De la misma manera, el uso de fertilizantes, fumigaciones y semillas genéticamente modificadas, afecta de manera negativa no sólo a las abejas, sino también a nosotros los que consumimos carne. Hemos creado un mundo donde comer carne es un signo de desarrollo y de riqueza, y donde ha sido ignorada la importancia de la aportación primordial de las abejas.
Desde tiempo atrás, ha habido llamados por reducir nuestro consumo de carne y cambiar el contenido de nuestros alimentos por verduras y frutas. Sin embargo, estamos lejos de disminuir nuestro consumo -y nuestra dependencia- de la carne. A nivel mundial el negocio de ganado, puercos y pollos, sigue aumentando. Esto representa un problema para nosotros en términos de salud, debido al alto consumo de grasas que contienen la carne y el queso (en forma de productos lácteos provenientes de las vacas), que provocan altos niveles de colesterol y que contribuyen de manera importante a producir el sobrepeso y la obesidad en los seres humanos, además del malestar y los problemas complicados de salud.
Para el medio ambiente el problema es agudo, porque producir la suficiente carne para la demanda que existe, implica un enorme consumo de agua, la talla de árboles para crear campos para el ganado y la emisión de nitrógenos contaminantes a través del proceso de digestión de los animales, por no hablar de las altas emisiones de carbono producidas por el transporte de la carne que queremos comer, que tiene que ser transportada de un lado al otro del país.
Ahora hay un nuevo llamado, a nivel global, para cortar el consumo de carne y de productos lácteos. Si empezáramos a comer más verduras y frutas, y redujéramos nuestro consumo de carne a sólo una vez a la semana, cortaríamos a la mitad las emisiones de gas que actualmente son producidas en conexión con esta industria. A la vez, cortaríamos nuestra ingesta de grasas de carnes y productos lácteos, lo cual nos ayudaría a perder peso y reducir de manera importante la probabilidad de enfermarnos.
Es interesante contemplar las porciones de carne que comemos habitualmente.
Normalmente comemos más del doble de lo que necesitamos en cada comida. Una porción simple es más que suficiente y en lugar de siempre servir un muslo y una pierna de pollo, o una cantidad grande de carne de res, es sólo cuestión de aprender a comer y contentarse con la mitad de esas cantidades. Es sencillo, ya que nuestros cuerpos no necesitan tanto insumo.
Al parecer, cada uno de nosotros consume el equivalente a 30 o más animales al año, tomando en cuenta nuestro consumo de pollo, puerco y res. Ésta es una cantidad fenomenal. Tal vez deberíamos pensar en los pobres animales, cómo los alimentan, cómo los tratan, cómo viven, cómo los matan. Lo que comen ellos -su alimento consiste en mezclas de muchas cosas malas, incluyendo hormonas y antibióticos- termina inevitablemente en nuestros estómagos.
La consecuencia de nuestros deseos, hábitos y costumbres por consumir carne a como dé lugar, afecta nuestra salud. No sólo por todo lo que ingerimos, sino también por lo que provocamos en el medio ambiente. Por eso tenemos que hacer un esfuerzo real por comer menos carne. Si la demanda empezara a bajar, la producción empezaría a bajar, el consumo de agua también y la presencia de gases peligrosos en altas concentraciones, disminuiría mucho en el ambiente. No se requiere de mucha inteligencia para entender esta fórmula y reducir nuestro consumo de carne, pero ciertamente se requiere de mucho esfuerzo para modificar nuestros hábitos.
Empieza tú a bajar tu consumo desde ahora: trata de comer carne sólo una o dos veces por semana, cuando mucho. Verás que no es tan difícil. Desarrolla el gusto por las verduras, frijoles, lentejas y otros alimentos que son buenas fuentes de proteína y que tenemos en abundancia en nuestros mercados. Tenemos que actuar para disminuir la producción de carne lo antes posible. Tenemos que pensar en nuestra salud y tenemos que permitir el regreso de hábitats, donde las abejas puedan volver a multiplicarse. Su existencia está más que nunca en peligro y eso se debe en parte a nuestro deseo de comer carne.
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Nuestro manejo de la agricultura y de los animales destinados a convertirse en alimento humano, representa un deterioro serio para el futuro de la Tierra. Comer carne de todo tipo y quesos es, para muchos, necesario todos los días. Destruir hábitats para crear campos para el ganado, afecta a las poblaciones de abejas.
Publicado en
Ecología En Tus Manos
+De Rosalind Pearson
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