En éste espacio hemos intentado mantener una permanente observación a las tendencias electorales de cada uno de los partidos políticos, tanto en lo que compete al escenario nacional como del estado, dado que somos una de las nueve entidades que renovará poderes de manera simultánea con la Federación en el 2018.
Y reiteradamente estimamos que las encuestas favorables al líder moral del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) Andrés Manuel López Obrador no eran nada novedoso, por dos razones: Primero, que el señor lleva más de una década haciendo campaña casi ininterrumpida y segundo, que mientras él ya se asumía como candidato presidencial por tercera ocasión, aún no tenía enemigo visible al frente.
Como que el tiempo nos ha dado la razón, porque apenas se conoció a otro de los que aparecerán en las boletas electorales del primero de julio del 2018 y esas tendencias comenzaron a moverse en todos lados y en cada una de las trincheras, incluyendo a Morena.
Se ha reiterado constantemente que AMLO suele cometer graves tropezar muchas veces con la misma piedra, mediante expresiones y descalificaciones a sus adversarios que políticamente le han resultado costosas. Apenas conoció del “destape” del priista José Antonio Meade como virtual aspirante presidencial y volvió a caer en el mismo error que en el 2006.
Algunos analistas de medios informativos nacionales consideran que cuando, en pleno proceso electoral por la presidencia de la República, entonces frente al panista Felipe Calderón Hinojosa, AMLO arremetió en contra del mandatario en turno, Vicente Fox Quesada, con aquello de “cállate chachalaca”, había comenzado a perder la contienda.
Un importante sector social que simpatizaba con él calificó esa expresión como irreverente y ofensiva; no en defensa de Fox como persona, pero sí como quien portaba la investidura presidencial. Cientos de miles de sufragios se le fueron de la mano y con ellos pudo haber logrado el triunfo holgadamente.
En ésta ocasión no ha sido diferente; se refirió a Meade Kuribreña como “señoritingo”, un calificativo despectivo y en cierta forma, ofensivo, que exhibe otra vez la irreverencia y ausencia de modales y respeto del tabasqueño. Igual que en el 2006, López Obrador inició el retroceso y quizás la debacle de su carrera política y de su partido.
Igual y en los sectores populares de menor nivel cultural hasta le generó dividendos, pero es claro que al interior de la clase política, empresarial, intelectual y de todos aquellos ciudadanos con un poco de formación académica y preparación, ha sido objeto de condena y reclamo que le costará apoyo electoral.
Viene pues, desde nuestro humilde punto de vista, de regreso, y lo vamos a ver en breve. Si no comienza el descenso en sus tendencias, tampoco logrará mayor crecimiento, porque su discurso y propuesta son aspectos ampliamente conocidos y necesitaría incluir en su repertorio algo fresco y nuevo.
EN MORELOS, NI PIES NI CABEZA
A pesar de todos esos inconvenientes, Morena a nivel nacional muestra cierta solidez y estrategia que le ha ayudado a colocarse como una institución grande; sin embargo, en Morelos no hay pies ni cabeza. La falta de formación y experiencia en cuestiones partidistas de parte del presidente del CDE Miguel Lucia Espejo auguran un colapso gradual que se refleja en el desánimo de sus propios cuadros.
Lo hemos reiterado hasta el cansancio, hasta éste momento Morena sólo lleva dos o tres cuadros ganadores, que en el universo de posiciones que se van a disputar, son prácticamente nada y en buena medida, es consecuencia de una dirigencia partidista improvisada que acabará ahuyentando a un potencial electoral bastante importante.
Desde luego que a ese partido y al mismo AMLO muy poco les debe importar lo que pueda pasar en nuestro estado; igual que en el PRI, por ser un territorio que aporta tan pocos votos en una contienda presidencial, es usado hasta como moneda de cambio en las negociaciones de cúpula.
Pero a pesar de todo eso, ésta entidad zapatista lleva décadas rifándosela con la izquierda y el ambiente en ésta ocasión se sigue antojando positivo para ellos, sin embargo, son las cúpulas de partido las que reflejas inexperiencia y novatez que suelen ser factores mortales y que en su caso, ya les ha costado mucho, lo vimos en el 2015.
Lucía Espejo y su comité están rebasados y parecieran no tener ni idea de cómo llevar el barco a buen puerto y, bueno, en el exceso de la lucha interna que traen hay quienes ya afirmar que van en acuerdo con el partido y el gobierno estatal en turno. Incluso se agrega a ese respecto que el senador Rabindranath Salazar Solorio sostuvo en el extranjero un encuentro con personajes clave del PRD, para que no hubiera riesgo de que lo ventanearan, y que aceptó entrar en negociaciones.
Igual y sólo son especulaciones, muy comunes en cuestiones de índole electoral, pero a ese grado llegan ya las descalificaciones entre bloques y corrientes que están pasando por encima de Lucia Espejo y van provocando desajustes y descrédito que menguan de forma gradual las posibilidades de llegar con una tendencia ganadora.
Y por cierto, se nos antoja que aquellos aspirantes con números positivos y estadísticas crecientes, van en condiciones de triunfo con base en su trabajo y liderazgo, no por la fuerza del partido, por lo que casos como el de Rafael Reyes, que va de nuevo por la alcaldía de Jiutepec, dan tristeza, porque sólo él cree tener los méritos.
El mismo senador Rabín, a quien se le considera el candidato natural al gobierno estatal, ofrece una pobre presencia a nivel estatal. En la contienda será factor de derrota y como la mayoría de quienes irán a la elección, le apuesta a la sombra de López Obrador.
Pero el riesgo es que si él viene en declive, pues arrastrará a todos hacia abajo, porque aquí no hay estructuras de partido capaces de desarrollar una elección competitiva, dado que están colgados de la figura del tabasqueño que, todo parece, empieza a remar a contra corriente.