El desastre provocado por el terremoto y por algunos fenómenos naturales en el centro y sureste del país, llevó a debate el tema de la entrega de prerrogativas a los partidos políticos; o sea, que dinero del erario siga financiándolos, en cuyo tema hay voces encontradas.
Hay quienes proponen retirarles todo el apoyo y que cada uno de ellos se rasque con sus propias uñas; sin embargo, se nos antoja que otras voces, con un poco de reflexión profunda, sensatamente consideran que lo anterior llevaría a un peligroso riesgo. Al respecto, el mismo consejero presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), Lorenzo Córdova Vianello, ofrece una posición bastante interesante.
Él reconoce que en efecto, parece mucho el presupuesto que ejerce esa instancia a su cargo y que igual y se podría buscar la manera de disminuirla, aunque recuerda que sólo para la emisión de credenciales de elector y otros gastos, que son un servicio social, se destinan en promedio tres mil 500 millones de pesos anuales.
Pero en lo que tiene que ver con las prerrogativas de los partidos, estima que es aventurado dejarlos sin financiamiento, porque de ser así, estarían en libertad de buscarlo en donde fuera necesario y recordó que hay fondos de dudosa procedencia dispuestos a invertir en política, pero con la desventaja de que van a cobrar facturas en el futuro inmediato.
Tanto a juicio suyo, como de otros analistas, lo más sensato es mantener las cosas como están, aunque sí buscando la manera de bajar el nivel del derroche, pero por lo menos son fondos sujetos a revisión y eso mantiene cierto control de los flujos, sobre todo cuando hay elecciones.
Y se recordaba que hay países donde esas instituciones son apoyadas por sectores empresariales, comerciales o por personas físicas, pero se vive en circunstancias distintas; en México ya a estas alturas y desde hace un buen rato, se tienen sospechas de que grupos de la delincuencia organizada están bien metidos con representantes populares o figuras públicas con toma de decisiones y que obedecen más a esos intereses oscuros que a los reclamos de sus representados.
Entonces pues, siendo prudentes, lo mejor es que no haya grandes cambios en la materia o se comenzará a perder el control institucional, ya en sí descontrolado y las cosas pudieran ponerse peores de lo que ahora aparecen. El mismo Córdova Vianello señalaba que la política en este país es muy costosa, porque no hay liderazgos sociales y eso encarece el voto ciudadano.
Candidatos desconocidos o desacreditados se ven precisados a comprar los sufragios ante la imposibilidad de ganarlos legalmente y convierten los procesos de elección en un mercado donde todo tiene un costo y oferta. Para acabar pronto, es el pueblo el que paga todo ese derroche, del que le regresan pequeñas migajas, ofreciendo ciertas cantidades por el apoyo.
Claro, este tipo de posturas, relacionadas con el retiro de subsidios a partidos –por ahora para apoyar la recuperación ante el desastre- es sólo una estrategia pensada para ganar simpatías y se inscribe ya en el ámbito electoral. Por cierto, fue el aspirante presidencial del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Andrés Manuel López Obrador, el primero que ofreció donar el 20% de dichas prerrogativas para entregarlos a Chiapas y Oaxaca.
Ya posteriormente y quizás con la intención de arrebatarle esa bandera, los demás institutos decidieron donar el 100 por ciento. Sin embargo, es con la esperanza de cobrar las facturas en las elecciones, no porque sean tan bondadosos y solidarios con el dolor de los afectados, esa es la realidad.
Por lo tanto, es un asunto que será vigente de manera coyuntural, luego que pase lo más delicado de la tragedia las aguas volverán a su nivel de siempre y con toda seguridad que ya no será tema a tratar; ya conocemos cómo se mueven en esos altos niveles de la política nacional.
Pero por las reflexiones de algunos pensadores aquí expuestas, no es conveniente llegar al extremo de despojar a los partidos del dinero público; entonces las cosas podrían llegar a terrenos mucho más delicados, porque en su afán de ganar, instituciones y candidatos serían capaces de vender su alma al diablo a fin mantener poder.
MOVIMIENTO EN LA DEMOCRACIA
Después de un largo conflicto al interior del Sindicato de Trabajadores al Servicio del Poder Ejecutivo del estado, por el choque de grupos que le hicieron la vida imposible al secretario general Daniel Hernán López, a quien se intentó remover de su representación, ha comenzado el proceso de renovación.
El sindicato se vio contaminado con conflictos externos que parecían ajenos a sus funciones, a partir de que Argelia Corona, quien es parte del mismo comité directivo, se identificó con bloques de organizaciones opositoras al gobierno estatal, reclamando instalarse como la nueva dirigente del gremio.
Al final y una vez en tribunales, las denuncias entre sí se prolongaron indefinidamente hasta llegar al punto muerto, sin decisión favorable a algunas de las partes, a estas alturas, ya los sindicalizados le dieron la vuelta a la página y conforman planillas para buscar ganar el comité que tendrá que tomar protesta a finales de enero y principios de febrero del año que viene.
Es decir, a pesar de que se vio obligado a hacer de una de las bancas del Jardín Juárez su oficina de trabajo, ante la imposibilidad de ingresar al edificio sindical, Hernán López busca concluir su periodo legal y entregar la dirigencia a quien gane la justa. Hay que mencionar que su sobrevivencia se basó fundamentalmente en el apoyo que siempre se le dio de parte de la Secretaría de Administración, de donde dependen laboralmente.
Eso le dio ventajas ante sus adversarios que se apoderaron de las instalaciones sindicales y hasta el momento siguen bloqueando la entrada a quienes se identifican con Hernán, que de última hora, ocupó una sede alterna al sur de la ciudad de Cuernavaca, donde se realizan los registros de las planillas concursantes.
El mismo gobierno estatal, hasta donde se sabe, busca a partir de esta elección, cerrar el paso a quienes se relacionaron públicamente con fuerzas adversas a la administración y en mucho esa es la última tarea del actual secretario general; aplicar filtros para impedir inconvenientes a futuro.