Con la ponencia “El Día de Muertos en Michoacán: las paradojas de su patrimonialización”, Maya Pérez ahondó sobre las consecuencias de la patrimonialización de las festividades de Día de Muertos en diversas localidades del estado de Michoacán.
Entre ellas destacó el hecho de que las comunidades han comenzado a verse a sí mismas como portadores de la tradición, aprendiendo a valorarla como cultura viva y en movimiento.
No obstante, llamó la atención sobre la ambigüedad fundamental de su patrimonialización por parte de la Unesco, pues para la institución, dijo, el Día de Muertos es tanto patrimonio indígena como patrimonio de todos los mexicanos, y en consecuencia, los derechos del patrimonio no se pueden adjudicar a ninguno de los dos grupos hegemónicos del estado.
Aunado a ello, observó las tensiones económicas ocasionadas por las actividades turísticas —mezcla de política pública con iniciativa privada—, desprendidas de la declaratoria, actividades que no reportan beneficios equitativos a los indígenas.
Concluyó su participación proponiendo reevaluar la manera de gestionar el patrimonio y de legislarlo, un acto del que no se deben soslayar sus aspectos de pugna étnica, económica, social y de clase, expresó.
En tanto, Miguel Morayta con su trabajo “Tres aspectos de la patrimonialización del proceso ritual a los muertos en Ocotepec”, compartió reflexiones desprendidas de su estudio acerca de la tradicional celebración de Día de Muertos en ese poblado del norte de Cuernavaca.
Durante su intervención, Morayta hizo notar que los conceptos “Cultura”, “Patrimonio” e “Identidad”, que suelen usarse coloquialmente como sinónimos, no significan lo mismo; no toda la cultura está patrimonializada, explicó: el patrimonio es una parte de la cultura que ha sido refrendada como algo propio, y su refrendo como tal es mitad una imposición exterior y otra mitad valoración interna.
Hizo un análisis sobre la construcción de las ofrendas en Ocotepec, de acuerdo a las características del difunto; manifestó que el espacio del panteón era como una prolongación del hogar en esa comunidad durante esos días festivos y defendió a la herencia religiosa y al turismo como una conjunción posible.
Al final, destacó que, durante sus celebraciones de Día de Muertos, “Ocotepec no se exhibe, Ocotepec se comparte”.