Leyeron bien, no fue un “fondo de ahorro” para mi retiro, sino un fondo de inversión. ¿Qué significa esto y en qué radica la diferencia? y sobre todo, ¿Por qué lo estoy contando en una columna de viajes?
Muy simple. Resulta que al sentarme frente a mi asesor financiero para estudiar el comportamiento de mi dinero en los últimos años tuve dos revelaciones importantes: la primera, que no ganaba tan poco dinero como yo pensaba. Y es que sí, estaba acostumbrada a vivir de prestado, no tener un quinto en la cartera y aún así ser feliz.
La segunda: que no me daba cuenta de cuanto dinero ganaba porque todo me lo gastaba de inmediato.
Pero lo más revelador fueron los rubros en los que destinaba ese dinero. No pago una hipoteca. Recuerdo que cuando alguien me cotizó un crédito una vez que quería comprar un departamento dije: “¡olvídalo! una hipoteca de 12 o 15 mil pesos al mes implicaría sacrificar todos mis viajes”. Tampoco tengo auto, así que no pago una mensualidad, ni una tenencia, ni seguros, ni gasolina.
Tampoco soy fashionista así que ni uso ropa de marca, ni perfumes, ni accesorios o maquillaje. ¿Dónde estaba el grillete que me mantenía como esclava de la pobreza? ¡Bingo! había dos importantes “fugas” de capital en mi panorama: restaurantes, cafés y viajes.
Entonces dije, uy pues ahí sí ya la jodimos porque si los viajes son la razón por la cual no puedo ahorrar, pues entonces moriré pobre pero feliz porque no puedo sacrificar eso, es parte de lo que soy.
Sin embargo, las matemáticas a las que siempre les huí por certeras y absolutas, no mienten nunca. Lo cierto es que si tuviera menos escapadas de fin de semana podría hacer viajes al extranjero más largos y ahí sí la motivación cambió.
Y es que si sumo todo lo que me gasto en mis viajes de arranque a destinos cercanos, lo cierto es que me alcanzaría para viajar una vez al año a un gran destino, de esos que nos roban el sueño.
Pero les dije que habían sido dos temas los que me habían tenido ocupada la mente esta semana, ¿cierto? bueno pues el segundo era una verdadera fantasía. Resulta que estuve concursando en una dinámica muy entretenida de una famosa aerolínea francesa para ganar millas de viajero de por vida y por supuesto, cumplir el sueño de toda persona, es decir viajar por el mundo por el resto de mi vida sin tener que pagar al menos los boletos de avión.
Por supuesto no me lo gané… o ese habría sido el tema de esta columna. Sin embargo no pude evitar engancharme en conversaciones con un personaje que yo sabía que era producto de la inteligencia artificial pero que podría ser el sueño de cualquier mujer. Él se llama Mr. Milles. La aerolínea le creó un Facebook con fotos de sus increíbles viajes, de exóticos destinos y además era un guapo europeo maduro que supuestamente quería “heredar” sus millas para viajar de por vida a un viajero de corazón.
Y ahí me tienen, conversando con un código de programación convertido en persona. Por momentos yo misma me decía: “eres un meme, tu vida de #foreveralone es un meme”.
Curiosamente el día que la dinámica terminó fue justo cuando cerré la edición de un reportaje sobre el futuro de miseria que nos espera a todos los que nunca ahorramos para nuestro retiro y que ya no tendremos las pensiones que dieron tranquilidad a nuestros padres y abuelos.
El panorama es desolador, si alguien no ahorra para su retiro con aportaciones voluntarias a su Afore, no recibirá más de 1500 pesos mensuales de “pensión” al retirarse. Pero peor es que los que sí ahorran los dichosos 10 pesos diarios de la campaña mediática de la CONSAR, es decir, 3 mil pesos mensuales, con trabajos si llegarán a recibir una pensión de 5 mil al mes… que por supuesto ni siquiera en el presente me alcanzaría ni para el 15% de mis gastos.
La buena noticia es que no todo está perdido. A mí todavía me quedan al menos 20 años para ahorrar e invertir, aunque ahora deberé ser más agresiva al hacerlo. Pero los más jóvenes, es decir por ejemplo los recién egresados universitarios que tienen su primer empleo, podrían tener hasta 40 años para ahorrar e invertir sólo el 10% de sus ingresos y con ello asegurarse un futuro mucho más que digno.
Así que yo finalmente lo hice, a mis 42 años, me comprometí conmigo misma y con mi futuro y decidí invertir en serio. Apostar por la bolsa de valores y reducir mis viajes a uno solo que valga mucho la pena al año para entonces, con 20 años de ahorro e inversión, entonces sí retirarme a viajar por el mundo, pero en serio, no siendo un personaje de realidad virtual como lo es Mrs. Milles. ¡Felices viajes!