Capítulo quinto
Martha
El consejo de mi amiga la cristiana fue lógicamente que me dejara guiar por mi noble corazón, que en ese momento albergaba dos amores. Pero... que ella se inclinaba por Pablo, pues ya era un hombre hecho y derecho; y que Carlos estaba muy chavo y que sólo quería pasarla bien conmigo.
¡Así que terminé una vez más a Pablo! Les dije que mi apellido debería de ser Contreras.
Los primeros días de mi relación con Carlos todo muy padre, pero no tardaron en llegar las diferencias, fue cuando fui descubriendo su gran inseguridad. Celoso hasta los huesos, posesivo lo que le sigue, pero había cosas en él que me hacían volar... Literal, así como por ejemplo sus detalles de dejarme mensajes sorpresa en mi auto o visitas inesperadas. Pero había algo más... mi familia como que no veía con buenos ojos mi relación, obviamente por la diferencia de edades. Como buenos padres veían en Carlos a un oportunista y como siempre desconfiados de mis atinadas elecciones. Entonces la diferencia de edades ya se había convertido en un tema para mí y pues me encontré una vez más en un conflicto.
Acto seguido me fui al psicólogo. Iba nerviosa, pero iba también con la certeza de que saliendo de aquel consultorio, sabría tomar la mejor decisión. En cuanto terminé de exponerle mi conflicto existencial al psicólogo ¡wuala! Había escogido al mejor psicólogo del mundo mundial. Sus palabras de alivio para mi ser fueron: "porque te niegas a recibir el regalo que te estado dando la vida, aprovéchalo, cuántas mujeres no quisieran un obsequio así. Toma tu regalo, ábrelo con delicadeza y disfruta la vida, eres una mujer que sabe lo que quiere y como lo quiere. ¿Entonces? Que te importa el qué dirán, en esta relación tú tienes la sartén por el mango", terminó. ¡Yea!
No necesite más, salí de ahí llena de alegría y con un peso menos que cargar, bueno varios porque la consulta no está nada barata ¡ups!
Carlos
Millones de besos, cientos de deseos, llegó en el momento más crítico de mi vida y a pesar de mi desacertada cabeza, luche con cada poro por ella, valía la pena.
Jamás dude de ella y obvio sentía celos hasta del aire frío, pues le ponía chinita la piel. Comenzamos a andar formalmente y como niño en día de reyes me volvía loco por gritarle a los cuatro vientos que esa mujer "con fila de espera" me había dado el sí, así, sin más, “sí, quiero ser tu novia”.
Yo quería presentarle hasta a los vecinos chismosos, su edad era un tema que tocaron un par de mis amigos, al decirme que se notaba más grande que yo, pero todo iba acompañado de un "me da gusto, hazla feliz y ch@#%$ su ma@%# el mundo", y así es como seguí a su lado, tomándole la mano mientras caminábamos y viendo de frente al resto del mundo.
Ahora en la formalidad había un par de cosas que me molestaban, que el tipejo aquél le siguiera buscando era algo que me sacaba de mis casillas, no comprendía para qué la molestaba ahora, si no lo hizo cuando estuvo a su lado, qué hace un tipo de su edad chantajeando a una dama, ¡por amor de Dios¡
A Martha le molestaba que le preguntara a veces con quién hablaba, digo, yo le abrí mi vida y ella me exigía privacidad, mi pareja me ocultaba algo entonces. Así comenzó mi desconfianza hacia su teléfono, desgraciadamente tengo que admitir que sentía celos, malditos y desgraciados celos, pues yo quería que todo México se enterara de mi actual relación y ella seguía intentando mantenerla en lo más discreto posible. ¿Por qué? ¿Le daba pena mi fealdad? ¿Me quería esconder en sociedad? ¿Jugaba? ¡Qué sé yo! En fin, comenzaron las discusiones, malos entendidos y los problemas, lo único bueno de ello es que te dejan ver la realidad de los sentires del otro y lo más bueno, la reconciliación que siempre llegaba a los besos y sonrisas, siempre acompañado de una rica cena.
Martha
Salí de terapia y le marqué enseguida ¡quería abrazarlo! Nos quedamos de ver para tomar un café. Sé que el notó en mi algo extraño, pero raro o no seguro lo agradeció porque yo iba súper platicadora y un poco cariñosa, cosa que no es muy habitual en mí. No expresó mucho lo que siento y menos en público, en cambio Carlos, bueno cómo les explico, súper cariñoso estemos donde estemos y esté quien esté.
Pasaron algo así como 15 días y todo iba de maravilla, hasta que una noche vi un mensaje en la pantalla de su iphone de una tal Angie. ¿Qué querría la tal Angie a las 12 de la noche? La discusión no se hizo esperar. El pobre hombre no sabía qué decirme que fuera coherente y por supuesto donde él quedara limpio y yo tranquila, obvio no lo consiguió. Me fui muy molesta a casa. Llegando enseguida me puse a indagar sobre la tal Angie. ¡Ya sé! No estuvo bien, pero lo hice y esto fue lo que encontré. Era su vecina y era... menor que él. No era una mujer que parara el tráfico pero era más joven que yo, lo que se podría catalogar como una del montón, pero era más joven que yo, motivo suficiente para que mi inseguridad, miedos y demonios se despertaran...
Continuará.