarrollan las campañas.
Desde el primer plano nacional, ya los aspirantes a la presidencia de la república comienzan a pegarse con todo y mucho de lo que hagan desde esos niveles repercutirá localmente. Lo decimos porque tanto a Andrés Manuel López Obrador de Morena, como a Ricardo Anaya del frente con el PRD, les viene lloviendo bastante fuerte en sus respectivas parcelas.
Al primero se le reclama el que sumara a personajes de cuestionados antecedentes e indicios de actos de corrupción, como en el caso del líder de los mineros Napoleón Gómez Urrutia o de quien fuera líder moral del magisterio Elba Esther Gordillo Morales y en lo que toca al panista, pues ayer le tundieron con todo en los medios nacionales de información por supuestos delitos en lavado de dinero.
Las tendencias de sus respectivas fórmulas presidenciales tendrán bastante que ver en lo que pase en el estado, de ahí que sigamos considerando que Morena para nada la tiene en la mano.
Esas cosas parecieran representar pues una posibilidad para el priismo, pero como que ellos solos se encargan de sentar las bases de las derrotas, porque nunca –desde antes del 2000- han sido capaces de lograr acuerdos y unidad a la hora de repartir las rebanadas del pastel electoral.
Siempre han salido raspados y agarrados del chongo, con escisiones que son parte sustancial de sus reiteradas pérdidas y todo lleva a considerar que en esta ocasión no es la excepción. Primero: renovaron la dirigencia estatal del PRI ya en pleno proceso, no les dio tiempo de reestructurarse. Segundo, no eligieron a sus mejores cuadros y tercero continúan teniendo fuertes diferencias entre sus grupos y corrientes que necesariamente les van a pegar.
De haber arrancado en unidad, otro gallo les cantaría, pero dadas las cosas muestran fuertes debilidades, aunque tampoco en el resto de las trincheras vivan los mejores momentos. Otro factor que les pegará, es que no parecen traer el suficiente dinero como para ir a una contienda competitiva en ese sentido.