Durante la temporada de lluvias crece alta la hierba a las orillas de los caminos. Se llenan de flores silvestres, sobre todo las que en octubre florean amarillo y naranja. Pero cuando el municipio corta el pasto, de repente vemos develadas cantidades de bolsas de plástico llenas de residuos, en su mayoría apestosos, agusanados y cubiertos de moscas.
Para mí ver a una persona hacer la limpieza de su auto tirando colillas, papeles, botes de aluminio y pedazos de plástico a la calle, es sinónimo de la actitud de los ciudadanos hacia el calentamiento global. Todos sabemos que debemos separar, reciclar, hacer composta y proteger el medio ambiente; todos entendemos qué es el cambio climático. Sin embargo, no queremos enfrentar ni abordar de lleno la situación. Es imperativo aprender a vivir con el cambio climático, porque hoy es nuestra realidad. Ya no queda tiempo para vacilaciones.
En el estado de Morelos no vemos parques eólicos, ni solares, pero sí los hay en otras partes del país, por ejemplo en Oaxaca y en Baja California. Pronto habrá un nuevo parque eólico en Puebla. Sólo cuando uno ve las turbinas majestuosas en la tierra o en el mar, además de áreas completas cubiertas de paneles solares, nos sirve para recordar la importancia de la energía renovable y limpia. Pero por aquí en Morelos no hay y, me atrevo a pensar, se nos olvida…
Ahora que los delegados y líderes están en París asistiendo a la COP 21 (leer mi artículo de la semana pasada), queremos ver resultados positivos, acuerdos claros, obligatorios y contundentes. Aunque hablemos de avances y nos felicitemos por ellos, el problema sigue siendo crítico. En 1995, el año de la COP 01, la concentración atmosférica de dióxido de carbono fue de 361 partes por millón. En 2014 fue de 399 partes por millón. Entre los años 2000 y 2010 el aumento en las emisiones de gases de efecto invernadero, fue más rápido que en las décadas de los ochentas o de los noventas. El año más cálido desde que comenzaron a registrarse las temperaturas mundiales fue el año pasado 2014.
Las emisiones no vienen sólo de combustibles como carbón, gas y petróleo. Los biocombustibles también causan muchos problemas, me refiero a la quema de madera, estiércol, carbón vegetal y turba, entre otros elementos. Cada país tiene entonces que hacer un esfuerzo por combatir dichas prácticas y remplazarlas con una inversión considerable en la generación de energías limpias y renovables. Todo esto con el fin de mantener el calentamiento global por debajo de 2°C. Sin compromisos serios y acciones concretas ahora en París, será imposible lograr ese reto pues en 30 años el mundo estará en plena crisis.
Esperemos que pronto en Morelos y en otros estados haya mayor compromiso por invertir en parques solares y eólicos. Ojalá todas las personas que todavía tienen la terrible costumbre de tirar su basura a la calle, a los ríos y barrancas, desarrollen muy pronto una conciencia para proteger el medio ambiente en lugar de destruirlo. El cambio climático es un problema urgente, pero ya ha sido urgente durante varias generaciones. Está claro que nos toca a nosotros, la generación actual, intervenir y actuar para mejorar la atmósfera de la Tierra, de una buena vez. Esperamos los resultados y los acuerdos de la COP 21 en París con ansiedad… y con esperanza.
Fuente: www.economist.com