Si bien los gobiernos federal y estatal comenzaron en 2018, fue en este año cuando definieron sus equipos de trabajo y estrategias a seguir. El 2019 desafortunadamente se vio colmado de conflictos, disputas y errores en todos los niveles de gobierno y en los tres poderes del estado de Morelos.
Para el 2020 no podemos seguir permitiendo eso. El estado tiene que caminar, para un lado o para otro, pero avanzar.
Vamos por partes:
A nivel nacional se tienen que ver los primeros resultados de la política económica de Andrés Manuel López Obrador. Desde mi punto de vista las conferencias mañaneras ya no tienen razón de ser, el primer mandatario pierde mucho tiempo en atender asuntos que a veces tienen que ver con situaciones personales con los reporteros. Ese tiempo debe ser aprovechado en ejecutar acciones que se reflejen en mejores condiciones de vida para los mexicanos.
A nivel estatal debemos ya olvidarnos de Graco. Y no nos referimos a que se le dé carpetazo a los asuntos que dejó pendientes, sino a la cuestión política. El gobierno de Cuauhtémoc Blanco ya no se vería bien justificando la falta de resultados en un personaje que ya tiene muchos meses fuera de la entidad. Si en el transcurso de los meses resulta que se le puede cuadrar algún delito, y si se puede lograr una eventual orden de aprehensión, pues qué mejor, pero no puede ser ese el principal objetivo de la Consejería Jurídica y la Fiscalía Anticorrupción.
Por otro lado, sabemos que muchos de los integrantes del actual gabinete nunca habían estado en la administración pública y por lo tanto cometieron algunos errores. Pero un año es suficiente para aprender, y si no lo lograron es porque definitivamente no sirven para el puesto.
Se espera que en los primeros días de enero Cuauhtémoc Blanco dé una conferencia de prensa en la que anuncie cambios en su gabinete. Es como si fuera el segundo tiempo de un partido de futbol, cuando se requiere de hacer cambios para fortalecer la defensa cuando se va ganando, y en la delantera cuando se va perdiendo.
El 2020 será determinante para el proyecto político del mandatario estatal. Se consolida o se lo acaban quienes están esperando que cometa un error mayúsculo para pedir su destitución para que venga un interinato como en los noventas con Jorge Carrillo Olea.
El gobernador debe sacudirse a esas personas que sólo saben adular y que son quienes más daño le hacen. Es necesario que tenga colaboradores que le hablen con la verdad pero también que le ofrezcan soluciones.
Eso es por cuanto al Poder Ejecutivo, pero en el Congreso local y en el Tribunal Superior de Justicia las disputas por el poder están a la orden del día. Hacen falta liderazgos que sepan encontrar las coincidencias dentro de las divergencias para que se avance en lo fundamental.
En el Poder Judicial tiene que haber relevo en el mes de mayo y muchos son los que quieren sentarse en la silla presidencial. Ojalá que quien llegue tenga presente que el poder judicial es autónomo pero no independiente, y que se requiere una relación cordial con los otros dos poderes para que haya gobernabilidad.
Y finalmente llegamos al Ayuntamiento de Cuernavaca, donde el presidente municipal Antonio Villalobos Adán ha pagado con creces su falta de experiencia en las grandes ligas de la política. En este caso también ya debemos de irnos olvidando de la forma como llegó a la presidencia municipal. Haya sido como haya sido, finalmente ya es alcalde y tuvo un año completo para aprender.
Duros golpes ha sufrido el joven alcalde, incluso en el ámbito personal, pues no es nada fácil llegar a un cargo que muchos creen merecer más por tener una trayectoria más amplia, y que todo mundo quiera sacar provecho de “El lobito” como él mismo se apoda.
Luego de ganar las elecciones del 2018 por un amplio margen aunque su nombre no viniera en la boleta como candidato titular, Antonio Villalobos fue el blanco perfecto para personajes que le ofrecieron “la medicina” de una enfermedad que ellos mismos habían creado.
Pero el alcalde se dio cuenta de lo que venía y cortó de tajo esa relación. Desgraciadamente la consecuencia fue la pérdida de su compañero y amigo, Juan David Juárez, a quien asesinaron por la espalda cuando llegaba a su casa.
Sólo un grupo muy cerrado sabía que Juan David sería designado titular de la Secretaría de Seguridad Pública a partir de enero del 2020. Su asesinato fue un mensaje de que los malosos tienen gente infiltrada en la estructura gubernamental.
Afortunadamente la muerte de Juan David no fue en vano, y hoy por fin hay un documento firmado en el que Ayuntamiento capitalino y Gobierno del estado se comprometen a trabajar conjuntamente para garantizar la seguridad pública en Cuernavaca.
Ahora solamente falta que lo que está en el papel se refleje en los hechos. La verdad es que a la gente no le importa si es el estado, el municipio o la Guardia Nacional la que está interviniendo, lo que queremos es poder salir a las calles tranquilos, o dejar nuestras casas solas (obviamente tomando las medidas básicas de prevención) con la seguridad de que no la vamos a encontrar vacía.
Ese es el reto para las autoridades de los tres niveles de gobierno en el año que empieza mañana.
FELIZ AÑO NUEVO Y NOS LEEMOS EL JUEVES.