Llevo dos o tres años quejándome de que alguien se robó el invierno mexicano. Ya no hay una temporada invernal fría y deliciosa, sino frentes fríos que vienen y se van desde octubre y hasta marzo, pero jamás había estado tan abrigada en pleno mes de julio.
Ayer se registró la temperatura más alta de la historia para un mes de julio en el Reino Unido, 36 grados centígrados y los pronósticos no son alentadores, la ola de calor que azota a Europa continuará y las temperaturas rondarán los 40 grados centígrados, en algunos puntos como el sur de España los termómetros ya han llegado a 44 grados.
Francia, España, Italia, Reino Unido, Bélgica, Holanda, Suiza y el norte de Italia han registrado las temperaturas más altas de los últimos nueve años, según reporta la BBC de Londres.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Mundial de Meteorología (OMM) trabajan juntos por primera vez en la historia para ayudar a los países a mejorar sus sistemas de alertas.
El verano europeo ya era famoso por la alegría de refrescarse en las fuentes y espacios públicos, pero esto es extremo. La crisis llega justamente porque la gente no está habituada a climas así, por lo cual no tiene ropa, calzado y hábitos adecuados para enfrentar estos cambios climáticos. En México estamos teniendo un verano particularmente frío y húmedo. En el Distrito Federal anoche estuve casi todo el día con un suéter de lana que compré justamente en París, en otoño. Diseñado y pensado para el clima invernal europeo. Ese es mi atuendo de verano, junto con las botas de lluvia y el impermeable.
Entonces, si se va a viajar, ¿Cómo empacar entonces en tiempos de clima indescifrable? Hoy más que nunca la opción es vestirse en capas. Si se viaja a Europa, utilizar telas ligeras y preferentemente de algodón, que permitan transpirar a la piel. En París, el gobierno de la ciudad ha instalado puestos de hidratación para los transeúntes en toda la ciudad.
Pero si se viaja en este verano a la Ciudad de México, desde cualquier lugar del país o del mundo, la recomendación es traer pantalones, botas de lluvia y un buen impermeable.
Algo importante, en uno u otro lado del mundo, el mejor aliado sigue siendo el bloqueador solar porque no debemos olvidar que incluso en los días nublados, y hasta dentro de nuestras casas, estamos expuestos a altos niveles de radiación solar debido al impacto que el hombre ha tenido sobre la atmósfera de la tierra.
El clima se enrarece, los aviones obligan a los pasajeros a llevar cada vez menos equipaje y los viajeros ya no sabemos que hacer. Los diseñadores de moda deben ayudarnos y comenzar a crear colecciones transversales pues las estaciones del año parecen estar cada vez más difuminadas y confusas.
No he estado nunca en un verano europeo, por lo tanto mi mente y mis recuerdos siempre asocian a Europa con el frío y esa deliciosa ropa abrigadora que tanto me gusta. Las minifaldas con mallas térmicas y botas altas, los abrigos de lana y los sombreros son mi outfit favorito cuando viajo a alguna ciudad europea.
En México en cambio, me gusta vestir colorida, con vestidos estampados y de telas ligeras. Zapatos cómodos y abiertos, camisetas y shorts. Nada de esa ropa he podido usar este verano. El año pasado ni siquiera saqué el calzado abierto del clóset, pero tampoco los suéteres de lana en el invierno. Me sentí desconcertada todo el año. Mojada cuando algún aguacero me sorprendió fuera de temporada y con la ropa inapropiada. Asándome por equivocar el outfit en enero y congelándome en septiembre. Todo un caos.
Pero son las facturas que nos toca pagar por habernos cargado al medioambiente, por haber deforestado los bosques, por haber construido más ciudades y fomentado los monocultivos en grandes extensiones de tierra.
Las fotografías que abundan en internet revelan a una Europa que quiere quitarse la ropa y arrojarse a la primera fuente disponible. Las piscinas públicas están saturadas y muchas personas aún no están en sus vacaciones de verano. Eso es lo que ha hecho diferente a esta ola de calor, que comenzó demasiado pronto y amenaza con permanecer.
De este lado del mundo hemos tenido eneros cálidos, primaveras en febrero y ahora, fríos casi invernales en julio, en ciudades como el Distrito Federal, donde además no ha parado de llover.
El cambio climático no es un mito. Es el presente imperfecto que nos toca vivir. Adaptarnos será el único camino, y por supuesto tomar acciones responsables para detener la catástrofe ambiental.
Aprendamos a viajar ligeros, a vestir en capas, a elegir zapatos multifuncionales. A consumir menos y mejor, porque el mundo seguirá regalándonos sorpresas como esta canícula europea, o estos chaparrones torrenciales en México y debemos estar preparados.