Lo que ha merecido el reconocimiento de la UNESCO es todo el conjunto, el marco en el que se fabrica la preciada bebida burbujeante. Sus verdes campos con los viñedos mejor valuados del mundo pues apenas una hectárea de esas tierras tiene un valor de un millón de euros. Pero también fue incluida en la designación, la arquitectura particular de sus casas y sobre todo, el diseño arquitectónico de las kilométricas cavas subterráneas que pueden incluso unir a los pueblos de esta región vitivinícola.
Cuando uno visita las cavas subterráneas la sensación es inolvidable. kilómetros de túneles con miles de botellas en proceso de fermentación para donde quiera que uno mire. Un aroma a humedad y tierra, un clima fresco y húmedo y una penumbra que se antoja mística y deliciosa.
Las luces son escasas y en tonos ambar para no afectar el proceso de fermentación en botella de esta bebida exclusiva, digna de los paladares más exquisitos. Cuando yo viajé en 2013 tuve acceso ni más ni menos que a las bodegas de Dom Perignon, que es por mucho, el Champagne más exclusivo que se produce en la región.
Estas bodegas se encuentran debajo del pueblo de Épernay, el centro de la aglomeración de los 17 pueblos Grand Cru delimitados por los viñedos más valiosos de la región de Champagne. Épernay es un sitio imprescindible si se quiere vivir en carne propia la cultura de esta bebida y su historia. Su avenida principal se llama, por qué no, Champagne que en sí misma es un paseo que hace que el viaje valga totalmente la pena. Tan solo la casa Moët & Chandon reúne la belleza suficiente como para no querer salir de allí jamás. Sólo esa famosa marca cuenta con 29 kilómetros de cavas subterráneas. Enfrente se encuentra el exclusivo palacio de L’Orangerie, construcción que data del siglo XIX y actualmente se usa para eventos privados muy exclusivos.
Si se es amante del lujo, no hay una región más adecuada para respirarlo que Champagne. Los pueblos están trazados con majestuosas mansiones y edificios que albergan a las grandes casas productoras de esta bebida suculenta. Algunas de las más antiguas tienen una historia que se remonta al siglo XVIII. La más antigua es Ruinart, famosa por ser la primera en establecer sus cavas en las crayères subterráneas de piedra caliza de Butte St. Niçaise. Recorrer las cavas es adentrarse en las entrañas del sabor de este vino burbujeante, entender de donde proviene su acidez y su mineralidad singular. Otras casas como la mítica Krug, Pommery o Roederer, que sigue siendo una empresa familiar, también se incluyen en este mundo fascinante de la cultura del Champagne, desde el mismo subsuelo.
Pero ¿cómo se elige a un sitio como Patrimonio de la Humanidad?, en primer lugar tiene que ser de valor excepcional y universal para toda la humanidad y no solamente para un país. En el caso de Reims y la región de Champagne sin lugar a dudas la arquitectura y urbanismo de la región gira en torno a la producción de una bebida que además, de no existir, privaría al mundo entero de un placer infinito.
El comité que finalmente decide sobre el ingreso a esta lista prestigiada está formado por expertos de 21 países que, en la conferencia anual, examinan si los lugares propuestos corresponden a por lo menos uno de diez criterios. Y estos criterios son muy diferentes, a fin de que la lista de los Patrimonios Culturales de la Humanidad sea tan variada como el mundo mismo.
Un error muy común es pensar que la declaratoria atraerá recursos internacionales al lugar designado. Nada más equivocado. Lo cierto es que lo que ingresar a esta lista genera son obligaciones para el Estado parte, es decir, para el país —en este caso Francia— para que no sólo diseñe políticas públicas de conservación, difusión y aprovechamiento de este patrimonio, sino para que designe y etiquete recursos y programas enfocados a su preservación. Esto incluye también programas educativos para sus ciudadanos y para los visitantes, en torno a la importancia que este lugar tiene para el patrimonio cultural de la humanidad.
El sitio designado como Patrimonio de la Humanidad en Champagne, comprende los viñedos históricos de Hautvilliers, donde se encuentra la Abadía donde Dom Perignon descubrió el método de fabricación del vino espumoso, Aÿ y Mareuil-sur-Aÿ; la colina de Santa Nicasia en la ciudad de Reims; y la avenida de Champaña y el instituto de enología ‘Fort Chabrol', en la ciudad de Épernay.
Para mí estos lugares tendrán siempre un lugar especial en mi listado personal de patrimonio cultural, pues no podría olvidar que fue allí, a lado de Richard Geoffroy, donde festejé mi cumpleaños número cuarenta con una botella de Dom Perignon Vintage 1976, lo más exquisito que ha probado mi humilde paladar hasta ahora.