Pero el lunes al mediodía todo habrá terminado y la institución en comento estará viviendo uno de estos dos escenarios: la tercera reelección de un magistrado presidente rompiendo todos los records y teniendo el camino libre para llegar a una administración de ocho años, es decir, más que un gobernador. O bien, la llegada de un nuevo presidente del TSJ tras seis años de administración de Ricardo Rosas, un ex secretario de acuerdos del Tribunal Unitario Federal al que no le daban más de dos años de permanencia en la titularidad del Poder Judicial. Este segundo escenario a su vez tendría dos posibles variantes: que el nuevo presidente (o presidenta) sea afín a Ricardo Rosas y no haya cambios trascendentes; o bien, que el nuevo titular no simpatice con el multicitado Rosas Pérez y se dé inicio a una verdadera cacería en su contra.
De los dos grupos contendientes uno está encabezado obviamente por Ricardo Rosas y su círculo más cercano, con la ventaja de estar en el poder y tener a su disposición elementos materiales para lograr el triunfo.
En el otro lado está el magistrado Miguel Ángel Falcón Vega, quien se destapó la semana antepasada en una inusual conferencia de prensa.
El grupo uno trabaja al interior del Pleno a sabiendas de que la presidencia se gana con la mitad más uno de los votos de los 10 magistrados (algunos dicen que en caso de empate el voto del presidente vale por dos, lo que se me hace absurdo) y ahí están enfocando sus baterías.
El grupo dos está manejando su estrategia como si se tratara de una campaña política en la que vota toda la ciudadanía. En su “destape” Miguel Ángel Falcón Vega apareció flanqueado por el ex líder transportista y abogado ligado al PRD (también columnista en el semanario “7 Días”), Leonel Díaz Rogel, lo que resulta inentendible desde cualquier perspectiva que se le quiera ver.
En realidad, Falcón Vega representa a diversos sectores y personajes que por una u otra razón son enemigos de Ricardo Rosas. Es una especie de TUCRI (Todos Unidos contra Ricardo) que aglutina lo mismo al Sindicato que encabeza Jesús Millán Toledo, las organizaciones de abogados y hasta medios de comunicación resentidos.
No me cabe la menor duda que los enemigos de Ricardo Rosas eligieron a la mejor persona para representarlos. Salvo la falta de carrera judicial, Miguel Ángel Falcón Vega reúne los requisitos para ser un buen presidente siempre y cuando el presidente sea él y no quienes hoy lo están impulsando.
Su error, desde nuestro punto de vista, es que esté buscando el voto al exterior y no al interior del Poder Judicial. Algo nos queda claro: no es el “delfín” de Ricardo Rosas, como lo suponen algunos.
Ahora bien, ¿por quién van a votar los magistrados este lunes? Primero comencemos por definir quiénes ya tienen su voto decidido. Andrés Hipólito Prieto, Carmen Verónica Cuevas y Valentín González García votarán en contra de Ricardo Rosas porque abiertamente han expresado su desacuerdo con su política de trabajo, y por lo tanto están impulsando a Falcón como su candidato. Por su parte, las magistradas Rocío Bahena Ortiz y Nadia Lara Chávez están abiertamente a favor de Ricardo Rosas Pérez, toda vez que fueron designadas durante su administración. Esos son los dos extremos.
Luego vienen los que tienen aspiraciones de ser presidentes pero no lo externaron a tiempo: Ezequiel Honorato Valdez y Virginia Popoca González. Ellos también representan a “los que sí tienen carrera judicial”, pues ambos comenzaron como mecanógrafos y han ocupado todos los cargos. Más que por Ricardo Rosas, votarían en contra de Falcón.
Así las cosas, hay cinco contra cuatro a favor de Ricardo Rosas Pérez. “El fiel de la balanza” será Leticia Taboada, que es un caso especial. La magistrada no aspira a la presidencia porque tiene muy poco tiempo de haber llegado al Poder Judicial procedente del Consejo de la Judicatura Federal. Es del grupo del ultraderechista Mariano Azuela y llegó al cargo gracias al Partido Acción Nacional, el cual es el principal interesado en quitar a Ricardo Rosas.
Pero, lo que son las cosas, no puede ver ni en pintura a Andrés Hipólito, irónicamente también panista declarado, ya que éste le inició una denuncia en la Procuraduría de Justicia por el excesivo rezago que le dejó en la ponencia mientras lo suplió. ¿Qué influirá más en su decisión? ¿Una cuestión doctrinaria, política, o una cuestión personal?
Aun considerando la posibilidad de que a última hora la magistrada recibiera una llamada recordándole a quién le debe el cargo, el marcador estaría empatado. Desde mi particular punto de vista, Leticia Taboada y Ezequiel Honorato son los que podrían cambiar la historia este próximo lunes.
