Las negociaciones en torno al Tratado de Libre Comercio entre México, Canadá y la Unión Americana, así como la reforma fiscal aprobada recientemente a petición del mandatario estadounidense e incluso el proceso de elección en nuestro territorio, llevan a escenarios difíciles para la economía nacional.
No es precisamente un fin de 2017 y comienzo de año nuevo como para festejar, porque todos esos factores acaban golpeando la economía familiar y van provocando toda clase de efectos negativos en el nivel de vida de los mexicanos, pero en particular de quienes presentan ya serios problemas de pobreza y marginación.
Nuestras autoridades buscan por todos los medios amortiguar un poco los efectos negativos que impactan primeramente a nivel macroeconómico, pero aún así los resultados son bastante pobres y se aprecia en la devaluación del peso que ha superado la barrera de 20 pesos frente a la moneda del vecino país.
A nivel social las cosas son críticas, ya que la escalada de precios en muchos artículos de primera necesidad, propiciada un poco por el costo al alza del gas doméstico y la gasolina, no se detienen y eso llevará a mayor inquietud popular en pleno proceso de elección hacia julio del 2018.
Es cierto, las políticas de Trump son un factor que incide de forma importante en lo que ocurre de este lado de la frontera norte, pero internamente las instituciones gubernamentales nuestras no muestran algún cambio radical en sus actitudes y comportamiento para coadyuvar a una salida menos tormentosa.
Por todos lados se aprecian hechos lamentables de corrupción; hay ya un claro derroche presupuestal en materia electoral y los niveles de delincuencia que inhiben la inversión privada no menguan, lo que lleva a mayor enojo social. Porque la población está hoy mucho más enterada de todo lo que ocurre a su alrededor a partir de las redes sociales.
Todo lleva a pensar que no se va a lograr una renegociación del tratado acorde a intereses nuestros; los vecinos incómodos están imponiendo condiciones favorables para ellos. Hay ya retrocesos respecto al reciente pasado en algunos temas relacionados con el sector rural y también en otros espacios se advierte que ocurrirá algo parecido.
Los negociadores del gobierno mexicano tendrán que hacer maravillas para poder lograr salvar más retrocesos al respecto, sin embargo, las condiciones tampoco son a modo; la Casa Blanca tiene la fuerza suficiente como para imponerse en aquello que le interesa.
Es el precio a pagar por una relación adversa con el magnate, que en mal momento alcanzó la presidencia de Estados Unidos, mostrando constantemente un desprecio absoluto por todo lo que tiene que ver con México. Como acaudalado nos ve como parte de la servidumbre de aquella nación y en ese sentido nos trata.
Ahora habría que esperar si tras los resultados de las elecciones presidenciales del año que entra, se puede mejorar la relación, cosa que se antoja algo complicada, Pero todo depende de quien llegue a Los Pinos. Si es José Antonio Meade como que hay algunas rendijas abiertas que pudieran ampliarse, por lo menos con algunos funcionarios cercanos a Donald Trump, que ya sería algo conveniente a fin de vencer obstáculos que nos afectan considerablemente.
El panorama no es halagüeño; ni las reformas estructurales que -se insistía- irían mejorando el futuro, comienzan a ofrecer efectos positivos. Claro, es muy pronto para que así sea, esos cambios suelen llevarse años para poder comenzar a dar frutos, sólo que a los mexicanos se nos acotan los caminos de salida.
Hay que insistir hasta el cansancio, sí existen rubros que pudieran amortiguar un poco esta pesada pendiente, frenando al costo que sea necesario, el descarado robo y desvíos de recursos públicos en los tres niveles de gobierno. Más aún, la percepción ciudadana frente a sus autoridades cambiaría radicalmente si observara algo de prudencia y esfuerzo en ese sentido, y hasta aplaudiría acciones de esa naturaleza, pero todo indica que no hay forma de que se entienda el porqué de la irritación popular.
Una buena parte de la población le atribuye sus desgracias y ausencia de oportunidades de desarrollo familiar a los altos índices de corrupción. Es un hecho que observando esfuerzos por combatirla, cambiaría su manera de pensar de los políticos, pero parece que eso jamás sucederá, por eso se siente ignorado y ofendido.
Hay quienes, con base en amargas experiencias en el pasado, sostienen que somos un país que aguanta todo y que además tiene la habilidad para sobreponerse a cualquier obstáculo y de ello hay algunos sucesos reales. Mire, en los Estados Unidos cualquier desperfecto de su auto, tiene que ser remediado con partes nuevas o de agencia.
Aquí muchos de nuestros mecánicos nos suelen resolver ese inconveniente con piezas armadas manualmente o hasta con alambres. Sin duda el ingenio y la creatividad, obligadas por las circunstancias, nos identifican como indomables, pero hay terrenos en los que es casi imposible salir adelante con acciones domésticas y uno de ellos es la macro economía.
La globalización empuja a las naciones a buscar instrumentos para ser más competitivos y como que México no acaba de construir las bases para lograr dicho objetivo. Pero es innegable que el haber venido basando nuestro desarrollo mayormente en la relación comercial con el vecino país del norte, es lo que nos está pesando en este momento.
Dependemos de ellos en un altísimo porcentaje y ante la posición del actual mandatario, no encontramos la salida a nuestros males. Sólo que eso se ve más complicado cuando a juicio de las mayorías, nuestras propias autoridades han abonado factores que llevan al debilitamiento institucional, por desconfianza y ausencia de credibilidad en los políticos que exhiben total desinterés por lo que nos sucede, cuando su función es crear circunstancias benevolentes, para eso perciben ingresos de primer mundo y prestaciones de todo tipo.