Durante los tiempos previos y de promoción en su aspiración de llegar a la dirigencia estatal del Partido Revolucionario Institucional (PRI), el ahora presidente del CDE Alberto Martínez González había prometido que una vez logrado éste propósito solicitaría licencia en su calidad de legislador local, para poder dedicarle tiempo completo a la renovación de ese instituto político. Sin embargo ha dado marcha atrás, porque sus expectativas económicas vendrían a menos.
Miembros del CDE señalan que el líder no se había dado el tiempo para conocer cuál sería su ingreso como presidente y que una vez en la representación, supo que éste, con muchos aprietos, alcanzaría los 50 mil pesos mensuales y sin posibilidades de acrecentar la suma, por los estrictos controles que ahora impone el CEN e incluso el Instituto Nacional Electoral (INE).
Y lo que se menciona es que en su calidad de representante popular, incluidos toda clase de beneficios, apoyos y bonos de compensación, obtenía mensualmente cerca de 200 mil pesos; claro, de manera normal, porque cuando había que aprobar alguna iniciativa especial o la Ley de ingresos y egresos de cada año, se podían hacer algunos negocios más.
El priista explicó a La Unión de Morelos que derivado de algunas reformas y debido a los nuevos esquemas anti corrupción, el CEN controla las finanzas de los diversos comités directivos estatales en el país; es decir, cualquier publicidad a favor del PRI local, es primeramente avalada o rechazada por la dirigencia nacional y el cobro lo paga o autorizan a nivel central, de tal forma que los márgenes de maniobra en esa materia están prácticamente eliminados.
Dijo que incluso, el INE tiene ya facultades e injerencia directa para fiscalizar cualquier ingreso o egreso de los partidos políticos para conocer cómo y en qué se destina el dinero que por la vía de la entrega de prerrogativas se les da a esas instituciones y entonces, el gran negocio que era una dirigencia partidista hace años quedó en el pasado y es por éstos motivos, no por otros, que Martínez González se mantendrá en ambas posiciones, a menos que sus superiores le ordenen lo contrario. Además de que, como se conoció en principio, como líderes no pueden aspirar a algún cargo de elección en el 2018, de tal manera que dejó a su suplente vestido y alborotado.
Ya desde el Congreso local se oficializó esa postura, a partir de que fuera sustituido como coordinador de la fracción parlamentaria del tricolor en el recinto legislativo por su compañero Mario Chávez Ortega, nieto del ex gobernador Lauro Ortega Martínez, quien queda al frente de lo poco que sobrevive del Revolucionario Institucional; pero reiteramos, es por cuestiones de ingreso que seguirá como diputado, no por otra cosa.
GRANDES FUGAS EN EL PRI
Y abundando en torno a éste instituto político, los priistas irán a las elecciones del 2018 bastante disminuidos, porque a lo largo de algunos meses, han venido perdiendo cuadros que ofrecían garantía de triunfo a nivel de diputaciones locales o presidencias municipales y que por motivos diversos, decidieron llevarse su capital electoral a otras trincheras.
Como se recordará, en el caso de Jiutepec, no obstante que el PRI venía con escasas posibilidades de éxito en el 2015, algunas de sus figuras hicieron un papel decoroso, dieron la pelea y como aspirante a la comuna Rafael Reyes Reyes logró posicionarlo como segunda fuerza, si no es que primera, porque se habló de que lo negociaron; sólo que ahora ya trabaja intensamente para volver a contender por esa comuna, pero por la vía del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
Ésta decisión deja al tricolor prácticamente huérfano en éste que es un territorio bastante importante a nivel de votos; sólo le quedan algunos activos muy pobres, como Leticia Beltrán, que sería la menos peor o la de siempre, o Guadalupe Jiménez Tovar, del eterno clan que se resiste a fenecer.
Para el caso de la alcaldía en referencia, ya incluso se conoce a quiénes irán por la presidencia: Morena se perfila con Reyes Reyes; el Partido de la Revolución Democrática (PRD) repite con el actual edil, Manuel Agüero Tovar; el PRI va con Leticia Beltrán o Guadalupe y a Acción Nacional (PAN) también le queda sólo el ex diputado local Arturo Flores Solorio y todo indica que irá con él, pero las mediciones más recientes conceden al tricolor una pobre tendencia de 10 puntos porcentuales, contra casi 40 por ciento a favor de quien fuera su candidato en el 2015, así que ha sido una enorme pérdida.
En Temixco pasa más o menos lo mismo, aquí los tricolores se ubicaron igualmente como segunda fuerza en la batalla por la comuna en el 2015, con Andrés Huicochea Santaolaya, sólo que es altamente probable que él emigre y del mismo modo, a Morena, aunque aún no es una decisión tomada, por lo que se sabe. Sin embargo, más o menos por ese lado van las cosas.
Bueno, en Xochitepec, quien debió ser el candidato del PRI en ese 2015, en lugar de Alberto Sánchez Ortega, actual edil, era Ramón Ocampo, porque traía un enorme trabajo con la gente, sólo que la dirigencia estatal se la negó, ofreciéndole la secretaría del ayuntamiento, que actualmente tiene. El acuerdo fue que le tocaba ir en el 2018, pero ya sabe usted, era promesa no escrita y parece que se la volvieron a negar de manera anticipada, de tal forma que el señor viene trabajando, pero por el PRD. Y así nos podríamos ir enumerando una serie de fugas en lo que corresponde a personajes con cierto liderazgo, incluyendo a alcaldes y diputados locales actuales que oficialmente o en la práctica ya trabajan para otras plataformas.
Todo lo anterior debe ser preocupante para ellos, porque hablamos de que en Cuernavaca y el área conurbada, donde se concentra cerca del 70 por ciento del voto ciudadano del estado, parecen estar desarmados, sin caballos buenos para la carrera y entonces es aceptar que mínimamente deberán esperar otros seis años para soñar con volver a gobernar la entidad. Sin embargo, son los propios cabecillas del partido los que han llevado al instituto político a ésta situación, en todo caso, es la militancia la que sigue siendo rehén de quienes dicen dirigirlos o representarlos pero que los canjean por unas cuantas monedas.