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Lunes, 08 Febrero 2021 05:25

Minimí Rudazo de Tlaqui

Óscar Domínguez Cruz es médico veterinario zootecnista: Tiene 30 años y su veterinaria está Tlaquiltenango.

Su gusto por los VolksWagen Sedán comenzó cuando su papá le regaló, hace ocho años, uno: año 1991 modelo 1600.

El mismo coche que en 1972 rompió récord de ventas, luego de que finalmente pudo posicionarse por encima del Ford Modelo T como el auto más vendido de la historia y para 2003, el número final de autos vendidos alcanzó la impresionante cifra de 21 millones 529 mil 464 unidades.

El vocho de Óscar se llama Minimí, y lo están modificando para que sea Clase 11.

Los vochos Clase 11 tienen su base en los KDFwagen militares de finales de los años treinta, que tenían una caja de velocidades con reductoras para un buen rendimiento del motor, aun cuando estaban montados sobre llantas altas y el chasis estaba a una mayor altura del suelo.

Lo complementaban mangos desfasados, que posibilitaban desplazarse en cualquier superficie fuera de los caminos y carreteras que habían quedado inservibles por los bombardeos.

En 1940 salió de la fábrica el Kubelwagen o "Tipo 82" que sirvió de base para la primera generación de Safaris.

Quien ve al pequeño coche de Óscar no cree que pueda realizar las tareas que efectúa: es un rudazo con apariencia de técnico.

Minimí tiene pintura anti ralladura con body, canastilla de carga arriba del toldo, un tirón diseñado para jalar su remolque, porta un tumbaburros y seis faros auxiliares, dos de reversa y cuatro delanteros.

Está montado sobre cuatro llantas 235/75, rin, 15 con sus salpicaderas recortadas, resortes en los cuatro amortiguadores para soportar los terrenos duros.

Su dueño le hizo una plataforma trasera para el transporte de alimentos, jaulas para llevar y traer perros enfermos, heridos o que requieran el servicio veterinario.

Es ambulancia que transporta animales heridos y enfermos, cabe una vaca o un buey de más de trescientos kilogramos de peso o un caballo en el remolque. Es el vehículo de la veterinaria La Candelaria, donde trabaja con su esposa Edith Bahena Armas, así como con Roque Díaz Guadarrama, Miguel Ocampo Rosas y Esmeralda Córdoba Bahena.

Óscar inició los arreglos desde hace seis años. Aún no termina, pero está empeñado en que MInimí quedé como él lo soñó; eso sí, el vocho va y viene, no se ha quedado de ocioso porque lo estén modificando.

“Mi vocho es mi único vehículo, así que es el del trabajo y es el de paseo los fines de semana con la familia y hasta el de las excursiones y no lo vendería: es como de mi familia. La gente lo ve y dice ‘qué chistoso’ o ‘se ve muy poderoso’. El plan es conservarlo de por vida porque es mi proyecto y es mi logro cuando llegue a su transformación total”.

Todos los vochos tienen un defecto o falla, pero una vez que lo descubres y lo arreglas andan al tiro. El del veterinario de Tlaqui tiene el defecto de romper con frecuencia los chicotes del acelerador, pero le hizo modificaciones en el pedal y hasta ahora ya no ha dado lata.

Los amortiguadores duraban sólo tres meses, pero le modificaron la suspensión y le pusieron unos resortes a cada amortiguador y quedó muy bien. Ya lleva ocho meses con los que le instalaron después de la modificación y ahí anda.

-¿Qué consejos le puedes dar a quienes tienen un vocho o quiere comprar uno? --Pues les recomiendo ampliamente un vocho. Son económicos, cómodos, de precio accesible, excelente para toda clase de gentes; puedes darle el diseño que quieras. Debes querer un proyecto, esto es como querer tener una nueva vida; es un reto y un logro.

Óscar asegura que él es como su vocho: un rudo, trabajador; es un guerrero. El vocho le da personalidad cuando lo maneja.

Durante el sismo Minimí sirvió para transportar víveres y alimentos. Ayudó mucho como ambulancia para mascotas. En el albergue de la colonia Gabriel Tepepa, él y su auto formaron parte de un equipo de rescate de mascotas; las atendieron y trasladaron a varios a la veterinaria pare cirugía, llevaron víveres, costales de alimento para ganado; hubo mucha gente que perdió casa y corrales y en el vocho trasladaron alimentos para ganado y demás animales.

