La designación de Rabindranath Salazar Solorio como subsecretario de Desarrollo Democrático, Participación Ciudadana y Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación ha tenido las más diversas interpretaciones a partir de que lo anunció ayer por la tarde el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador.
Hay quienes lo ven como un ascenso, pero también los que advierten que se trata de un movimiento que lo aleja del manejo de recursos financieros, que lo quita del escritorio para mandarlo a un cargo menos burocrático.
Por principio de cuentas habría que hacer notar que Rabindranath es contador público de profesión, y llega a sustituir a una licenciada en Derecho, por lo que se antoja un enroque que no tiene sentido ni explicación alguna. Lo lógico era que la abogada (especialista en temas jurídico-políticos) se quedara en la Subsecretaría de Gobernación y el contador público siguiera atendiendo el Banco del Bienestar.
¿Algo no le gustó del manejo de Rabín en el Banco o de Diana Álvarez en la Subsecretaría? Difícilmente lo sabremos, pues “los designios de AMLO son inescrutables” y sólo él sabe por qué los hace.
Sólo quienes son sus seguidores o miembros de su vastísima familia lo consideran un súper ascenso que lo pone en la antesala de la gubernatura de Morelos.
Desde nuestro punto de vista, la subsecretaría de Gobernación sí es una excelente palestra que lo pone en las grandes ligas a nivel nacional (en el Banco del Bienestar también pero no tenía tanta oportunidad de aparecen en los medios).
Sin embargo, también es un cargo muy peligroso políticamente hablando, que si no lo sabe manejar bien puede convertirse en su tumba política. No lo vemos como una maniobra con miras a la elección del 2024 en Morelos, pues en cinco años pueden suceder muchas cosas.
Nos queda claro que el oriundo de Tejalpa es el morelense más cercano al presidente López Obrador, y el militante de Morena con más posibilidades de llegar a la gubernatura. Sólo un hecho extraordinario evitará que Rabín sea el candidato a gobernador en el 2024, con muy amplias posibilidades de obtener un triunfo.
Aclaramos: estamos hablando de la candidatura, no del gobierno de Morelos. Y es que, de la misma manera que la ola Morena llevó a la gubernatura a Cuitláhuac García en Veracruz o a Miguel Barbosa en Puebla, también podría llevar a la derrota a quienes se postulen por ese partido si es que AMLO continúa desilusionando a quienes votaron por él. Ahorita podría tomarse como una idea descabellada, pero -insistimos- en cinco años pueden pasar muchas cosas.
Como sea, la designación de Rabín al frente de una de las dos subsecretarías de Gobernación es una forma de “echarlo al ruedo” como si fuera un torero que habrá de demostrar de qué es capaz. Igual sale “en hombros”, igual se lo lleva una cornada que lo aleja de la fiesta brava por un tiempo, o de por vida.
De cualquier forma, estar en la Secretaría de Gobernación es un gran salto para el morelense cuyo currículum comienza diciendo que fue “director del Sistema de Agua Potable de Tejalpa”, antes de ser tesorero de Jiutepec y Cuautla, alcalde del municipio que lo vio nacer y diputado local.
Ningún otro personaje (con excepción de Jorge Carrillo Olea, de quien hablamos ayer en este espacio) ocupó un cargo de esa envergadura en la Segob.
Aunque la Senaduría le dio la oportunidad de manejarse en “las grandes ligas”, Rabindranath Salazar Solorio tiene en la Subsecretaría de Desarrollo Democrático, Participación Ciudadana y Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación, una excelente oportunidad de desenvolverse todavía más alto.
Pero -insistimos- los riesgos son todavía mayores pues estará en la mira de los grandes protagonistas de la política a nivel nacional y de organismos no gubernamentales que igual le dan una buena carta de recomendación, que terminan con su ascendente carrera.
Y el riesgo es todavía mayor si tomamos en cuenta que –aunque su jefa será Olga Sánchez Cordero, una excelente persona con una larga carrera en el Poder Judicial Federal- finalmente más arriba está el mismísimo presidente de la República, quien es algo terco y no acepta otra verdad que no sea la suya.
¿Qué deja pendiente Rabín en el Banco del Bienestar? Deja sin terminar el proyecto para construir sucursales en comunidades del país en donde no se cuenta con servicios financieros para la dispersión de recursos de los programas sociales del gobierno federal y otros servicios de bancarización.
El pasado 28 de mayo, el titular de la Bansefi participó en la conferencia de avances y resultados de los Programas del Bienestar, donde informó que de las 427 sucursales, 37 ya fueron terminadas, 287 están en construcción y 103 están por iniciar, la mayoría se encuentra en la zona centro y sur de la república.
Recordó que, para este año la meta es llegar a mil 350 sucursales del Banco del Bienestar y a 2021 con dos mil 700 sucursales, como fue anunciado en enero pasado, siendo la institución financiera con el mayor número de sucursales físicas en el país, con un presupuesto de cinco mil millones de pesos, programa que se encuentra dentro del Plan Nacional de Desarrollo.
De haber logrado lo anterior, ese cargo lo hubiera catapultado todavía más arriba, de no ser porque ayer, sin dar mayores explicaciones, el presidente Andrés Manuel López Obrador escribió en su cuenta de Twitter: “Anuncio un cambio o enroque, pero obviamente republicano: la subsecretaria de Gobernación, Diana Álvarez Maury, ocupará la dirección del Banco del Bienestar y Rabindranath Salazar, actual director de dicho banco, será el nuevo subsecretario de Gobernación”.
Sólo el tiempo y las circunstancias nos dirán si el cambio fue benéfico para el morelense que acostumbra disciplinarse a las órdenes de sus jefes, tal como ocurrió cuando se quedó en el camino para la gubernatura del estado de Morelos bajo las siglas del PRD, y posteriormente aceptó ceder su lugar a Cuauhtémoc Blanco para que fuera el candidato de la coalición Morena, PT y PES.
HASTA MAÑANA.