Tampoco se conoce cuál será el procedimiento, es decir, si podrán votar sólo priistas empadronados o cualquier persona con credencial de elector, quiénes serán los jueces y qué pasará si todos los inconformes juntos son más que los que votaron por el candidato ganador.
Por eso los pobres priistas andan todos confundidos porque dicen que no hay claridad en los mensajes que envían los diferentes protagonistas de esta tragicomedia. El delegado José Castro Justo no da fecha para definir este asunto y a él le conviene que siga así para continuar cobrando como tal.
Los priístas esperaban que doña Beatriz Paredes viniera a Morelos a dar línea. Los aspirantes tenían la esperanza de que la matriarca emulara aquel pasaje bíblico y dijera la frase: “Este es mi hijo Amado en quien tengo complacencia”, o bien, que repitiera aquélla que popularizó Carlos Salinas (“No se hagan bolas”), pero dicen que cuando vino sólo les pidió “ponerse de acuerdo entre ustedes”.
Y por supuesto que no se van a poner de acuerdo. Los priistas son una especie que se apoderó del gobierno durante 70 años, precisamente porque no les preguntaban a quién querían para tal o cual puesto. Se los imponían.
Sólo bastaba con que un presidente viniera y le diera un fuerte abrazo con tremendas palmadas en la espalda a determinado político local para que todos los demás, incluyendo sus contrincantes, entendieran que era su “gallo” y entonces venía la famosa “cargada”, en la que nadie se quedaba fuera.
Pero hoy no hay espaldarazo para nadie y quien se le quiera cargar a alguno de los candidatos corre el riesgo de quedar fuera del erario público que ya manejan en algunos municipios y que están seguros que controlarán por completo para el 2012.
Como tampoco se respetan las reglas no escritas que prohibían darse “madruguete” entre priistas. Prueba de ello es que en el Congreso local ya van dos albazos dentro de la bancada del tricolor…y los que faltan.
Es por ello que hay tres candidatos fuertes a la dirigencia estatal del PRI y a cual más se dice con los merecimientos necesarios para lograrlo. Pero desde mi particular punto de vista, será un agarrón en el que ganará el que sepa utilizar mejor las “marrullerías”, o bien, el que tenga mejor relación con la lideresa nacional.
Quizá alguno de los candidatos con menos posibilidades se aviente la puntada de retar a los contendientes a que, como requisito para entrar a la contienda, se hagan la prueba del antidoping y pasen un examen “de control y confianza” en el que demuestren la legal procedencia de todos sus bienes. Luego, que exhiban su cédula profesional que dicen tener para que se certifique que realmente son lo que presumen.
Y es que en estos tiempos en que hay exámenes para todo, lo menos que pueden pedir es tener gente preparada y honesta en las dirigencias estatales. No pueden los priistas darse el lujo de elegir a un líder estatal con sospechas de recibir dinero del narco o malversar recursos del erario público.
Asumiendo que los tres con más posibilidades sean Amado Orihuela, Víctor Saucedo y Samuel Palma, uno se pregunta cómo es que el PRI no tiene a una persona con el arrastre entre la raza del primero, la astucia del segundo y las relaciones del tercero. A falta de alguien con esas tres características el PRI sale perdiendo con cualquiera de ellos. A Amado le reprochan lo ranchero y atrabancado; a Víctor no lo bajan de porro y a Samuel Palma no lo conocen ni en su colonia.
El factor Taboada
La semana pasada hablamos del proceso de elección en el Tribunal Superior de Justicia. Tras analizar el perfil de cada uno de los 10 magistrados que integran el pleno dejamos asentado que serían los magistrados Ezequiel Honorato Valdez y Leticia Taboada Salgado quienes definirían el nombre del presidente para los próximos dos años. Hoy los hechos lo confirman.
De Leticia Taboada escribimos lo siguiente: “Es del grupo del ultraderechista de Mariano Azuela y llegó al cargo gracias al Partido Acción Nacional, el cual es el principal interesado en quitar a Ricardo Rosas.
Pero, lo que son las cosas: no puede ver ni en pintura a Andrés Hipólito, irónicamente también panista declarado, ya que éste le inició una denuncia en la Procuraduría de Justicia por el excesivo rezago que le dejó en la ponencia mientras lo suplió. ¿Qué influirá más en su decisión? ¿Una cuestión doctrinaria, política, o una cuestión personal?
Aun considerando la posibilidad de que a última hora la magistrada recibiera una llamada recordándole a quién le debe el cargo, el marcador estaría empatado”.
Nuestro pronóstico resultó atinado, no sólo por el empate que propició el voto de Taboada a favor de Miguel Ángel Falcón Vega, sino también por las llamadas. Dicen que, efectivamente, Oscar Sergio Hernández Benítez y Luis Miguel Ramírez Romero, entre otros, le recordaron cómo llegó al Tribunal y le exigieron votar en contra de Rosas. A diferencia de sus compañeros disidentes, ella no acudió a la conferencia de prensa que ofreció Falcón Vega en su cubículo donde estuvo flanqueado por Carmen Cuevas y Andrés Hipólito.
