El presidente de la república Enrique Peña Nieto anunció ayer cambios en su gabinete, removiendo del cargo al titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), José Antonio Meade Kuribreña y nombrando en su lugar a José Antonio González Anaya, quien venía de Petróleos Mexicanos.
La trascendencia de los relevos no es lo interesante, sino el mensaje político, que a partir de ahí, se envió al país. Para los que conocen del leguaje político electoral, se trató del destape de quien será el candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la presidencia en las elecciones del año que viene.
Es más, desde el momento que se dio a conocer que Peña ofrecería un mensaje con ese motivo, se asumió como un adelanto de la unción del abanderado tricolor y ese sentido le dieron todos los medios de información, que sólo esperaban la consumación de los hechos, que se cumplieron puntualmente la mañana de ayer.
Ya sabemos que hasta que las fechas se cumplan, se hablará con claridad; estos son movimientos previos que deben ser interpretados, pero que son tan evidentes, que no dejan lugar a errores, ya que el Revolucionario Institucional se maneja bajo los mismos esquemas desde hace décadas. Son algo así como un ritual que cada seis años es reproducido casi al 100 por ciento por el mandatario saliente. Y el que esposa, hijos y parientes cercanos estuvieran en primera fila ayer es otra señal de que aquello no era un cese.
Hoy, sin duda, la noticia política más importante en los medios informativos escritos dará por consumado el “destape”, aunque EPN en ningún momento habló del proceso electoral, ni mucho menos se refirió a quien pudiera ser su sucesor, sólo que las expresiones que se percibieron se antojan inequívocas, como aquello dicho por Peña, en el sentido de que “hoy es un día muy hermoso”, que recordaron algunos comentaristas, lo dijo Carlos Salinas de Gortari al destapar a Luis Donaldo Colosio previa la justa de electoral de 1994.
Es decir, para nada estuvimos frente a un evento en el cual se le tocaran las golondrinas a quien acompañó al presidente estos casi cinco años; aquello reflejaba alegría y armonía entre quien sale y su ahora ex jefe en el gobierno. José Antonio Meade debía irse, porque ya estamos a unos días del anuncio formal de su candidatura y hay que preparar las cosas para ese, que será otro acto igualmente histórico en el tricolor.
Pero hablemos ahora un poco de la figura del ex secretario de despacho y las razones que llevaron a su prevista nominación a la candidatura presidencial. Mucho se habló de que otro que la buscaba era el secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, que por lo visto, se quedó en el camino.
Hay por lo menos tres factores que favorecieron a Meade Kuribreña, si no es que hasta cuatro: el hombre tiene fama de ser muy honesto, algo que incluso le viene de familia y eso será fundamental en la campaña; tiene menos flancos débiles ante la crítica en un entorno en el que el pueblo percibe altos grados de descomposición en dicho sentido; luego, a diferencia de Osorio Chong, que enfrentaría reclamos por hechos como la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, él desarrolló un trabajo ejemplar, primero en la Secretaría de Relaciones Exteriores (SER), luego en la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) y últimamente en la de Hacienda.
Más aún, es considerado como un aspirante independiente, porque no es afiliado al PRI; en la administración anterior trabajó con el gobierno de Acción Nacional (PAN), pero bajo las mismas circunstancias, sin ser militante panista. Y pudiera ser una cuarta observación: es bien visto por los dueños del dinero en este país y hasta en parte de los poderosos sectores económicos del extranjero.
Pero pasemos entonces a lo que será la parte electoral, hay que ver cómo construye el tricolor su figura, ya que aquí más que tratarse de una persona, se trata de un partido y del mismo gobierno; ambos preparan el terreno, orientan y asesoran en el proceso.
Como decíamos, el hombre trae algunas ventajas muy personales, pero habrá que traducirles en votos y respaldo ciudadano; es aquí donde se tiene que trabajar con estrategias precisas para la promoción, pero de entrada, como que sí es un cuadro más vendible que Osorio y algunos otros que la querían.
Y ¿cómo repercute en Morelos? Porque no es lo mismo para nuestro estado si hubiera sido el titular de Gobernación. Acá se estaría tambaleando la posible alianza del PRI con el Partido Encuentro Social (PES), si se asume que este último partido es creación de Osorio Chong, aunque igual y puede que entre ambos se diera algún acuerdo previo a fin de que ese instituto se sume en apoyo de Meade.
La conjunción de esas dos fuerzas partidistas para nuestra entidad es fundamental, si el hoy alcalde capitalino Cuauhtémoc Blanco Bravo logra ser candidato a la gubernatura. Su peso inclinaría la balanza a favor del priismo local y daría posibilidades reales de que el viejo partido recuperara el mando que perdió en tierras zapatistas en el año 2000.
Si Osorio decide llevarse al PES a jugar conjuntamente con otra trinchera, pues en Morelos tampoco irían juntos y el escenario electoral sería muy diferente, sobre todo para el Revolucionario Institucional, que -se advierte- solo difícilmente conseguiría grandes cosas porque sus estructuras partidistas están muy débiles.
Pero en lo que se refiere a los intereses del gobierno federal y su partido, se antoja que la decisión a favor de Meade Kuribreña ha sido la más adecuada, ya que incluso algunos observadores externos reconocen que por el lado de la corrupción, no se le podrá cuestionar mucho, en lo personal.
Ahora bien ¿qué arranca atrás en las encuestas, incluso frente a sus competidores internos? puede ser cierto, sin embargo, por todo lo que de él decíamos, tiene más posibilidades de crecer una vez en el camino y como que a eso se le viene apostando, porque hay quienes usarán como estrategia electoral el tema de la corrupción y ahí el señor es menos vulnerable que Osorio. En concreto, si las señales son reales, ya tenemos entonces a dos caballos definidos en la pista de carreras, Andrés Manuel López Obrador del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y José Antonio Meade. Sólo faltaría uno, el del Frente Amplio.