Pues ya es diciembre, las casas ya lucen iluminadas con foquitos led y no faltan los arbolitos en las ventanas, los adornos y las fiestas. Obviamente diciembre es uno de los meses en los que más se consume. Regalos de navidad, cenas especiales, fiestas por doquier pero… oh… oh… ¿qué pasa con nuestras finanzas en medio de esta vorágine de consumo? ¿y con el planeta? ¿y con la vida después de la alegría efímera de la navidad? Vienen las deudas, la culpa, la cuesta de enero, las filas en las casas de empeño.
Sería no sólo utópico sino ingenuo pretender que la gente detenga su costumbre de consumir cosas en el siglo XXI sin embargo, estoy convencida de que sí se puede apostar por un consumo mucho más consciente, informado y responsable.
Para ello, primero hay que entender las tendencias del mercado actual y en esto hay algo innegable: el comercio electrónico está dominando al mundo.
Resulta que en 2017 han sido los millenials quienes han integrado el grupo de consumidores más grande a nivel mundial, pues el 50% del consumo ha sido realizado por quienes integran esta generación de jóvenes.
Ninguna industria puede ignorar hoy en día a los millenials, les guste o no, casi todos sus esfuerzos de marketing están enfocados en este grupo. Pero el gran reto es que no son consumidores fáciles de convencer. En primer lugar, buscan informarse y comparar entre varios productos, marcas y plataformas antes de tomar una decisión de compra y sobre todo, tienen mucha confianza en las redes sociales. Eso le ha traído a las industrias un nuevo reto: la experiencia de usuario.
Si bien antes lo importante era el producto, su calidad o durabilidad, hoy en día es mucho más importante la experiencia completa de compra y usabilidad que el producto en sí mismo.
Pero en este mundo del consumo están aspectos oscuros como la obsolescencia programada que ha hecho que estos millenials sean consumidores sin control de gadgets o novedades tecnológicas, la mayoría de las veces, pasando por alto el impacto ambiental y social que esto conlleva.
Sin embargo, el consumo electrónico global, ese que nos permite comprar en cualquier lugar del mundo con solo un click, puede tener una profunda huella en el medioambiente. Es decir, ¿te has puesto a pensar cuánto le costaron al planeta esas baratijas chinas que decidiste comprar en línea?
Por ello, la recomendación esta navidad es sí, sigue la tendencia y compra en línea si quieres, pero apuesta por el consumo responsable, amigable con el medioambiente y enfocado en el comercio justo y local.
No sé a ustedes pero a mí me encanta visitar los bazares de diseñadores locales, o mejor aún, una práctica recurrente y que recomiendo mucho es que aquellas personas que tienen la fortuna de ser viajeros recurrentes durante el año, ya sea por trabajo o por placer, compren sus regalos de navidad a productores locales en cada uno de los lugares que recorran.
Sí, no importa si fuiste en verano o primavera, lo importante es que tal vez en vez de traer un souvenir chino que entregas en masa (como esos horribles llaveros baratos que todos alguna vez hemos regalado para salir del paso), te tomes el tiempo para visitar algún mercado local y compres algo significativo. Esa prenda ya no tendrá un ciclo propio de transporte pues viajará contigo y la guardarás celosamente hasta que llegue el momento de colocarla debajo del árbol y esa persona especial se de cuenta de que pensaste en ella durante uno o varios de tus viajes.
Yo este año, por ejemplo, me escapé a San Cristóbal de las Casas durante el verano. Acababan de nacer mis hermosas sobrinas y allí les compré un par de prendas hechas por manos artesanas. Ese regalo tiene aún más significado pues ellas no van a crecer en México, nacieron en París, donde crecerán pero son franco-mexicanas y mi sobrina quiere que su identidad mexicana nunca sea relegada. Me sentiré contenta de contribuir con un pequeñísimo detalle a esa misión.
Otra opción para consumir esta navidad es informarnos y buscar en internet a emprendedores que estén apostando por crear productos responsables con el medioambiente, por ejemplo, esta semana conocí a una chica que hace unos zapatos preciosos y comodísimos hechos con piñatex, un material que sustituye a la piel y está hecho con cáscaras de piña.
Otra sugerencia es que, si vienen a visitarles familiares de otro país o de un lugar lejano, puedan regalarles pequeñas canastitas (de esas que son como para poner el pan en las fiestas) con dulces tradicionales mexicanos. Es un regalo económico pero que seguramente será muy agradecido por el paladar de esas persona que se han ido a vivir a otro país pues su paladar estará directamente conectado a su corazón a través del cable de la nostalgia.
Es cierto, a veces la navidad es un bombardeo de consumismo sin sentido, pero si nosotros decidimos romper con eso, se transforma también una oportunidad para reflexionar en torno a nuestra muy personal forma de consumo.
Muchos creemos que no podemos vivir sin consumir, algunos optamos por hacerlo de manera responsable e informada pero también hay quienes han encontrado la manera de simplemente dejar de comprar, o comprar mejor, o reutilizar ¿te suena milagroso? Pues yo creo que no lo es. Te invito a que esta navidad sea el punto de partida para una muy necesaria reflexión en torno a nuestros hábitos de consumo y la responsabilidad que nuestras compras conllevan.