En la fallida sesión del pasado miércoles Taboada volvió a quedar entre la espada y la pared cuando los disidentes le pidieron firmar un documento en el que desconocen a Rosas como presidente. No lo firmó pero tampoco se presentó al Pleno donde el presidente del TSJ cumpliría con el protocolo de la toma de protesta. Se reportó enferma.
Pero Taboada no puede reportarse enferma todos los días, así que deberá definir su posición al interior del TSJ o de una vez pedir chamba a sus amigos panistas. Su presencia será determinante para que haya quórum y se puedan realizar las sesiones.
Por lo que respecta a Miguel Ángel Falcón Vega, es de reconocerse su valentía al encabezar a la fracción disidente aunque habría que preguntarle si avala el arrebato de su compañero Hipólito Prieto, quien lanzó al suelo la Constitución y la Ley Orgánica cuando se dio la elección de Ricardo Rosas mediante el llamado “voto de calidad”.
Y reiteramos: Falcón Vega no necesitaba de asesores externos que le “engordaran el caldo” ni magistrados que le dijeran qué hacer o decir. El día de la polémica sesión el que esto escribe esperó a Falcón para tomar su declaración como lo hicieron el resto de los reporteros, pero no contábamos con que la magistrada Cuevas se había erigido como su jefa de prensa y fue ella quien recomendó que el magistrado Falcón no nos diera declaraciones. Imagínense si hubiera ganado.
Ahora Falcón Vega debe analizar muy bien cuál va a ser su actitud al interior del Pleno, porque mientras Hipólito Prieto, Carmen Cuevas y Valentín González son “anti-Rosas” desde antes y tienen problemas incluso personales entre ellos, pero Falcón se ha declarado “amigo” del magistrado presidente, lo que provocó que algunos analistas consideraran que su destape fue un “teatro” y que en realidad era su “delfín”.
El doctor en Derecho debe definir si continuará al frente de un movimiento digamos de “resistencia”, algo así como el papel que desempeño Andrés Manuel López Obrador como “presidente legítimo”, o bien regresar al trabajo institucional y esperar una nueva oportunidad, a menos que ya tenga bajo la manga algún recurso legal que eche por tierra la cuestionada reelección.
Ahora bien, ¿cuál es el panorama que se presenta para Ricardo Rosas en su último periodo de dos años? Desde nuestra perspectiva tendrá que remar a contracorriente, pues aun cuando su elección pudiera ser legal, es evidente que no tiene el respaldo de todos los magistrados. Por si fuera poco, el golpeteo mediático y la falta de una estrategia de contraataque lo ha dejado bastante maltrecho.
El Tribunal Superior de Justicia, como institución, necesita quitarse la imagen que le han creado los detractores de Ricardo Rosas. Si alguien ha incurrido en corrupción que se presenten las pruebas y se sancione a quien resulte responsable, pero el TSJ es una institución de buena fe que debe seguir conservando la H de honorable que se le antepone a su denominación.
La traicion de Fidel
El repentino cambio de parecer del diputado Fidel Demédicis con respecto al Tribunal Superior de Justicia provocó molestia entre los jueces pero era algo que iba a suceder tarde o temprano. De férreo defensor de la autonomía del Poder Judicial en su lucha contra el Ejecutivo, el legislador perredista pasó de pronto a ser aliado del Ejecutivo y hasta coincidió con el líder parlamentario del PAN, Luis Miguel Ramírez, en la necesidad de un cambio para terminar con la corrupción en el TSJ.
Que un diputado exprese su apoyo o simpatía hacia uno u otro candidato a la presidencia del TSJ es algo totalmente válido, máxime si el candidato llegó al cargo con la bendición del partido que el diputado representa. Lo que sí se vio mal fue que el legislador de pronto, como si se tratara de una revelación divina, se percató de los pecados capitales en que estaban incurriendo los togados del Poder Judicial y lo hizo público.
En los pasillos del Tribunal se dice que Fidel Demédicis Hidalgo vendió su apoyo a Ricardo Rosas a cambio de una plaza para su amiga Guadalupe Ramírez Censo, coprotagonista de aquel penoso episodio en el estacionamiento de Wal Mart Jiutepec. El diputado lo niega, pero lo cierto es que Ramírez Censo cobra hoy (según la página de Internet) como secretaria de Acuerdos adscrita al Consejo de la Judicatura.
Así es Fidel Demédicis. De eso vive y lo que menos le importa es lo que diga la gente porque sus puestos se los debe al partido que lo postula como plurinominal, no a la gente.