Alejandro estudia Biología en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), pero en sus ratos libres trabaja como repartidor de comida a través de la aplicación de teléfono de Rappi, para apoyar con los gastos económicos a su abuela.
A diferencia de otros repartidores de alimentos, que realizan su trabajo con una motocicleta, Alejandro recorre las calles de varias colonias de Cuernavaca en una bicicleta porque no cuenta con una moto, pero si con las ganas de trabajar para apoyar con los gastos.
“Vivo con mis papás, pero yo me hago más responsable de mi abuela. Además, me gustó este trabajo porque hay facilidad de trabajar en el horario que uno quiera”.
El entrevistado, dijo que dedica entre cinco y seis horas al día a su trabajo como repartidor de comida, tiempo en el cual puede reunir entre 100 y 150 pesos. Sin embargo, al no contar con una motocicleta la aplicación le asigna pocos servicios, de tal manera que con mucho esfuerzo realiza de cuatro a seis entregas de alimentos durante su jornada laboral.
Dice que la ventaja que tiene es que la bicicleta no necesita combustible y también que los clientes le dan propina de hasta 20 pesos, porque lo ven cansado al repartir alimentos con su bici, aunque la desventaja es que su calzado se desgasta más rápido o incluso se le rompe, como le ocurrió hace unas semanas, cuando se dirigía a entregar un pedido.
Además de la crisis económica por la pandemia del covid-19, sus compañeros le comentaron que la inseguridad está muy fuerte en varias colonias que no cuentan con alumbrado público, donde les han robado las motocicletas.
“Me han comentado que tenga cuidado. No me ha pasado nada, gracias a Dios, pero si me han dicho que la situación está muy fea, porque a varios les han quitado su moto; en ocasiones los pedidos los hacen los maleantes para asaltarlos”.