“La primera vez que el vocho estrenó su traila fuimos al campo a traer pastura para la vaca de mi papá y todos los choferes me hacían burla y me decían que me quitara del camino, que me iban a pisar. Pero una vez que lo vieron cargado con su traila llena y pasamos por el fango todos pitaron porque el vocho salió con su carga y por el lodo. O cuando hemos ido a rescatar clientes con caballos enfermos en el campo y me dicen: ‘¿apoco se lo va a llevar en el vocho?’ y quedan sorprendidos cuando cargo con todo y caballo. Es algo que me da orgullo”.

 

 

 

 

 

 

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La historia del vocho, el auto más popular del mundo, es muy extensa y está muy bien documentada. Lo que aquí presentamos es una síntesis.

De acuerdo con la historia oficia,l el Volkswagen Sedan fue producido entre los años 1938 y 1978 en Alemania.

A este modelo de automóvil se lo denominó KdF-Wagen o Kraft durch Freude Wagen, en alemán, “El coche de la fuerza mediante la alegría”.

Alejandro Konstantonis hace un resumen de la historia del Volkswagen Sedan en “La oscura historia del Vocho, la incómoda verdad”. Allí relata que en 1931 la empresa checoslovaca Tatra construyó un vehículo prototipo que denominó V570, que tenía un novedoso motor refrigerado por aire de dos cilindros montado en la parte trasera.

En 1933, Tatra presentó un segundo prototipo del V570 con una carrocería aerodinámica y un motor V8. El motor V8 situado en la parte trasera del vehículo presentó todo un reto para el creador de los diseños, el ingeniero austriaco Hans Ledwinka quien militaba en las filas de Tatra.

En el mismo año (1931) Tatra presenta el T77 V8 y con ello muchas de las soluciones de enfriamiento eficaces para un motor alojado en la parte trasera de un vehículo cuyo sistema de refrigeración fuera precisamente por aire.

En 1936 Hans Ledvinka devela para Tatra el T97, un vehículo de diseño aerodinámico, con un motor de cuatro cilindros encontrados (Boxer) de 1,749 cc, enfriado por aire situado detrás del eje trasero e impulsión (en las ruedas traseras).

Las similitudes entre el Tatra T97 y el KdF-Wagen (Kranf durch Freude) desarrollado por Ferdinand Porsche bajo las órdenes de Adolfo Hitler eran tantas, que la empresa Checoslovaca Tatra entabló una demanda contra Porsche por plagio de diseño e ideas.

Durante el proceso de demanda en 1938 Ferdinand Porsche reconoció que muchas veces había visto “sobre el hombro de Ledvinka” y justo antes que se dictara una sentencia y el gobierno Checo estableciera el monto de la indemnización, Hitler –como cuenta la historia- le dijo a Porsche “Yo voy a solucionar a mi modo el problema entre Tatra y Volkswagen”.

Ese mismo año Alemania invadió Checoslovaquia y el asunto legal evidentemente se detuvo por completo, 500 vehículos T97 fabricados por Tatra fueron confiscados y con el paso del tiempo olvidados.

Terminada la Segunda Guerra Mundial, Tatra emprendió nuevamente el proceso judicial en contra de Ferdinand Porsche y de la empresa Volkswagen y en 1961 mediante un acuerdo extrajudicial, Volkswagen “creadora" del Kdf-wagen, mejor conocido como Beetle pagó a la empresa Ringhofer-Tatra tres millones de marcos alemanes.

Esa es la razón por la cual VW no celebró los 75 años del Kdf-wagen en el 2013, y prefirió esperar al 70 aniversario del "Vocho" ya fabricado en 1945 en la Alemania aliada, después de la Segunda Guerra Mundial.

VW tuvo la “cautela” de no revivir esa vieja historia que involucró a personajes de la talla de Adolfo Hitler, el desconocido Hans Ledvinka o el habilidoso Ferdinand Porsche, que antes de probar su genialidad en el banco de dibujo, demostró sus dotes de “observador” –sobre el hombro de Ledvinka-.

 

MÉXICO

En México se fabricó la última edición del Vocho" hasta 2003; se produjeron en 58 años más de 21 millones de unidades. El último Vocho fabricado se encuentra en el Museo del Automóvil en Wolfsburgo, Alemania.

