Óscar Domínguez Cruz es médico veterinario zootecnista: Tiene 30 años y su veterinaria está Tlaquiltenango.
Su gusto por los VolksWagen Sedán comenzó cuando su papá le regaló, hace ocho años, uno: año 1991 modelo 1600.
El mismo coche que en 1972 rompió récord de ventas, luego de que finalmente pudo posicionarse por encima del Ford Modelo T como el auto más vendido de la historia y para 2003, el número final de autos vendidos alcanzó la impresionante cifra de 21 millones 529 mil 464 unidades.
El vocho de Óscar se llama Minimí, y lo están modificando para que sea Clase 11.
Los vochos Clase 11 tienen su base en los KDFwagen militares de finales de los años treinta, que tenían una caja de velocidades con reductoras para un buen rendimiento del motor, aun cuando estaban montados sobre llantas altas y el chasis estaba a una mayor altura del suelo.
Lo complementaban mangos desfasados, que posibilitaban desplazarse en cualquier superficie fuera de los caminos y carreteras que habían quedado inservibles por los bombardeos.
En 1940 salió de la fábrica el Kubelwagen o "Tipo 82" que sirvió de base para la primera generación de Safaris.
Quien ve al pequeño coche de Óscar no cree que pueda realizar las tareas que efectúa: es un rudazo con apariencia de técnico.
Minimí tiene pintura anti ralladura con body, canastilla de carga arriba del toldo, un tirón diseñado para jalar su remolque, porta un tumbaburros y seis faros auxiliares, dos de reversa y cuatro delanteros.
Está montado sobre cuatro llantas 235/75, rin, 15 con sus salpicaderas recortadas, resortes en los cuatro amortiguadores para soportar los terrenos duros.
Su dueño le hizo una plataforma trasera para el transporte de alimentos, jaulas para llevar y traer perros enfermos, heridos o que requieran el servicio veterinario.
Es ambulancia que transporta animales heridos y enfermos, cabe una vaca o un buey de más de trescientos kilogramos de peso o un caballo en el remolque. Es el vehículo de la veterinaria La Candelaria, donde trabaja con su esposa Edith Bahena Armas, así como con Roque Díaz Guadarrama, Miguel Ocampo Rosas y Esmeralda Córdoba Bahena.
Óscar inició los arreglos desde hace seis años. Aún no termina, pero está empeñado en que MInimí quedé como él lo soñó; eso sí, el vocho va y viene, no se ha quedado de ocioso porque lo estén modificando.
“Mi vocho es mi único vehículo, así que es el del trabajo y es el de paseo los fines de semana con la familia y hasta el de las excursiones y no lo vendería: es como de mi familia. La gente lo ve y dice ‘qué chistoso’ o ‘se ve muy poderoso’. El plan es conservarlo de por vida porque es mi proyecto y es mi logro cuando llegue a su transformación total”.
Todos los vochos tienen un defecto o falla, pero una vez que lo descubres y lo arreglas andan al tiro. El del veterinario de Tlaqui tiene el defecto de romper con frecuencia los chicotes del acelerador, pero le hizo modificaciones en el pedal y hasta ahora ya no ha dado lata.
Los amortiguadores duraban sólo tres meses, pero le modificaron la suspensión y le pusieron unos resortes a cada amortiguador y quedó muy bien. Ya lleva ocho meses con los que le instalaron después de la modificación y ahí anda.
-¿Qué consejos le puedes dar a quienes tienen un vocho o quiere comprar uno? --Pues les recomiendo ampliamente un vocho. Son económicos, cómodos, de precio accesible, excelente para toda clase de gentes; puedes darle el diseño que quieras. Debes querer un proyecto, esto es como querer tener una nueva vida; es un reto y un logro.
Óscar asegura que él es como su vocho: un rudo, trabajador; es un guerrero. El vocho le da personalidad cuando lo maneja.
Durante el sismo Minimí sirvió para transportar víveres y alimentos. Ayudó mucho como ambulancia para mascotas. En el albergue de la colonia Gabriel Tepepa, él y su auto formaron parte de un equipo de rescate de mascotas; las atendieron y trasladaron a varios a la veterinaria pare cirugía, llevaron víveres, costales de alimento para ganado; hubo mucha gente que perdió casa y corrales y en el vocho trasladaron alimentos para ganado y demás animales.
“La primera vez que el vocho estrenó su traila fuimos al campo a traer pastura para la vaca de mi papá y todos los choferes me hacían burla y me decían que me quitara del camino, que me iban a pisar. Pero una vez que lo vieron cargado con su traila llena y pasamos por el fango todos pitaron porque el vocho salió con su carga y por el lodo. O cuando hemos ido a rescatar clientes con caballos enfermos en el campo y me dicen: ‘¿apoco se lo va a llevar en el vocho?’ y quedan sorprendidos cuando cargo con todo y caballo. Es algo que me da orgullo”.