La situación que vive el mal llamado sistema estatal anticorrupción debería ser causa de hilaridad si no fuera porque la intencional parálisis que vive solo sirve para liberar de responsabilidad a quienes saquearon Morelos el sexenio anterior.
Cuando el cuestionado sistema funcione a plenitud los delitos cometidos por Graco Ramírez, sus familiares y esbirros hará tiempo que habrán caducado.
Ni quienes ocupan cargos institucionales ni los ciudadanos que fueron elegidos para completar la estructura de algo tan intencionadamente complejo han estado a la altura del puesto.
Desafortunadamente la corrupción en todas sus formas tiene la protección de la justicia, mientras los ciudadanos vemos como se dilapidan todos los recursos públicos, no solo los monetarios.
Si en realidad quisieran realizar bien su trabajo, los integrantes del consejo ciudadano de participación en este sistema ya habrían renunciado, primero para poner a salvo lo que queda de su manchado honor y en segundo lugar para permitir el saneamiento de una estructura que debería funcionar como un reloj.