En diciembre de 1999, en Auto Clásica ´99, realizada en los jardines del hipódromo del Jockey Club de San Isidro, los visitantes eligieron al escarabajo como el auto del siglo.

A pesar de que se dejó de construir el escarabajo, éste sigue rodando por todo el mundo, en su forma original o modificada.

En Morelos hay una gran cantidad de propietarios de este tipo de autos. Cada uno tiene una historia muy peculiar.

 

EL LOCO

Horacio Gutiérrez Nava, o el “Pelón”, tiene 41 años de edad y es mecánico de oficio. Su negocio se llama taller mecánico Pelón Gutiérrez, ubicado en la carretera Zacatepec–Chiconcuac, colonia El Mirador, en Tlaltizapán (a unos metros de los de la Plan de Ayala, municipio de Zacatepec), Morelos, México.

Su pasión por los Volkswagen Sedan (VW) comenzó desde que era un niño y viajaba en un VW Sedan negro 84, llamado Goliat, propiedad de su papá.

A los 10 años, su jefe le compró un vocho, era azul, modelo 83, estaba desbielado y le dijo que se lo regalaba y que si quería manejar y a repararlos, debería aprender en él.

Fue en esos años que entró a trabajar en un taller especializado en Volkswagen Sedan y en Nissan, donde estuvo como ayudante y aprendiendo el oficio de mecánico por seis años.

A los 17 fue a Estados Unidos a trabajar como mecánico con su tío, que tiene un taller de restauración de vochos. Ahí laboró 10 años arreglando vochos, combis y safaris. Después regresó a México. Desde entonces tiene su propio taller mecánico.

Horacio fundó un club de vochos llamado Club Sur 1600, donde reúne a toda su familia vochera.

“Lo más culero que me ha pasado fue cuando trabajaba en Estados Unidos, en California. Nos dejaron un vocho para arreglar la suspensión, lo arreglamos, y lo dejamos afuera del taller, por la tarde cuando lo quisimos meter el vocho ya no estaba. Pensamos que el dueño se lo había llevado, pero cuando hablamos con él nos dijo que no, que no lo había recogido. El dueño del taller tuvo que pagar el vocho, nos lo habían robado. Lo bueno que fue allá, en el gabacho, aquí nunca me han robado nada”, platica.

El mayor orgullo de Horacio es su vocho, llamado el Loco.

El Loco es un Volkswagen Sedan 65, tiene un motor 1600, estilo Custome. Hace 16 años que lo compró y comenzó su transformación: el toldo está recortado, tiene quemacocos panorámico, puertas suicidas, rasuradas (sin manijas), la tapicería es roja y negra, en vinipiel, entre muchas modificaciones.

“Cuando lo compré lo fui a traer a la colonia Plan de Ayala. Estaba todo jodido; tenía las ruedas enterradas a la mitad, los ejes estaban pegando y las ruedas ponchadas. Las llantas no giraban y se rompieron, lo comencé a arrastrar. Entonces hablé con él y le dije: ‘Sabes qué carrito, no te agüites, te voy a arreglar y vas a tener una buena vida’, así le hablé para que se aflojara y me permitiera llevármelo; y entonces lo pude traer hasta el taller. Desde ese momento, el Loco nunca me ha dejado tirado. Me gusta traer un carro diferente. Muchos me han dicho que lo eché a perder, que lo hubiera restaurado y dejado como un clásico 65, pero un clásico lo trae cualquiera y yo traigo el Loco, que es único; son gustos y éste es mi gusto. Ha habido gente que me ha ofrecido una buena lana por el Loco, pero no lo vendo”.

El Loco sólo sale cuando hay eventos o salidas con el club, ya que está muy chaparro y el chasis pega en los topes y baches.

Horacio lo ha prestado para comerciales, para bodas, para quince años, para eventos especiales.

“El consejo que les doy a los que quieren comprarse uno es que lo hagan, no lo piensen dos veces; y si ya lo tiene que lo conserven y lo disfruten, es muy bonito tener un carro que todo mundo voltea a mirar. Un vocho te enseña a ser responsable, en mi caso, trato de andarlo al tiro; lo cuido más que a mí”, finalizó.

 

 

 

 

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