Quienes vivimos, trabajamos o estudiamos en esta entidad no tenemos reparo en aprovechar la más mínima oportunidad para escapar del estrés.
Si ustedes se sienten como yo, incluso si viven en ciudades cercanas a esta urbe gigante, como Cuernavaca, y no pueden o no quieren aún tomar sus días de vacaciones de verano, creo que podrían recordar que este enorme monstruo urbano también tiene su lado B que huele a tierra mojada.
Existen lugares dentro de la Ciudad de México con interesante historia y atractivos que bien podrían cumplir con la función entretener y proporcionar espacios para desahogar tensiones. El rostro rural de la capital mexicana se concentra en tres delegaciones que son Tláhuac, Milpa Alta y Xochimilco, esta última es la más visitada por los turistas que, a pesar de eso, casi nunca llegan a conocer su verdadero valor.
No les estoy invitando a subir a una trajinera para embriagarse en los canales de Xochimilco. A lo que los invito es a ir más allá y conocer las zonas chinamperas de Tláhuac y Xochimilco que por cierto, forman parte del polígono catalogado como Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO.
Es en este polígono que se llevan a cabo las festividades tradicionales de San Andrés Mixquic o la cada vez más conocida Feria de la Nieve, en Tláhuac. Aquí también existen agroindustrias que cada día florecen más en torno a la producción de nopal, amaranto y mole que existen en Milpa Alta.
Los paisajes naturales de esta zona capitalina realmente nos recuerdan a otras regiones rurales del país y ni siquiera podrán creer que esto siguen siendo la CDMX. Si bien aún no existen muchos prestadores de servicios turísticos en la zona, enfocados a diseñar experiencias de turismo rural sostenible, lo cierto es que los emprendedores, al igual que los académicos y las organizaciones civiles, junto a los campesinos de la zona, comienzan a mirar al turismo responsable como una oportunidad para rescatar su cultura, su producción agrícola y al ecosistema lacustre, siempre y cuando, a partir de experiencias mucho más ricas que el simple paseo en trajinera con los amigos para beber que, al menos a mí, ya me aburre demasiado.
Quienes han comenzado a prestar servicios de carácter turístico cultural, rural o agrícola en la región necesitan unirse y organizarse para que tanto chinamperos y campesinos como nuevos emprendedores innovadores, puedan atraer a otro tipo de visitantes, mucho más responsables y comprometidos con el rescate de este espacio vital para la vida de nuestra ciudad.
Algunas de las experiencias más conocidas son la “Ruta de la vida y la muerte” en Tláhuac o las que ofrece el “Centro Ecoturístico Xochicalli” en Xochimilco. Sin olvidar la organización de ferias y muestras gastronómicas/artesanales que buscan promover los productos típicos elaborados por los habitantes.
Retos hay muchos, hace falta capacitación, mejoramiento de la infraestructura turística, nuevas opciones de transporte que vayan mucho más allá del embarcadero a donde llegan todos los que quieren sólo subir a una trajinera cubierta de flores. Pero justo esos retos también son muchas oportunidades para emprendedores, estudiantes y para las nuevas generaciones de jóvenes oriundos de la región, que han estudiado y desean aplicar su conocimiento en rescatar no sólo su cultura sino la vida de su pueblo, porque Xochimilco es eso, un pueblo único que ha sido invadido por la gran ciudad y terminó siendo absorbido por ella.
Hay que crear una oferta atractiva para otro tipo de visitantes y también permitir que los que llegan pensando que sólo hay trajineras, mariachis y cerveza, vean más allá y puedan acercarse a la verdadera zona rural, donde puedan aprender permacultura en el sistema de chinampas, donde conozcan más sobre alimentación sustentable y consumo local, donde puedan ser voluntarios de los programas de rescate de especies endémicas, como el ajolote o vivir experiencias gastronómicas como la preparación de platillos con acociles, unos pequeños crustáceos parecidos a los camarones de ríos, pero mucho más pequeños que son únicos de esta región y ricos en nutrientes.
Hace casi 10 años que no me subo a una trajinera en Xochimilco. Además de parecerme un montaje folclorista pensado para extranjeros que buscan llevarse en la mente el cliché de que los mexicanos sólo escuchamos mariachis, comemos garnachas y bebemos tequila, no me gusta ir a comprobar que muchos adolescentes embriagados suelen darles elementos para cumplir semejante cliché.
Pero esta semana tuve la oportunidad de que algunos emprendedores sociales, me presentaran una cara nueva de Xochimilco, la natural, natural, agrícola y humana. Lamentablemente no todo es felicidad, y no porque este lugar no posea un ecosistema único, ni una belleza especial, mucho menos porque su gente no tenga el corazón bien puesto donde debe estar, ni porque las verduras que sus campesinos cosechan allí no sean buenas, sino porque Xochimilco nos necesita, a todos,y muchos ni siquiera saben todo lo que hay allí.
Para ello les invito a ver en YouTube el video documental Reflexión realizado por jóvenes emprendedores, académicos y algunos pobladores de Xochimilco con el que pretenden que la gente conozca no sólo la riqueza de este lugar, también sus problemas y los que olvidarnos de Xochimilco nos puede traer a todos los habitantes de la gigantesca Ciudad de México.
Si bien hay mucho de qué hablar al respecto, lo que más me impresionó fue que en el documental, se le pregunta a las personas, en la calle, elegidas al azar en una calle del centro histórico, ¿cómo les afectaría si Xochimilco desapareciera? Me llenó de rabia ver que muchos decían que como no vivían allí, pues en nada les afectaría.
“Xochimilco es un humedal de importancia internacional que provee innumerables bienes y servicios ecosistémicos a más de 8 millones de habitantes, un ecosistema clave para la mitigación del cambio climático y sus efectos en Ciudad de México, así como el camino para la transformación hacia una ciudad sostenible” se lee en la petición que en change.org logró tener más de 120 mil firmas para exigir al gobierno capitalino rescatar este lugar. La CDMX necesita a Xochimilco por muchas cosas, porque es la zona de humedales que permite resguardar el agua alrededor de la ciudad, pero también tiene una enorme biodiversidad y a la vez, una historia y herencia cultural que se refleja lo mismo en su gastronomía, sus fiestas y sus barrios, que en la forma de producir sus alimentos, su sistema prehispánico de permacultura (Chinampa) que bien podría ser la solución para la soberanía alimentaria de la capital mexicana.
Mucho aún hay por decir de este lugar, por ello les invito a buscar en redes sociales el Hash Tag #SoyXochimilco, para que se involucren porque aunque no parezca, cuidad de Xochimilco, nos toca a todos.