Este 2015 no es la excepción: en esta ocasión el museo rebosa la riqueza artesanal que prolifera en la República Mexicana, al presentar De viaje con las calacas, como Ofrenda de Muertos 2015.
Dentro de la muestra, el sorprendido visitante puede descubrir paisajes alucinantes, en donde lo mismo surge con su característica carcajada la tilica en que se convirtió el cantante Pedro Infante al morir en el avionazo o un volador de Papantla, suspendido para la eternidad en plena ejecución de su danza ritual.
Así también en el recorrido se distinguen las figuras de una tehuana luciendo su traje y los adornos que lo complementan; de una artesana chiapaneca en pleno proceso de elaboración de vasijas; de una corredora de maratón sobre un puente colgante y hasta del tradicional chinelo morelense, como pieza representativa del talento de estas tierras del sur.
En un texto de presentación de este trabajo, que permanecerá en exhibición hasta el próximo 4 de enero de 2016, se explica que “las ofrendas del Museo Dolores Olmedo siempre han sido consideradas artísticas, ya que no sólo rescatan la tradición de los altares de muertos, sino que además brindan un homenaje al trabajo artesanal de México.
“En esta ocasión –continúa el texto-, nuestra tradicional Ofrenda de Muertos presenta escenas y personajes que recorren todo México, para mostrar la riqueza artesanal y la biodiversidad del país.
Señala que “la actividad artesanal en México está estrechamente ligada al medio ambiente, pues los materiales para la creación de los artesanos son tomados de la naturaleza. Asimismo, plantas y animales han inspirado a los artesanos a crear piezas en las que plasman los diferentes elementos que es posible encontrar en el país, gracias a la gran biodiversidad que tiene.
Y detalla: “Es así que el recorrido por la ofrenda nos lleva desde las zonas desérticas del norte de México hasta las selvas húmedas y el trópico del sur.
Dentro de esta exhibición de artesanías de todo el país, se incluyen piezas de la colección de arte popular del Museo Dolores Olmedo, además de seis piezas provenientes del Museo de Arte Popular, como figuras de un perro y un león en barro bruñido; una escena de la última cena en barro; y una máscara de diablo en madera tallada, entre otras.
Refiere por último que “el altar, dedicado como cada año a Dolores Olmedo y a su madre, la Profesora María Patiño Suárez –y que es colocado en una sala diferente-, está enmarcado por miles de flores de cempasúchil de papel”.
*ESPLENDOR DEL MOSAICO ARTESANAL Y NATURAL DEL PAÍS
Desde que el museo abre, a las 10:00 de la mañana, ya hay una larga fila esperando ingresar. La conforman, en su mayoría, los escolares de diferentes escuelas dispuestos a hacer el recorrido por el recinto ubicado en Xochimilco, en la ciudad de México.
Un grupo de mujeres –algunas de las cuales parecen provenir de otros países- se queja: “¡No es posible que tengamos que esperar a que pasen 200 personas antes. Venimos de muy lejos, de muy lejos”, repite una de ellas ante un trabajador que la escucha con paciencia mientras hace su quehacer y remueve la negra tierra. La señora hace berrinche.
Las damas mejor se van hacia las galerías en donde se exhibe de manera permanente la obra de Frida y Diego Rivera, y de manera temporal la de otros artistas plásticos.
A ver si al rato tienen más suerte y no tienen que esperar. Si es que se les pasó el berrinchito.
Mientras en la fila, los niños aplauden con emoción esperando el momento de ingresar y los adultos se dedican a desentrañar el enorme anuncio de la ofrenda, que cuelga por fuera del recinto, en donde, si se pone atención, se pueden descubrir las formas de mariposas monarcas, xoloitzcuintles, borregos cimarrones y aves; o alimentos como el maíz, el cacao y los chiles, además de iconos prehispánicos en escultura y arquitectura. Todos estos motivos le dan forma a la imagen de una calavera.
La ofrenda de la Sala I está dividida en siete regiones del país: Norte, Occidental, Bajío, Centro, Pacífico, del Golfo y Sur, que muestran el esplendor del mosaico artesanal y natural que está presente a lo largo de su geografía.
*RECREACIÓN VISUAL DE INGENIO Y CREATIVIDAD
En el folleto del altar, que el museo pone a la venta –impreso de manera sencilla en papeles de colores-, se explica que “la tradición de colocar ofrendas en México tiene su orígenes desde el periodo prehispánico, cuando diversos grupos mesoamericanos acostumbraban enterrar a sus muertos, acompañados por algunos objetos que, según sus creencias, les serían de utilidad en su otra vida: alimentos, ropa o joyas, entre otros”.
Menciona que durante la época Colonial, “esta costumbre se mantuvo relativamente oculta por parte de los indígenas y mestizos, quienes comenzaron a integrar elementos de la religión católica a sus ofrendas, como imágenes de santos, vírgenes y cristos. Asimismo, las ofrendas ya no se colocaban encima de las tumbas, sino en el interior de una habitación, sobre el piso y una mesa –de ahí que se llame Altar de Muertos”, puntualiza.
En la actualidad, añade la información, “las ofrendas son toda una recreación visual en la que se conjugan la creatividad y el ingenio de los mexicanos, quienes, para complementar su altar, crean figuras que celebran la vida y dialogan con la muerte”.
Concluye al indicar que la señora Dolores Olmedo comenzó hace 60 años, en 1955, “con la colocación de altares de muertos, considerados artísticos por rescatar la tradición y rendir homenaje al trabajo artesanal de México. Con ello, captó la atención del público que cada año acudía a admirar sus ofrendas, y también la de aquellos que, de manera indirecta o directa, debían promover y rescatar la cultura nacional”.