La práctica de la corrupción es añeja, aunque de unos años a la fecha pareciera haberse multiplicado, no obstante, esa percepción pudiera ser producto de que ahora, es casi imposible que los “servidores públicos” puedan ocultar sus fechorías, con tantos instrumentos de comunicación que los pueden exhibir fácilmente.
Como quiera que sea, se antoja que ha sido más o menos a partir del 2000 que comenzamos apreciar excesos casi imperdonables en un considerable número de alcaldes, que se despachaban con la cuchara grande, convirtiendo los ayuntamientos en bolsas de trabajo para amigos, compadres, cómplices y desde luego familiares.
Escándalos se han seguido dando permanentemente, sin embargo no vemos al primero que pise la cárcel y si se llega a dar algún caso, puede ser por motivos distintos, no realmente por la intención institucional de aplicar la ley a quienes se pasen de listos.
Nos referimos al tema porque observando un poco hacia atrás y recordamos aún aquellos tiempos en que se hablaba de proceder contra algunos de ellos. Un caso especial fue el de Gustavo Rebolledo Hernández, quien fuera edil de Zacatepec y ejerció el mando a absoluta voluntad, manejó el dinero público como se le dio la gana y no obstante múltiples evidencias, todo terminó en señalamientos públicos desde algunas instancias, incluso oficiales.
Cuautla no se ha salvado de malos gobiernos, ahí está el caso de Sergio Valdespín Pérez, que del mismo modo se llevó prácticamente todo y dejó empeñada la presidencia a sus sucesores. Se llegó a asegurar, desde las instancias competentes en materia legal, que habría castigo, sólo era cuestión de concretar las investigaciones y sería llamado a cuentas. No pasó nada.
Luego llegaría otro más o menos igual, Jesús González Otero, quien acabó de quebrantar las finanzas, se documentaron muchos desvíos, los cuautlenses reclamaban justicia, pero nunca llegó, francamente consideramos que ya no habrá acción.
Otro caso por demás delicado y muy reciente, es el de Miguel Ángel Colín Nava, ex alcalde de Temixco, las referencias que se tienen respecto a cómo se condujo como edil son terribles, porque acá ya se apreció con toda intensidad la injerencia directa de grupos de la delincuencia organizada.
Claro, la maña se había instalado en esa comuna un trienio atrás y como ocurrió en Xochitepec, con el también ex presidente municipal Rodolfo Tapia López, iniciaron con el control de la basura. Pero en Temixco aquello escaló prácticamente todos los niveles de la administración.
Jiutepec no ha escapado a gobiernos mediocres, sin duda, el de Miguel Ángel Rabadán Calderón ha sido uno de los peores y como en los casos anteriores, mucho se analizaron hechos concretos de corrupción, pero ahí quedaron en la historia.
Malos manejos se han dado siempre en los ayuntamientos, nadie podría negarlo, sin embargo, en la medida en que no se sanciona a nadie, las cosas van creciendo de nivel hasta llegar a grados imperdonables. Lo desalentador es que la proximidad de las elecciones del 2018, seguramente hará que se olviden todos esos antecedentes y se le de vuelta a la hoja permitiendo la omisión e impunidad.
La situación en la que vivimos en estos momentos invita a los políticos a mostrar un poco de amor a su trabajo, su representación frente al pueblo, en la medida en que la ley es pisoteada por toda clase de personajes de la vida pública vamos entrando a una degradación en el ejercicio del poder.
Es mayor el daño que nos han hecho aquellos que mal gobiernan desde los tres niveles de autoridad que el que nos pueda hacer el magnate presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, para qué le damos tantas vueltas al asunto. Los municipios, el estado, la nación misma está en problemas porque quienes están ahí para hacer valer la legalidad, se prestan a todo.
Por lo menos en Morelos seguramente la absoluta mayoría de ciudadanos desea ver que algunos de los que hemos mencionado rindan cuentas, pero es como tirarle piedras a la luna, jamás la alcanzaremos. Como se aprecia, ahí están demasiados pendientes de la justicia.
Ahora bien, tampoco puede ser que ante tantas evidencias, como en el caso de Colín Nava, no se tengan elementos para empezar a proceder, ni siquiera es necesario realizar un esfuerzo grande para dar con muchos delitos, incluso de carácter federal, pero seguimos atrapados en una maraña que impide ejercer el estado de derecho, porque todo indica que hay quienes están por encima de la propia Constitución.
Y habría que sentar precedentes para evitar que algunos de los actuales presidentes municipales caigan en la tentación, ya existen señalamientos en contra de dos que tres, pero generalmente le meten más las manos cuando se acerca el final y no estamos lejos.
Aquellos que aspiren otro cargo de elección popular en el 2018 tendrán que solicitar licencia en un año más y suelen llenar las maletas antes precisamente para financiar sus campañas, eso es recurrente, de ahí la urgencia de que se actúe en contra de quienes se fueron casi huyendo por su mal proceder.
Ahí está otro factor que alimenta la animadversión popular en contra de los partidos políticos, porque son precisamente éstos, a partir de sus representaciones en las cámaras, los que impiden el ejercicio de la ley contra sus cuadros.
Y como sin excepción de colores todos los alcaldes suelen actuar igual, pues desde los congresos se negocia la impunidad. Es decir, yo protejo a los tuyos para que tú hagas lo propio con los míos y todos contentos, finalmente nadie tiene la cola limpia, porque en ese mundo se vive entre complicidades y favores mutuos. Así que dejemos de quejarnos del exterior, es dentro donde todo está podrido, porque los servidores públicos llegan a servirse, pero sin medida ni recato.
P.D. A partir de la semana entrante iniciamos un breve receso, volveremos a encontrarnos a partir del 22 de marzo, para continuar nuestra labor.