La aparición de una serie de personajes de la política, no priistas por cierto, que vienen pronunciándose a favor de José Antonio Meade, como propuesta del tricolor a la presidencia de la república, parece dar validez a esa hipótesis en el sentido de que el señor surge de un acuerdo largamente pactado entre el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y Acción Nacional (PAN).
Como se recordará, Meade fue uno de los secretarios de despacho durante la administración de Felipe Calderón Hinojosa; es decir, está plenamente identificado con los azules, aunque al igual que en el viejo partido, nunca se afilió como militante, de ahí que se le considere candidato independiente.
Ya para que el ex presidente Vicente Fox Quezada y otros panistas de primera línea se pronunciaran en su favor, e incluso se fueran en contra de su líder nacional Ricardo Anaya, es porque algo hay detrás y no propiamente de hace unos días a la fecha. Lo anterior, de tener algo de realidad esa teoría antes mencionada, viene incluso desde las elecciones del 2012, tras la llegada de Enrique Peña Nieto a Palacio Nacional.
De ir por ahí el asunto, el blanquiazul va a sufrir un fuerte desmantelamiento, porque cuadros valiosos se le van a ir y sus posibilidades de regresar a Los Pinos se alejarán cada vez más. Estamos entonces ante una posible jugada de inteligencia largamente trabajada, para consolidar un proyecto de ejercicio del poder montado en los dos partidos y con ello alejando la posibilidad de que la izquierda encarnada en el líder moral del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) logre el sueño de ganar la presidencia.
El hombre acaba de ser “destapado” y ya acrecentó sus bonos, además de haberse echado un round con el adversario a vencer: AMLO, al que califica como de pensamiento y discurso viejo; así que para nada salió con las manos abajo, comenzó a responder cada uno de los golpes del tabasqueño.
Las cosas se ponen interesantes, porque además, como que les está saliendo muy bien la jugada; es claro que midieron las reacciones que se generarían con el “destape”. Los estrategas esperaban precisamente lo que está pasando, un intenso debate y discusión en todos lados respecto a la figura de Meade. Es publicidad gratuita pura, que desde luego lo beneficia más a él que a sus críticos.
Pero además, habría que aceptar, desde el punto de vista neutral, que en esta ocasión el priismo y el gobierno federal supieron igualmente sacar el asunto de la sucesión con menos desgaste y pérdida de cuadros como en tiempos anteriores, en los que quizás algunos de ustedes recuerden, llegaban hasta la exhibición de los aspirantes con las famosas pasarelas que terminaban por fracturar el PRI en muchos pedazos.
Tuvo que haberse dado un intenso trabajo de cabildeo interno y de compromisos entre las corrientes del partido para poder sacar planchado el asunto. Ahora bien, analizando los antecedentes del personaje en cuestión, sí existen elementos para dar crédito al razonamiento de un amigo que destacaba algo más.
Mencionaba que el casi candidato tricolor pertenece a la corriente de tecnócratas. Un poderoso grupo de pensamiento conservador, formado en el conocimiento de la economía y el sector empresarial. Todavía cuando tocó el turno a Carlos Salinas de Gortari, en la presidencia, se trataba de una corriente compuesta, o sea tecnócratas políticos.
Y se mencionaba igualmente que en México nos alejamos cada vez más del control institucional a manos de políticos puros, de los que quedan poco y ya con avanzada edad, como en el caso de Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Miguel Ángel Osorio Chong o Manuel Bartlett.
Igual y a la mayoría de los mexicanos no nos gusta ni nos conviene pertenecer al bloque de países con modelo capitalista, por las políticas públicas pro empresariales, pero es el ritmo que vienen marcando las naciones más poderosas en ese sentido y por todo lo que vemos, Meade Kuribreña viene con todo el respaldo de los dueños del capital aquí y de fuera de las fronteras.
Lo anterior nos lleva a considerar que será casi imposible que el proyecto propuesto por AMLO tenga posibilidades de prosperar. Así como se tejen las cosas político-electorales en las alturas, la propuesta no sólo viene del PRIAN, seguramente ha sido ya palomeada por quienes, desde el exterior, deciden en buena medida nuestro destino.
Los análisis, hasta hace dos meses, colocaban al PRI en una tercera posición y además bastante lejana. Más o menos andaba por el 18% de preferencias, ante un Frente Amplio Opositor que en un inicio se colocó a la cabeza, seguido de cerca por el Movimiento de Regeneración Nacional.
En ese cortísimo tiempo, el tricolor le dio la vuelta al PAN, hasta dejarlo casi a nivel de cualquier otro partido chico y con tendencias a la baja. El PRD no ha pasado nunca de los 17 puntos y en este momento acaso llegaría a ocho o nueve; es Morena el que se mantiene en su lugar.
Entonces vamos a llegar al proceso del 2018 con una polarización de fuerzas concentradas mayoritariamente en la fórmula del PRI y de la de López Obrador, los demás se irán relegando paulatinamente. Aunque hay que advertir lo que decíamos, en el terreno electoral, como que todos los días los escenarios cambian y todavía falta un buen trecho para el momento de la verdad.
Cualquier error del gobierno podría llevar a un retroceso en las tendencias y a mover las estadísticas, sin embargo, el sistema se viene conduciendo con cierta pulcritud y a pesar de que existe una percepción negativa social hacia las instituciones, sobre todo federales, ellos van venciendo la inercia lenta pero constantemente.
Reiteramos, midieron el terreno, calcularon los tiempos y propiciaron condiciones para llamar la atención de propios y extraños y por lo menos a nivel de los sectores económico y político, mantienen la polémica en todos lados. Unos condenan, otros apoyan, pero eso es lo que se quería y se consiguió.
Ahora vienen los efectos en los estados y aquí en Morelos, al menos hasta este momento no se aprecia ninguna reacción contraria al interior del PRI, como que todas las corrientes se sumaron sin mayores protestas, lo que pudiera facilitar las cosas al CDE en el proceso de selección de cuadros.