Quienes contaron con las posibilidades económicas, aquellos privilegiados con cargos en el gobierno o representaciones populares, tomaron distancia y quizás se encuentren en alguna playa nacional tomando el descanso, pero una cosa es cierta, la absoluta mayoría se quedó en casa a organizar sus tradicionales fiestas navideñas, porque además, los recursos no le alcanzaron para más, había que conformarse con estar reunidos con la familia.
Lo bueno de todo esto es que pospusieron sus inquietudes para mejores tiempos; hace ya algunos días que el Centro histórico de Cuernavaca es muy transitable, los congestionamientos de tránsito, derivados de continuas expresiones de inconformidad y de marchas o plantones concedieron unos días de calma, que con toda seguridad, se extenderán hasta después del Día de Reyes, el 6 de enero.
Eso sí, a partir de esa fecha la situación volverá a su normalidad, es decir, los gritos y manifestaciones se reiniciarán y además gradualmente irán mostrando tintes electorales, porque el 2017 es ya un periodo preelectoral y de preparativos para la justa del 2018.
Pero el próximo sigue siendo, a juicio de muchos, un año incierto, localmente es casi un hecho que aquellos conflictos entre partidos y poderes públicos que entraron en relativa calma, regresen con suma intensidad. Económicamente el diagnóstico de conocedores en la materia anticipa dificultades, porque los incrementos en la gasolina elevarán los niveles inflacionarios y las repercusiones se sentirán particularmente en sectores sociales ya con serios problemas para satisfacer necesidades elementales.
Y ahora sí ya estamos en la antesala de la toma de protesta del nuevo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, que sigue generando preocupación por las advertencias en la toma de decisiones que estarán afectando al pueblo mexicano. El señor sustituye a Barack Obama el 20 de enero y se entiende que las relaciones México-Estados Unidos cambiarán radicalmente.
Ya en lo estatal, algunas voces han empezado a sostener que de cumplir la amenaza de deportar a millones de mexicanos que laboran sin documentos en aquella nación, incrementaría el desempleo y hasta los niveles de delincuencia en Morelos, porque de aquí hay una buena suma de indocumentados al otro lado del río Bravo.
Pero en estos momentos, todo mundo ha optado por dejar sus inconformidades para otros tiempos, lo que lleva a un período de calma y tranquilidad relativas, incluso los hechos delictivos como que presentan cierto decremento, porque el espíritu navideño obliga a la hermandad y la convivencia.
Unos más, otros menos, pero se aprecia que los mexicanos pasamos por situaciones algo dramáticas, de lo que nuestro estado no escapa, hasta para quienes gobiernan el escenario viene resultando bastante complicado, hay escasa respuesta a las necesidades populares, porque el presupuesto público, en el caso de Morelos, es casi el mismo desde hace tres años.
Ello simplemente significa que las posibilidades de aliviar el rezago social se alejan cada vez más..
A la elección que viene llegaremos con una desconfianza social histórica hacia sus instituciones, llámense partidistas o gubernamentales, lamentablemente eso crea más incertidumbre, porque no hay acompañamiento ciudadano en la toma de decisiones.
Durante casi dos semanas más todo mundo estará distraído, en medio de festejos y celebraciones, totalmente apartado de la realidad que le rodea, es espacio de tradiciones y de acciones culturales que nos caracterizan desde hace cientos de años, pero el amanecer del 2017 ya será otra historia.
VA EL CUAU POR APOYO FEDERAL
En otro asunto, ayer el presidente municipal de Cuernavaca Cuauhtémoc Blanco Bravo informó a los medios de comunicación su decisión de dar por terminado el decreto mediante el cual se venía desarrollando en la capital del estado el modelo de seguridad del Mando Único.
Apelando a la buena voluntad y entendimiento del Poder Ejecutivo, consideró que con los elementos policiacos que tiene resolverá coyunturalmente las necesidades en la materia, mientras obtiene una respuesta de la Secretaría de Gobernación (SG), a la que le ha pedido ayuda.
Es decir, el alcalde hizo la petición al titular de dicha dependencia, a fin de que le facilite agentes de la Policía Federal Preventiva y ayer mismo esperaba que le respondieran. Acompañado por el secretario del Ayuntamiento, Guillermo Arroyo Cruz, Blanco Bravo también abrigó la esperanza de que esta determinación no lleve a decisiones equivocadas de parte de las instancias estatales.
Incluso el edil se dijo confiado en que lo anterior no genere distanciamiento con los otros poderes y en lo personal recordó que él sólo busca hacer el bien, “no le he hecho daño a nadie, por eso tampoco tengo miedo, quien nada debe, nada teme”.
Una vez que la respuesta sea positiva a su determinación, solicitarán la devolución de las instalaciones que corresponden al municipio, así como patrullas y permisos de portación de arma, Aunque Arroyo Cruz no descartó que ante una eventual negativa, se vean obligados a recurrir a una controversia ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
Minutos antes, el funcionario recordó que han tenido que aplazar la puesta en operación del alcoholímetro, debido a problemas con el Mando Único los días 15, 16 y 17 de diciembre, pero éste se hará efectivo en un tiempo más.
Tanto el secretario como el presidente municipal se manifestaron a favor de la reconciliación y recuperación de relaciones, sobre todo con el gobierno estatal, con el que han entrado en serias diferencias.
Pero no fue así, unas horas más tarde, el secretario de Gobierno Matías Quiroz Medina también llamó a conferencia de prensa para reiterar que el decreto del Mando Único sigue vigente y se mantendrá en la ciudad, a la vez que negó irregularidades del mando, como señalara el alcalde. O sea, que para el estado las cosas siguen como están.
