Esa escultura y el arco fue lo único que se respetó del proyecto original, narra el maestro Xerxes Díaz Loya, al rememorar sus pretensiones artísticas de hace casi 40 años.
Entrevistado en el marco de la Primera Bienal Los Volcanes, a la que asistió entre el público invitado, el escultor cuenta que eran los tiempo en que gobernaba el país el entonces presidente José López Portillo y Morelos era dirigido por el gobernador Armando León Bejarano.
“Ese monumento ecuestre que hice a Emiliano Zapata en la Hacienda de Chinameca fue por encargo de la Presidencia de la República”, rememora el artista.
Durante la charla, Xerxes Díaz sorprende cuando asegura que él fue charro en una época, por lo que “conozco de arreos, monturas y todo respecto al equipamiento de caballos y esta representación la hice investigando sobre todo eso”.
(XERXES DÍAZ): Ese monumento ecuestre que hice a Emiliano Zapata en la Hacienda de Chinameca fue por encargo de la Presidencia de la República, rememora el artista. (Fotografía: José Antonio Gaspar).
Destacó que en su propuesta escultórica imaginó a un Zapata combativo, montado sobre su caballo, pero que el animal estaría parado en sus dos patas traseras, como si fuera apoyo, lo que representó una proeza para el artista.
Puntualizó que la realización de la pieza fue en bronce a la cera perdida y que fue en tamaño natural, porque desde el piso hasta la punta del rifle mide entre 3.70 y 3.80 metros.
Sin embargo, su proyecto en donde presentaría la escultura, iba más allá de lo que se ve hoy en día.
“Originalmente yo le había presentado al gobernador una idea de un Museo Agrario, en donde yo envolvía todo el arco de Chinameca en una cúpula y abajo, como la tumba de Napoleón, en París, yo enterraba a Zapata ahí, en una lápida circular”, cuenta Díaz Loya.
La realización de la pieza fue en bronce a la cera perdida, en tamaño natural, porque desde el piso hasta la punta del rifle mide entre 3.70 y 3.80 metros. (Fotografía: José Antonio Gaspar).
Además, habría una torre simbolizando el maíz, como el símbolo que aparece en el escudo del estado, “y también habría una especie de juegos lumínicos a través de rayos solares reflejados en el espejo, simulando balazos”, enuncia.
Era un proyecto “muy complicado”, dice, “creo que era demasiado ambicioso y no se realizó. Del proyecto original lo único que se respetó fue el arco y la escultura”.
A pregunta expresa, afirmó que la obra que se ve actualmente, en general “gustó mucho, la única crítica que tuve fue de Gobernación, que porqué lo había representado parado en dos patas. Simbolizaba algo ese hecho: murió a traición”.
Aclaró que sólo se trató de “un comentario leve, ya estaba la otra realizada y no me jalaron las orejas ni me impusieron un tema, yo lo hice libremente”, asevera el maestro Xerxes Díaz.
Una última sorpresa la revela al final de la charla: su padre fue un revolucionario, el general Pablo Díaz Dávila, que fue comandante de la división Zaragoza y de la división Robles, de la División del Norte.
“Zapata fue un personaje muy importante en la lucha histórica de la Revolución y tengo mucha simpatía por él porque mi padre también fue revolucionario, él fue villista y estaba en el norte; entonces esa escultura que hice de Zapata está simbolizando la lucha armada de la Revolución Mexicana, que ha caído en decadencia totalmente y ya nadie se acuerda de Zapata, más que en los aniversarios”, finalizó.