Tiene lugar el último sábado del mes de marzo de cada año y se invita tanto a individuos como a empresas, instituciones y gobiernos a apagar durante una hora las luces que no sean esenciales. El objetivo de este tiempo sin luces es claro: cultivar la conciencia entre los ciudadanos del mundo, de la importancia y urgente necesidad de actuar frente al cambio climático. Este año el 31 de marzo fue el día y entre las 8:30 y las 9:30 de la noche (hora local) muchas personas apagaron sus luces y muchos edificios se vieron sin iluminación. La Ciudad de México participó muy seriamente en este movimiento planetario al sumarse en la celebración mundial mediante monumentos y edificios emblemáticos del Distrito Federal, que apagaron sus luces durante el tiempo designado: el Monumento a la Revolución y el Palacio de Bellas Artes, la Estela de Luz y los Museos Nacional de Antropología, de las Culturas, de Historia, de las Intervenciones, del Virreinato, del Templo Mayor y el Museo del Carmen; además, la Biblioteca Vasconcelos, el Centro Nacional de las Artes, los edificios sedes del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y el edificio de la Dirección General de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural formaron parte del insigne esfuerzo de la ciudad. Este año más ciudades que no habían participado, lo hicieron, en un total récord de 150 países, lo cual sirve de prueba del nivel de preocupación que siente el público. Se trata de cientos de millones de personas alrededor del mundo que quisieron mostrar su angustia y solidaridad por los trastornos climáticos que todos estamos sufriendo actualmente. Es una situación aguda que no tendrá salida si no hacemos algo para mitigar sus consecuencias. Por vez primera el país de Libia participó. Yo quisiera pensar que muchos morelenses también apagaron sus luces este año. Desconozco si algunos de los edificios del centro o de empresas de Cuernavaca y de Civac se sumaron al esfuerzo. Lo único que sé es que cuando salí a mi jardín para ver si otras casas, aparte de la mía, estaban sin iluminación, sentí una profunda decepción. La música de la fiesta de los vecinos seguía y todas las casas tenían encendidas sus luces, entonces no sé qué tan conscientes sean los habitantes morelenses. Me gustaría saber si tú, lector, participaste y agradeceré cualquier información que envíes a mi correo electrónico. Quiero creer que fuimos muchos los que participamos y ojalá tenga yo razón. Si por alguna razón no sabías de la Hora del Planeta, nunca es tarde, como dije al principio de esta nota. Tú puedes dedicar una hora al planeta en cualquier momento, cualquier día, y demostrar a tus hijos y familiares qué tan importante es entender la seriedad del cambio climático. La grave escasez de agua que sufren 19 estados mexicanos no es una coincidencia ni una ocurrencia rara. Tristemente, se debe al calentamiento global. Nadie tiene garantía de lluvia, ya no más, y tenemos que aprender a vivir ahorrando agua y reduciendo nuestro consumo de luz eléctrica, entre muchas otras cosas. Como dijo el científico Carl Sagan: "Nuestra lealtad es para las especies y el planeta. Nuestra obligación de sobrevivir no es sólo para nosotros mismos, sino también para ese cosmos, antiguo y vasto, del cual derivamos".
¿Apagaste tus luces el sábado pasado durante una hora? ¿Estuviste enterado del apagón alrededor del mundo entre las 8:30 y las 9:30 de la noche? ¿Sabes de qué trata la Hora del Planeta? Ojalá, si supieras acerca de la Hora del Planeta. Hubo muchos avisos a través de los medios de comunicación, sobre todo por las redes sociales como Facebook y Twitter. Por si no escuchaste nada al respecto, nunca es tarde para enterarse, ya que es importante saber sobre este esfuerzo. La iniciativa nació en Sydney, Australia, en 2007, en conjunto con el World Wildlife Fund (WWF) y no ha hecho sino aumentar en importancia desde entonces.