En medio de sucesos coyunturales, sobre todo, de carácter político electoral, la sociedad pareciera estar distraída, mientras los índices inflacionarios, que golpean su economía familiar, siguen escalando y alcanzando niveles que contrastan con los compromisos oficiales de reducir la carestía.
Esas tendencias se observan con mucha claridad en lo que se refiere a los costos en los precios de la gasolina y el gas doméstico. El cálculo es que en lo que va del año en curso, ambos insumos de energía han visto incrementado su costo en un promedio del 33%, que se antoja una barbaridad.
Parece ser cierto que en lo que se refiere a la creación de empleos, la administración del presidente Enrique Peña Nieto ha logrado una acción histórica, abriendo cerca de tres millones y medio de oportunidades en esa materia, que en comparación con gobiernos panistas los duplica y hasta triplica, como en lo relacionado a la gestión de Vicente Fox.
Pero la gran mayoría de los mismos representan ingresos muy bajos, que no resuelven la necesidad del trabajador, sobre todo porque con lo que obtiene a cambio de su mano de obra no puede acceder a los productos de la canasta básica y entonces debe buscar alternativas complementarias de ingresos para superar su déficit.
Evidentemente que esa escalada de precios no sólo de los productos anteriormente señalados, sino del consumo general de alimentos y servicios, lleva a una gradual pérdida del poder adquisitivo del sector obrero en todas las vertientes y como que de todo eso, la sociedad en su conjunto no se ha percatado cabalmente, debido a “cortinas de humo” que la mantienen entretenida y distraída.
Casi durante todo este año se han presentado acontecimiento que con algo de estrategia, se convierten en distractores colectivos. Primero fue toda aquella polémica surgida a partir del arribo de Donald Trump a la Casa Blanca, en el vecino país de Estados Unidos.
El supuesto conflicto con el nuevo presidente norteamericano –presunto, porque todo eso bien podría ser sólo discursivo- y su animadversión contra los mexicanos. Algo que en las estadísticas y los números pareciera no empatar, porque se insiste en que el magnate se opone a renovar el Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN), pero se habla de un crecimiento de las exportaciones nacionales a aquella nación, particularmente en productos del campo.
El tema del tratado parece infinito, aún no concluyen los acuerdos, sin embargo, como que todo este desorden en materia de carestía se profundizó a partir del desafortunado suceso del terremoto del pasado 19 de septiembre, cuyos efectos informativos siguen dando para mucho más.
No obstante, el asunto viene ya siendo opacado por el tema electoral. El caso del Frente Amplio Opositor, que continúa en veremos, aunque deberá definirse en cuestión de horas; la renuncia de Margarita Zavala al Partido Acción Nacional (PAN) para buscar la candidatura presidencial independiente; el “destape” del precandidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) también a la presidencia José Antonio Meade y hasta las ocurrencias del abanderado del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) Andrés Manuel López Obrador nos tienen entretenidos y sin levantar mucho la cabeza para saber que hay aspectos que nos impactan mucho más en la vida diaria que todo lo anterior.
Como que nos están aplicando cabalmente aquello de dar al pueblo “pan y circo” o “atole con el dedo”. Cual adolescentes o menores de edad, nos traen inmersos en asuntos con menor importancia en nuestra vida cotidiana. El problema es que para cuando reaccionamos, ya no hay mucho que hacer, las decisiones están consumadas y no tienen reversa.
Hacemos hincapié en la gasolina y el gas porque son dos productos, ante los cuales, hubo un compromiso de campaña del actual jefe del Poder Ejecutivo federal de bajar sus costos, ante la presión y reclamo popular, debido a que desde hace mucho han sido objeto de encarecimiento continuo. Pero contrariamente al ofrecimiento electoral, nos aplicaron de un solo golpe el famoso gasolinazo y ahora la liberación del precio como competencia de libre mercado, que por lo menos inicialmente, comenzará pegándonos.
El crecimiento de la inflación suele profundizarse mucho más en épocas como ésta; es quizás diciembre el mes con mayor conflicto en ese sentido y en ésta ocasión no será diferente; es decir todavía habrá re-etiquetación de precios en todos lados en las tres semanas que le restan al 2017 y el fenómeno continúa entrado el siguiente año.
Todo ello, tal vez para aprovechar que se trata de la época en la que la clase trabajadora en general recibe algunas prestaciones como el aguinaldo y los sectores del comercio y de prestación de servicios buscan capitalizar igualmente las festividades de fin de año, como la navidad, en la que por la arraigada cultura del consumismo, se suele gastar más de lo que se tiene.
El derroche de lo poco que tenemos como población suele ser el común denominador, particularmente de quienes nos gobiernan o “representan”. Ya aparecen los primeros inconvenientes en ese sentido, porque se menciona que en el Congreso local pudieran estarse autorizando bonos de fin de legislatura equivalente a un millón de pesos por cada uno de los 30 diputados.
Claro, lo anterior sin tomar en cuenta que, aunque no les corresponda, volverán a cobrar tres meses de aguinaldo, una prestación concedida exclusivamente a los trabajadores y ellos no lo son porque tienen una representación popular que para nada es lo mismo. Es así como se gastan el dinero de nuestros impuestos y por eso no hay obra pública, la infraestructura urbana está destruida, el presupuesto no alcanza ni para la conservación y mantenimiento.
Pero con todo y eso, ya estamos inmersos en la polémica relacionada al proceso electoral y venimos tomando partido, lo que indica que validaremos el proceso del que surgirán las nuevas estructuras gubernamentales con el voto a depositar el primero de julio del año entrante.
Seguiremos abrigando la esperanza de que con la renovación de mandos en el ejercicio del poder público, pudiéramos alcanzar el sueño de enderezar el rumbo y lograr mejoría en lo económico y sobre todo en la impartición de justicia y seguridad que andan por los suelos.