En los trabajos de oficina, las mujeres sufren discriminación y agresiones verbales por parte de los choferes, afirma Kina.
Kina trabaja desde hace 25 años en el área de administración de una organización de transporte (Ruta) cuyas unidades circulan en la zona metropolitana de Cuernavaca y aunque las actividades que desempeña son fáciles, dice que no es lo mismo cuando se trabaja con hombres porque todavía hay quienes se niegan a recibir órdenes de una mujer.
“Es un poco difícil para las mujeres que estamos en esta área, sobre todo porque los hombres consideran que no es un trabajo para mujeres y que el desempeño puede ser menor por ser un trabajo de hombres. Por eso quienes estamos en el sector transporte nos enfrentamos a la discriminación, groserías de los señores y malas expresiones hacia nuestro género”.
Por esta situación de violencia -afirma- pensó en renunciar a su trabajo, porque afectaba el bienestar de su familia y sus hijos -al ver el estado de ánimo con el que llegaba a su casa- le decían que era mejor buscar otro empleo, porque hacía muchos corajes.
Sin embargo, refiere Kina, tras divorciarse tuvo que agarrar valor y hacer frente a este tipo de agresiones verbales. Hubo quien la llamó “vieja inútil”, pero aprendió que no iba a arreglarlo haciendo corajes y entendió que difícilmente se puede educar a un adulto.
Entonces se propuso cumplir con su trabajo con o sin la aprobación de los operadores, quienes -dice- se molestan porque les impone sanciones o llamadas de atención por quejas de los usuarios del transporte público.
“Es difícil tratar con hombres porque no se puede educar a los adultos y ellos se unen para rebelarse. A veces hay que imponer sanciones y es ahí cuando empiezan a insultar a las mujeres de forma despectiva”.