Reflexión sobre el Ejército
El pasado miércoles tuvimos la fortuna de compartir una mesa de análisis con periodistas de la talla de Teodoro Rentería, Gina Batista y Óscar Davis, bajo el auspicio del Instituto Morelense de Información Pública y Estadística. Aunque el tema central fue la Transparencia, me llamó mucho la atención la ponencia leída por mi jefe de Redacción, de tal manera que, con el permiso del autor, reproduzco el siguiente fragmento con el cual comulgo plenamente:
Los morelenses ya no tenemos derecho a circular sin ser molestados o a la privacidad de nuestros hogares (los autos son una extensión del hogar, según la ley), cualquiera de nosotros puede ser detenido, así sea brevemente, por el “delito” de no identificarse, algo que sólo es obligatorio en determinados trámites legales y nada más.
Incluso, ni siquiera tenemos derecho al honor, porque si el azar determina que alguien ajeno al asunto muera en un enfrentamiento entre autoridades y narcos, con toda seguridad será catalogado como “sicario”. Ni siquiera como presunto sicario.
Por lo menos así le pasó en el primer reporte de los hechos a la señora que perdió la vida en Ahuatepec y al comerciante que se atravesó en el tiroteo de Altitude.
El Estado de Derecho, la relación armoniosa entre ciudadanos en base a las reglas aceptadas por todas en los ordenamientos jurídicos, es en Morelos algo utópico, porque en realidad estamos bajo estado de emergencia, que nadie ha decretado pero allí está.
Tan está, que mis colegas comunicadores lo dan por hecho y lo difunden como si fuera la normalidad.
Como ejemplo cito en el caso de dos hombres que escaparon de su secuestro en una casa de Zacatepec. La vivienda fue rodeada por varias corporaciones pero nadie entró.
Lo que escuché en la televisión fue algo más o menos así: que las policías estaban a la espera de la llegada del Ejército, “el único facultado para entrar y realizar cateos”. Palabras más, palabras menos.
Es obvio que si lo vi en la tele, puedo pensar que es verdad y esas palabras tan sencillas pero tan venenosas se esparcen por las hondas hertzianas y de allí, en el boca a boca, por cada hogar.
El Ejército es el organismo que tiene el mayor poder de fuego y por lo tanto está a la altura de los narcos, pero no tiene ninguna -absolutamente ninguna- atribución para entrar a una vivienda, detener a una persona o matar a quien considere delincuente.
Ni siquiera para detenerlo bajo una denuncia anónima.
Los delincuentes verdaderos que caen así en la cárcel pueden salir con mucha facilidad porque pueden demostrar ante un juez la ilegalidad de su detención.
Sin embargo, nos comenzamos a acostumbrar a ver todas esas cosas con normalidad, a la espera de que el Ejército y la PFP nos libren de la plaga del narco. Justo lo mismo pasó en Estados Unidos, cuando los ciudadanos de aquel país aceptaron la limitación de sus derechos bajo el pretexto del combate al terrorismo. A la larga se dieron cuenta de que habían sido engañados por su gobierno, que sólo quería un pretexto para excederse y torturar en una cruzada que en realidad era para el control de los grandes contratos gubernamentales a manos de unas cuantas empresas, curiosamente ligadas a las familias de los entonces presidente y ex presidente.
Algo así nos está pasando en México y en Morelos en particular. Luego del vergonzoso espectáculo de un gigantesco vacío de poder ese aciago fin de semana del “toque de queda” que los periodistas contribuimos a que fuera verdad, los ciudadanos quieren aferrarse a algo que pueda significar protección.
Y si a cambio de tener al Ejército debemos renunciar al derecho a la libre circulación o a la preservación de la intimidad del hogar, pues renunciamos, parece que dijeron quienes creen que esto será temporal.
Pero la naturaleza odia los espacios vacíos y se preocupa por llenarlos.
Y el Ejército llena el ámbito que le corresponde ocupar al gobierno estatal y a los municipales.
De todo un poco
La soledad de Víctor Saucedo.- Bien dicen que la forma es fondo y en ese aspecto el experimentado Víctor Manuel Saucedo Perdomo se apoyó en un buen asesor de imagen para realizar sus lonas publicitarias que ya penden en puntos estratégicos de la ciudad de Cuernavaca. Sin embargo, si lo que pretende es mostrar a un líder de masas que busca la dirigencia del PRI-Morelos, entonces cometió un error garrafal en su conferencia de prensa del pasado miércoles en “La India Bonita”.
Las imágenes que aparecieron en televisión reflejan todo lo contrario. El candidato aparece solo entre sillas vacías. No sólo refleja que no tiene seguidores (o que no quiso gastar en su desayuno), sino también que él o su equipo de prensa carecen de poder de convocatoria ante los medios.
El compadre de Tania Valentina.- Una manchita empaña la imagen hasta ahora destacada de la diputada petista Tania Valentina. Resulta que un sujeto llamado Roberto Vences utilizó el nombre de la legisladora, a la que se refiere como “comadre”, para timar a una pobre mujer cuyo hijo está sentenciado a 39 años de prisión por diversos delitos, con 32 mil pesos.
A falta de espacio dejamos para la próxima semana los detalles de este penoso asunto en el que la diputada Tania Valentina no ha salido a decir qué tan cierta es su relación con Roberto Vences, ampliamente conocido en la colonia Acatlipa de Temixco. Con esos compadres, para qué quiere enemigos.