Martes, 13 Julio 2010 10:01

Quiero y respeto a los árboles.

Reportera
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Cada árbol debería tener un letrero que diga: “Déjame en paz”. Un árbol es un mundo de actividad, de vida, y es casa de animales, pájaros e insectos sin fin. Si fuera posible ver al interior de un árbol estaríamos estupefactos. Demos una visita a uno de ellos para ver su historia, su encanto, su secreto, su misterio…

Muchos de nosotros hemos plantados árboles en nuestra vida, sobre todo los que estamos actuando a favor de los bosques y tratando de evitar la deforestación. Cada especie de árbol es diferente; algunos florean, otros no, y todos tienen en común el color verde de su follaje. Pero ¿Qué pasa cuando están creciendo? ¿Qué hacen con sus raíces? ¿De qué consiste su tronco? ¿Por qué son tan importantes para los seres humanos?

Sabemos que debajo de cada árbol están sus raíces, cuyas principales funciones son el soporte, el almacenamiento y la obtención de nutrientes. Yo siempre pensé que el sistema de raíces se extendía de manera muy profunda en la tierra pero no es así: son poco profundas ya que la mayoría se encuentra entre 18 y 25 pulgadas (45 a 65 cm) debajo del suelo. Se extienden alrededor del tronco hasta donde llega la sombra de las ramas. Además, necesitan tener acceso al oxígeno que se encuentra en la parte superficial de la tierra. La principal función de las raíces es prevenir la caída del árbol además de sustentarlo a través de los nutrientes y el agua almacenados en ellas. Esto es de mucho valor cuando hace calor o si no recibe agua regularmente.

El tronco y las ramas también son interesantes. La parte exterior se llama corteza y su función es proteger el árbol de insectos, enfermedades y golpes. Tiene varias capas: primero la corteza en sí, luego una capa muy delgada conocida como la floema que transporta alimento de las hojas a otras partes del árbol, sigue la capa de células muy activas que se llama el cámbium. Estas células cambian a floema para convertirse en corteza o producen xilema, que se convierte en el corazón o madera. El xilema transporta agua y nutrientes desde las raíces hasta las hojas. Después viene la madera o corazón, hecho de células viejas; no tiene células vivas y no transporta alimento o agua, pero su valor reside en dar mucha fortaleza al árbol: lo sostiene, lo hace fuerte y resistente a tormentas y vientos.

Si pones tu mano sobre un tronco sentirás cómo es. Puede ser rústico o liso, y si pones mucha atención puedes sentirlo crecer. ¡Compruébalo! Conforme va creciendo el árbol el tronco se engruesa y el corazón se vuelve cada vez más fuerte. Es posible encontrar árboles que han vivido cientos de años. Los biólogos saben calcular su edad según los anillos visibles al cortar el tronco. Uno de los árboles más famosos de México es el Árbol del Tule en Oaxaca, cuya edad aproximada es de 2,000 años, su peso cercano a las 550 toneladas, su diámetro de 42 metros y su altura de 40 metros. Es un árbol majestuoso y extraordinario, y si nunca lo has visto, vale la pena realmente hacer un viaje especial a Oaxaca.

No hay que olvidar las hojas, que son importantes fábricas de sustento para el árbol y que crecen en las ramas. Tienen una trascendencia capital para nosotros los seres humanos porque a través de ellas se absorbe el bióxido de carbono (CO2) del ambiente y se produce oxígeno mediante el proceso llamado fotosíntesis. Todos sabemos para qué sirve el oxígeno: es algo sin lo cual no podemos vivir.

De ahí la importancia de los árboles y la angustia que siento por cada uno que perdemos cuando se planea una nueva carretera o se desarrollan 500 nuevas casas, sin pensar en el futuro de nosotros los que vivimos en este planeta. De ahí el terrible crimen de la deforestación en regiones como el Amazonas donde millones de árboles, literalmente, han sido matados. Digo “matados” a propósito, porque cada uno de ellos representa vida; cada uno es un extraordinario instrumento en el ciclo de la vida. No sólo son preciosos y bonitos, sino que también son esenciales para sostener la vida en todas sus formas.

Hago un llamado a cada uno y cada una de ustedes que leen estas palabras: hay que respetar todo árbol, apreciar qué representa para nuestras vidas y replantar donde haga falta. Si nunca has plantado un árbol en tu vida, ahora es el momento. No te arrepentirás.

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