Sí, un cambio total, no estaba muy segura de que me quedara bien el tono, pero me arriesgaría.
No tiene ni dos años de mi divorcio, necesito algo que me saque de mi diario hacer y ponerle atención a otra parte de mi vida… para enterrar la anterior, pensé. Así que todo nuevo: ropa, zapatos, auto e imagen.
Y sin pensarlo mucho, me salí a buscar mi cambio de imagen. Llego, me reciben con una gran sonrisa y le cuento a la señorita mi intención de cambiar de look. Me dice: “muy buena idea, te verás espectacular". Me siento más segura y le doy la instrucción de !adelante!
Pasaron más de cuatro horas para que mi cabello virgen lograra agarrar el tono de rubia que yo buscaba, hasta que aleluya, quedó. Me miro al espejo y ¡neta, qué me asusto! Güera, lo que le sigue y todo el cabello no había uno solo cabello oscuro en mi cabeza. La colorista, muy amable, me dice “no pongas esa cara, espera a verlo seco y peinado”. ¡Ok!
Una vez seco y planchado, lucía una melena espectacularmente rubia, brillosa, sedosa, con movimiento, de comercial.
Me fui muy feliz con mi nueva apariencia, miles de miradas a mi paso y yo soñada me sentía. Terminó el día y me fui a dormir, al otro un baño como de costumbre. En cuanto el agua tocó mi cabello, lo sentí duro, algo así como el pelo de alambre de algún perro. Sin pensarlo, me puse dosis exageradas de acondicionador. Salgo de la regadera, seco mi cabello con la toalla. !No lo puedo creer, está hecho un maraña! Nunca había visto mi cabello en tan malas condiciones. Me resulta imposible peinarlo, recurro al chongo alto tipo bailarina, se me hace muy chic, pero esto no es la solución, tengo que hacer algo al respecto. Corro al salón, les comento mi problema y me explican que el cabello fue sometido a un muy duro procedimiento que necesito tratamientos tanto de salón como de casa. Compro todo lo que me recomendaron. Salgo más aliviada y me voy a trabajar. Nadie nota mi cambio por el peinado, naturalmente luce mejor suelto y peinado, mañana me desquito, con todos estos productos que con lo carísimos que me salieron, deben ser buenísimos, mañana podré presumir mi nuevo look.
Al otro, mi historia no estuvo mejor aún, me unté todos los tratamientos, pero mi cabello seguía siendo una maraña inmunda. Me quiero morir, ¿qué le hice a mi cabello? ¿Tendré que usar gorros, sombreros y pañoletas hasta que mejore mi cabello?
Sé que en el mundo están ocurriendo cosas horribles y que mi cabello debería ser lo de menos, pero no, lo siento, este es un problemón para mí, para mi mundo llamado Lauralandia esto es una tragedia mundial.
Ahora me tardo el doble de tiempo arreglando mi cabello, ahora gasto más en productos para el cabello, ahora no me agrada mucho la salud de mi cabello...
Me está costando trabajo disfrutar este cambio de color. En la que me metí, pero saben, desde que soy rubia me divierto más. ¡Ja, ja, ja! y ahora sí me la creo cuando me dicen “güerita!”. ¡Ja, ja, ja! Bueno, ya ando viéndole el lado positivo a las cosas.
Creo que los cambios son buenos, sólo que hay que estar listos para enfrentar sus consecuencias, en este caso la maltratiza que le metí a mi cabello. ¡Total, todo fuera como esto! El tiempo pasará y éste debe ir mejorando, mientras eso ocurre, soy clienta frecuente el salón y ya tengo mi tarjeta de descuento, porque mi lema es antes diva que sencilla...