Nadie mejor que esa agrupación para representar a este ciclo de conciertos que busca la fusión de las culturas del mundo con música y de ahí el subtítulo de Festival de World Music: además del recorrido de temas provenientes de diversas partes de la geografía planetaria, la diversidad del mundo estuvo representada también en los orígenes de los propios instrumentos musicales.
La inauguración del festival tuvo lugar la noche del pasado jueves 5 de mayo y gracias a la espléndida acústica del recinto –más que evidente y agradecible durante la ejecución de las percusiones que parecían salidas de una chistera de mago-, el escenario adquirió otra dimensión: como si transportara al público reunido a un gozoso y dulce sueño de agua.
La exploración de sonoridades condujo a los asistentes a un peculiar recorrido por la República de Irlanda, el País Vasco, la región de los Balcanes, Argentina –en la región austral del continente- y, por supuesto, el sur de México, con temas de Chiapas y Oaxaca.
El marimbista Javier Nandayapa –integrante de esa dinastía de músicos tradicionales-, explicó que el nombre del trío se escribía con zeta, porque su significado es “madera” en lenguaje vasco, dado que de ella es el componente de la mayor parte de los instrumentos del conjunto.
Además, el trio presentó tres piezas originales escritas por Jesús Martínez: Domingo, El Sur y La danza de los niños, con fuerte influencia de la música minimalista por repetición constante de ritmos con cambios mínimos.
La ejecución de las percusiones fue realmente sobresaliente y deleitosa: la artista obtenía peculiares sonidos de muchas partes, lo mismo de una olla de barro, de un conjunto de cascabeles, de dos platillos en miniatura, de la concha de una tortuga, de una bolsa con piedras pequeñas, entre otros objetos y, por supuesto, de su propio cuerpo, tanto de su voz como de sus uñas arrastradas sobre una superficie lisa, de sus dedos y hasta de sus palmas contra sus muslos.
La integración de todas esas sonoridades a la musicalidad emanada de la marimba de Nandayapa y el acordeón de Barberena, era una lección de maestría.
La despedida del conjunto era con el tema La tortuga del arenal, pero la aclamación general de pie para su retorno, lo hizo interpretar temas representativos de la región meridional mexicana: La Zandunga, La Llorona y Las chiapanecas, de Oaxaca y Chiapas, por supuesto.