Bueno, aún durante las campañas electorales por la presidencia de los Estados Unidos, cuando todavía se daba por hecho la derrota de Donald Trump, los ánimos eran otros, pero tras el triunfo del mismo, como que todo empezó a derrumbarse y no por los efectos de su llegada a la Casa Blanca este 20 de enero, sino porque los movimientos a nivel internacional empujaron a un declive generalizado.
Podría decirse que actualmente, aún para los economistas más experimentados, resulta casi imposible intentar adivinar el futuro, con todo lo que está aconteciendo lo que hoy se diga tiende a perder sentido el día de mañana, vivimos momentos inciertos y de indefinición en lo que tiene que ver con el desarrollo mundial.
Muchas fueron las resistencias del pueblo o de algunos sectores que se veían afectados directamente en lo que toca a las llamadas reformas estructurales y a manera de consolación se nos dijo oficialmente que eran irremediables, pero que además, al mediano plazo darían sus resultados positivos.
Bueno, en lo referente a los energéticos, hasta se prometió que bajarían los costos del gas doméstico y también de la gasolina, pero apreciamos que ha sido todo lo contrario y del resto de los cambios, ya sean en materia laboral, educativa o la que se quiera analizar, tampoco hay señales de que en su momento generen los beneficios que se aseguró se obtendrían.
Más bien sí se vienen cumpliendo las advertencias que señalaban los grupos directamente afectados, la educativa, por ejemplo, le está reduciendo históricas prestaciones y ventajas a quienes se dedican a la enseñanza. de entrada, se condiciona la entrega de plazas a perpetuidad y casi se está llegando al contrato temporal a fin de ir evitando antigüedad laboral.
Igual y no hay más remedio que obedecer la instrucción de los magnates económicos que dominan al mundo, pero por lo menos debería haber un esfuerzo de quienes ejercen el poder público y tienen decisión en esta materia, por explicarle al pueblo mexicano el porqué de todo esto que para la mayoría de connacionales es inentendible.
Claro, quienes gobiernan al país tratan de seguirnos haciendo creer que somos una nación independiente y democrática, que aquí tomamos nuestras decisiones y no somos influenciados por el exterior, cuando ocurre todo lo contrario.
Aunque así sea la cruda realidad, lo más prudente sería que nos hablaran con la verdad, que por fin nos quitaran esa venda de los ojos. Quizás lo entenderíamos y admitiríamos que no podemos apartarnos del rumbo que siguen muchos países si queremos seguir siendo beneficiados con el intercambio de inversiones y programas de impulso al crecimiento.
Por todo lo que se puede observar se antoja que todavía no tocamos fondo, que nuestras calamidades pueden seguir y ello es peligroso, porque alimenta la inconformidad que seguramente se transformará en obligada reacción que ojalá sea sólo a nivel de protesta en las calles, aunque todo esto da para mucho más que eso.
A propósito de la reforma energética, se recuerda que la votación fue la siguiente, 209 sufragios del Revolucionario Institucional, 107 de Acción Nacional, 28 del Partido Verde y 10 de Nueva Alianza. Bueno, también se acompañan los datos destacando que en el periodo de Calderón los incrementos a la gasolina se daban mensualmente y que en el último año de su gestión, el costo acumulado superó el 65 por ciento.
La diferencia era que entonces los movimientos eran menores, pero constantes, hoy los dejaron caer de un solo golpe y eso es lo que mantiene en tensión e irritación a la mayor parte del pueblo. Igual y en lo sucesivo ya no se mueve a la alza, aunque conociendo cómo se desarrollan este tipo de procesos, es casi seguro que lejos de disminuir seguirá creciendo, pero se establece un tope del que no puede pasar.
El argumento de algunos funcionarios va en el sentido de que la liberación del precio del combustible será ventajoso a mediano y largo plazo, que porque ya habrá competencia en el territorio nacional; hay compañías extranjeras que vendrán a ofrecer el mismo servicio que Petróleos Mexicanos (Pemex), pero eso no se dará de hoy para mañana, pasaran tres o cuatro años para que comiencen a operar y mientras eso ocurra, pues la podríamos pasar mal.
Algunos sectores con mucho peso en la toma de decisiones a nivel cupular, como el empresarial, ya viene haciendo algunas sugerencias, pidiéndole al gobierno que intente algunas medidas a fin de suavizar los efectos negativos en grupos sociales muy vulnerables, algo deberá aparecer en ese sentido.
Y es la población en su conjunto la que recibe todos los efectos negativos, porque también a decir de algunos personajes del régimen, al gobierno, por un lado le afecta pero por otro le beneficia, debido a que los impuestos a la gasolina se van a una bolsa que es distribuida entre todas las entidades de la república y en el caso que nos ocupa, crecerá considerablemente.
Es pues, desde la óptica popular, muy difícil entender y aceptar las disposiciones oficiales, porque se sigue viendo a nivel de clase política un enorme derroche que para nada muestra voluntad de austeridad, como acción de solidaridad con los gobernados. Eso es lo que más lastima.
No hay dinero, la recaudación por la vía tributaria, dicen, es insuficiente, pero los salarios, las prestaciones, los bonos adicionales y toda clase de beneficios económicos a favor de los representantes populares, funcionarios, magistrados, ministros, cuyos ingresos siguen en niveles alarmantes, ahí para nada se refleja la escasez.
Lo que se requiere de urgencia, es alguna reforma que limite las prerrogativas a los partidos políticos, la reducción del número de representantes populares en las cámaras, en particular, acabar con los plurinominales, desaparecer dependencias de decoración que no resuelven nada o que significan una duplicidad en las estructuras del régimen. En concreto, sí hay tela de donde recortar y queremos ver esa voluntad.