Durante toda la semana estuve leyendo notas en distintos idiomas que se centraban en una cosa muy particular: el piso de cristal que provocaba vértigo a los visitantes.
Y no los culpo, cuando en noviembre de 2012 tuve la oportunidad de visitar el despacho Moatti & Riviére en París para conocer a fondo el proyecto arquitectónico de la remodelación, lo primero que llamó mi atención era justamente su intención de provocar en la gente la sensación de volar sobre París. De hecho, cuando en enero de 2013 publiqué el reportaje que tenía la exclusiva de los detalles arquitectónicos de esta obra, mi primera intención era titularlo “volar sobre París”, aunque mi editor no estuvo de acuerdo.
Quizá era porque no me creía que esa sensación de vuelo sería posible. Y es que pasa, a veces en el papel los proyectos arquitectónicos se ven de una manera y en la realidad de la construcción van transformándose en cosas completamente distintas.
Lo cierto es que, tras haber leído en medios de todo el mundo, sobre el vértigo y la fascinación que provocaba a los visitantes de la Torre Eiffel esta sensación de flotar encima de parís, me alegré mucho.
Sin embargo, creo que el mundo tiene que saber muchas cosas más en torno a esta importante remodelación.
Con 7.1 millones de visitantes anuales, la Torre Eiffel es el monumento más valioso del mundo pero también uno de los más contaminantes, por su elevado consumo energético. Así, que antes que pensar en la parte estética, el proyecto de remodelación estuvo enfocado en la reducción de las emisiones de carbono de la Dama de Hierro. La promesa fue disminuirlas 30 por ciento al mejorar el rendimiento energético de la torre que cada noche se ilumina con 20 mil focos en sus más de 300 metros de altura
La estructura monumental, diseñada por Gustave Eiffel fue inaugurada hace 125 años, en 1889. Justo para conmemorar ese aniversario es que se decidió hacer una inversión de 25 millones de euros con los que se logró incluir almacenamiento y rehuso de aguas pluviales, sistemas alternativos de autogeneración eléctrica con el uso de cuatro turbinas eólicas que han sido colocadas debajo del primer piso de la torre, pero que son invisibles para el público.
Una de las grandes paradojas de la Torre Eiffel, es que su primera planta es la más amplia, pero era la menos visitada. Lo que se busca también con la remodelación era que los visitantes tuvieran motivos para permanecer más tiempo en ella. Así, a partir del pasado lunes la gente podrá disfrutar de la propuesta museográfica, los renovados salones para eventos, la nueva fachada del restaurante 58 y, por supuesto, el vertiginoso piso de cristal.
Pero si usted es un viajero amante de la arquitectura, el proyecto no tiene desperdicio a sus ojos. Le permite conocer más allá de la simple mirada, con todos los sentidos, las entrañas geométricas de la obra maestra de Gustave Eiffel.
Ya me lo dijo Moatti en aquella ocasión en París. La gente solía seguirse de largo y subir hasta el segundo piso, creyendo que desde lo más alto tendrían una mejor vista de la ciudad. Sin embargo, la altura del primer piso, 57 metros, es ideal para apreciar todos los monumentos parisinos. “La primera planta pertenece a la ciudad, los pisos segundo y tercero pertenecen al cielo”, de acuerdo con el arquitecto.
Con la implementación del suelo y la barandilla de vidrio se combinaron dos factores: proeza técnica de los ingenieros y arquitectos, digno de reconocer en los círculos especializados, y un atractivo singular para los turistas e incluso para los parisinos que tal vez hace años no suben a la torre.
Si usted está planeando visitar París, ahora sí le voy a dar un consejo de turista: No deje de visitar la Torre Eiffel. Bueno, eso seguramente no necesitaban que yo se los dijera, pero lo que quiero decir es que lo hagan mucho más que para tomarse la foto del recuerdo que todo turista que ha pisado París debe tener. Si se atreve a permanecer en el primer piso remodelado, le esperan dos experiencias únicas: la sensación de vacuidad, con su respectiva dosis de asombro y vértigo, y el descubrimiento técnico y estético de la torre, prácticamente desde su interior.
Y es que esta remodelación, lejos de ser agresiva o invasiva, fue definida por sus autores como “una arquitectura de influencia”. Esto significa que el punto de partida de esta propuesta es la torre en sí misma, pues el arquitecto asegura haberse sentido conmovido por su esencia geométrica.
Gustave Eiffel diseñó los poderosos pilares sobre un plano inclinado con toda la intención de proyectar la torre en el aire. Cada planta es un vínculo entre esos pilares y por tanto, esencial para la esencia arquitectónica del monumento.
Esa es la razón por la cual, los nuevos pabellones tienen un diseño oblicuo que hará que el visitante sienta las fuerzas que intervienen en la orientación de los cuatro pilares. En pocas palabras, le permitirán sentir la inteligencia constructiva original de la torre.
Otro factor esencial es la transparencia, y no sólo en el piso. Pues ésta, junto a las líneas diagonales y curvas del diseño de cada pabellón darán al visitante la sensación de flotar en el interior de la gran estructura metálica. Y si me lo preguntan, aunque ya estuve allí en noviembre de 2012 y pude subir a un recorrido por las obras para verificar sus avances en febrero de 2014, estoy ansiosa de ir y sentir este vértigo, ahora con el primer piso completamente listo para quienes amamos a París y su dama de Hierro.
Andanzas en Femenino
Flotar sobre París
Bombos y platillos resonaron fuerte en la capital francesa el 6 de octubre pasado. Finalmente, después de dos años de arduo trabajo, la alcaldesa Anne Hidalgo inauguró el primer piso remodelado de la Torre Eiffel, del que ya les he contado en este espacio.
Inicia sesión y comenta