Entre los recuerdos que permanecen en la memoria de sus comienzos en el oficio, destaca su asombro al ver aparecer las imágenes que había logrado cuando cursaba la preparatoria.

Recuerda que en un laboratorio, cuando empezaba a aparecer la imagen tomada, el sentimiento que experimentaba era “muy encantador”. Fue tanta su atracción, afirma, que “quedé enganchado con la foto y tendría apenas como 17 años”, dice.

Hoy en día, más de tres décadas después, el también catedrático de la Facultad de Artes de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), hace una afirmación que podría parecer también mágica para los demás, pero que es real para él: la fotografía le ha servido para ir sanando, “porque así me conozco y así puedo entenderme”, sostiene.

Más aún, comparte: “y así superé de alguna manera el cáncer que tuve, entendiendo porqué me daba, y de ahí hice una serie de autorretratos que me han estado sirviendo: primero, para que no se me olvidé que pasó, y después, porqué pasó y cómo lo superé”, enuncia.

El artista con 15 años de radicar en la capital morelense, es uno de los expositores de la muestra colectiva El color de la carne, con que la Facultad de Artes festeja el décimo sexto aniversario de su fundación.

Las imágenes que presenta, dice quien cuenta con más de 130 exposiciones, colectivas e individuales en su trayectoria artística, tienen en común que retratan a personas sin pelo y proceden de la serie Al filo de la navaja, aunque incluyó un par tomado en este 2015.

*NO SE HABIA EXHIBIDO EN CUERNAVACA

“Algunos son cabezas rapadas, hombres y mujeres –dice de sus modelos, en entrevista con Bajo el volcán y a pregunta expresa-, pero otros son que ya se quedaron pelones, no es que se estén rapando. Hay uno que lo operaron y lo raparon para fines curativos, el que tiene la hendidura. Y una de las chavas estaba en un tratamiento de radiación, porque ella vivía en Chernobyl, ella es rusa, entonces se tenía que rapar cada tanto tiempo”, enfatiza.

Revela entonces el sentido de su propuesta, “tiene que ver con un proceso mío: que yo hace 22 años tuve cáncer, me aplicaron quimioterapia, se me cayó el pelo”.

Dice que por propia voluntad, “nunca me he querido rapar, (la fotografía) para mí es como una manera de encontrar cosas que me afectan, o sea, yo por qué no puedo, por qué otra gente sí, por qué algunos tan fácilmente se rapan, otros han de tener procesos más complicados. Entonces, es como para conocerme un poco y qué es lo que tengo adentro”, explica.

Este semestre, Gilberto Chen imparte clases de impresión digital, y dice de la selección de su obra, que nunca se había exhibido en la capital morelense, “parte de las fotos sí pertenecen a la serie ‘El filo de la navaja’, principalmente es eso, pero he ido añadiendo otras hay dos fotos, inclusive, que tomé este año. Como este trabajo nunca se había presentado en Cuernavaca creo que es un buen momento y luego me enteré del título y dije, pues entonces sí”, responde en relación a cómo se dio su participación en la muestra.

*EXPOSICIONES DESTACADAS

Una nota biográfica del artista señala que, entre las exposiciones colectivas entre las que ha participado, destacan: “Una Sensación de lo Imposible” en La Habana, El Cairo, Nueva Delhi y Berlín; “Retrato de lo Eterno”, en el Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá; “Mariposa Negra” en Escocia; y “Metáforas”, en el Museo de Monterrey.
En cuanto a sus exposiciones individuales, resaltan: “Al Filo de la Navaja” en el Teatro Degollado de Guadalajara;  “Homenaje a la Locura”, en la Galería Juan Martín; “Testimonio de una Curación”, en la Galería de la Universidad de Yucatán  y “Salones de Baile”, en México, Hungría y Bélgica.
Gilberto Chen fue el ganador de la VI Bienal Nacional de Fotografía del INBA y fue miembro del Sistema Nacional de Creadores Artísticos de CONACULTA de 1997-2003.

*NO PIDO EXPOSICIONES, ME LAS OFRECEN

-Hace mucho que no vemos una exposición suya. ¿Qué es lo que pasa?

-No pasa nada, normalmente yo no pido exposiciones, me las ofrecen, entonces voy como caminando en ese sentido.

La otra causa es que los costos se han ido muy alto, para imprimir una imagen y montarla es mucho dinero. En este caso no hubo apoyo, entonces lo que yo ya tenía de alguna manera lo pasé, renové, mandé hacer algunas pocas fotos de las nuevas para que la gente que ya conoce esto la viera como un poco más moderna, pero fue con lo mínimo de dinero, porque además no está a la venta, es más bien mostrar.

-¿Cómo fue consiguiendo a los personajes a los que retrató?

-Todos son cuates. Hay varios que son artistas, muchos grabadores, hay pintores, hay un curador, un escultor.

-Entonces, ¿el hilo que los une es su apariencia?

-Que no tuvieran pelo, salvo uno que tiene un corte que hace años no se usaba y el que tiene mucho pelo, que es como la contraparte. Él es músico de reggae, ya llevaba siete años sin cortarse el pelo y era como la antítesis de los demás... y mía, porque yo tampoco he podido quedarme siete años sin ir a la peluquería (risas).   

*PORQUE HAY ALGO QUE MOTIVA DENTRO

-En conclusión, ¿su fotografía es de algún modo autorreferencial?

-Así es. Trato de que lo que fotografío ahora y siempre, tenga autorreferencias.

¿Por qué fotografiar una foto y no otra? Porque hay algo que motiva dentro, si no motiva es superficial y no sirve.

Aunque sea fotografiar esquinas, algo trae uno con las esquinas: a lo mejor desde chiquito uno se rompió la cabeza en una esquina o lo castigaban en la esquina.

Siempre hay una referencia con vivencias, si uno es realmente artista que quiere sacar las cosas, que no sea superficial, entonces eso es.

Lo que yo trato es, de alguna manera, de irme curando a través de hacer fotos, porque así me conozco y así puedo entenderme... y así superé, de alguna manera, el cáncer que tuve, entendiendo porqué me daba.

De ahí hice una serie de autorretratos también que, de alguna manera, me han estado sirviendo, primero para que no se me olvidé que pasó, porqué pasó y cómo lo superé.

Todas esas cosas para mí son autorreferenciales, de vivencias y de carencias que tengo.