A invitación del titular de la Unidad de Gestión Universitaria de la UAEM, José Luis Rodríguez Martínez, participamos ayer en un novedosa conferencia virtual con el tema “periodismo y redes sociales” en la que analizamos fenómenos de la comunicación como la “posverdad” y el empoderamiento de la sociedad a través de las “malditas” o “benditas” redes, según la perspectiva de cada persona.
Primeramente hicimos un recuento de nuestros 30 años en el periodismo, que casualmente va a la par con el uso de las tecnologías de la comunicación. Es decir, comenzamos en 1989 cuando las computadoras estaban reservadas para las capturistas de los centros de cómputo de cada periódico (y nosotros teníamos que escribir en máquinas mecánicas), hasta hoy que los reporteros de la nueva generación no saben qué hacer cuando pierden su teléfono celular.
Cuando dicen que los periodistas somos el cuarto poder yo les contesto que ya no, alguna vez lo fuimos, pero hoy el cuarto poder es la sociedad a través de las redes sociales, y creo que hay infinidad de ejemplos que lo demuestran. Humberto Eco decía que en internet todos somos iguales, y que todos podemos ser emisores de un mensaje, y eso te pone a la altura de un presidente o de un premio nobel, y tiene razón.
Seguramente recordarán aquel caso en Chiapas donde un niño que vendía dulces en la calle fue maltratado por un inspector de un Ayuntamiento, le tiró sus dulces y le dijo que no volviera a ejercer el comercio ambulante en ese lugar. Eso ocurre todos los días en todas las ciudades de este país, pero la gran diferencia es que en esta ocasión un turista lo grabó y lo subió a las redes sociales. La consecuencia fue que el empleado fue despedido y sancionado por el Ayuntamiento, y hasta el gobierno estatal le otorgó una beca para que el niño estudiara.
Ese fue un ejemplo de cómo las redes sociales sirvieron para castigar una injusticia y beneficiar a un niño, pero hay muchos otros casos en los que han servido para linchar a personas inocentes, incluso no solamente en sentido figurado (lo que se conoce como los scraches virtuales), sino físicamente. En varios casos, a través de Facebook y Whatsapp se ha azuzado a la muchedumbre a perseguir, detener y quitarle la vida a personas sin siquiera saber si era culpable o no.
¿Por qué compartimos información que no nos consta que sea cierta? Según estudios de diferentes instituciones, una motivación es la diversión o entretenimiento; otra es el resentimiento social (como ocurre todos los días entre seguidores y detractores de Andrés Manuel López Obrador), y la última motivación es el dinero.
Esto nos lleva a una palabra que es nueva pero que ha sido muy utilizada en los últimos años, y se llama “posverdad”, que es cuando las emociones, las circunstancias y las creencias personales importan más que el hecho objetivo. Es decir, ves una supuesta noticia que desconoces si es verdadera, pero sientes satisfacción con el contenido y lo compartes y hasta le pones un comentario.
Y eso lo vimos en las pasadas elecciones para la presidencia de la República, cuando los partidos políticos contrataron empresas especializadas en viralización de mensajes para inundar las redes de noticias falsas, tanto en contra de López Obrador como de los otros candidatos.
De acuerdo al Instituto Tecnológico de Massachusetts, las noticias falsas tienen 70 por ciento más posibilidades de ser replicadas que las noticias verdaderas. Han surgido organizaciones dedicadas a verificar la veracidad de las informaciones que aparecen en redes sociales, pero si ustedes comparan el número de compartidas verán que la nota donde se explica que dicha noticia es falsa, la replican solamente el 30 por ciento de quienes compartieron la noticia falsa.
Seguramente vieron la noticia de la golpiza que le propinaron los pasajeros de una combi a un joven que intentó asaltarlos. La golpiza fue real, pero seguramente vieron una supuesta noticia que también se hizo viral en la que decían que unos abogados iban a demandar a los pasajeros justicieros y les iban a pedir una reparación del daño por dos millones de pesos. La noticia no traía nombre del medio ni firma del reportero, estaba muy mal escrita, pero provocó que miles de personas se enardecieran e insultaran a las autoridades a través de esa red social.
¿Las redes sociales no vinieron a sustituir a los medios de comunicación?.
No. Las redes sociales empoderaron a la ciudadanía y obligaron a los medios tradicionales de comunicación a cubrir hechos que de otra manera no serían de su interés. Hoy en día todo medio de comunicación tiene a una persona exclusivamente para estar al pendiente de las tendencias en las redes sociales, y tiene la obligación de hacer nota de cualquier hecho, por estúpido que parezca, pero que se haya hecho viral.
El que esto escribe sostiene que Facebook no es para hacer periodismo. Por eso van a encontrar en nuestro muro cosas chuscas o polémicas. Es una excelente herramienta para hacer llegar información a aquellos sectores que tradicionalmente no les gusta leer periódicos.
La Pandemia del Coronavirus va a hacer que las campañas políticas con miras al próximo proceso electoral del 2021 sean mayormente en redes sociales con todas las ventajas y desventajas que ello significa. En Facebook, principalmente donde están prácticamente todos, desde la abuelita, el nieto, los sobrinos, todos tienen su cuenta de Facebook. Ventaja: que es muy barato. Desventaja: que ya va a decir cuando es publicidad y quién la está pagando.
Otra ventaja: que hasta la mascota tiene cuenta de Facebook. Desventaja: que a la mayoría de la gente le da por opinar aunque no tenga la menor idea de lo que se está hablando, así que esperemos que los aspirantes no se saquen de onda si postean una foto suya y la gente los empieza a insultar. En Facebook la gente no tiene miedo, sólo vean la sección de comentarios del noticiero de Ciro Gómez Leyva para que se den una idea de lo que se van a enfrentar.
Ocurre algo similar a lo que hemos visto cuando un candidato acude a un espectáculo masivo. ¿Cuándo han visto ustedes que la gente reciba bien a un político o candidato en un jaripeo, baile, función de lucha libre o partido de futbol? Los reciben a chiflidos y mentadas.
¿Entrará la aplicación de “Tik Tok” a la lista de herramientas tecnológicas usadas para hacer famosa a una persona con aspiraciones políticas? Esa es la gran pregunta que será contestada en unas cuantas semanas cuando comience la gran batalla cibernética y los “comunity managers” saquen a relucir sus mejores ideas.
HASTA MAÑANA.