Después de aseverar que “la semilla que sembramos allá por los años 70, al fundar la Dirección General de Culturas Popular (DGCP), ha rendido sus frutos”, el Doctor Rodolfo Stavenhagen admitió que, en la actualidad, “no todo es miel sobre hojuelas”.
Persisten las desigualdades socioeconómicas y las polarizaciones sociales, sostuvo, “ahora agravadas por la violencia, por la inseguridad, por la corrupción, que han contribuido a la fragmentación del tejido social de las comunidades y de los pueblos indígenas en el país”.
Explicó que la cultura, igual que la educación y el desarrollo sustentable, “tiene que jugar un papel importante en el futuro del país. La cultura y especialmente las culturas populares en sus diversas manifestaciones y expresiones, no deben servir para dividir a los mexicanos, sino por el contrario, para fortalecer la paz y la armonía entre todos nosotros”, subrayó.
Por eso, continuó, “nunca es más importante tener esto en cuenta que ahora, cuando estamos de luto y justificadamente indignados y enojados, por la barbarie ejercida contra los jóvenes, muchos de ellos indígenas, de la escuela normal rural de Ayotzinapa. Su dolor es nuestro dolor, su rabia es nuestra rabia, ha dicho el Ejército Zapatista de Liberación Nacional”, expresó el científico social, durante el homenaje que se le brindó en la capital morelense, el pasado jueves 20 de octubre.
*UN PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA QUE ME MIRÓ FEO
Reveló a los participantes que para crear la DGCP, “fue necesario superar obstáculos internos dentro del propio gobierno. Podría contar cosas que me respondieron algunos subsecretarios, algunos secretarios de Estado e, incluso, un presidente de la República, quien me miró feo y me dijo: ‘usted quiere romper la unidad nacional’, así de claro. Y sin embargo, lo logramos. Se logró crear la DGCP”, enfatizó el humanista.
En aquellos años, planteó en su discurso, “pudimos avanzar en la discusión de la necesidad y la importancia de reconocer las culturas populares en México; lo que había en aquel entonces eran una visión elitista de la cultura: la cultura era la alta cultura, era la cultura de las escuelas de bellas artes. Nuestro instituto que todavía se llama así, de Bellas Artes (INBA), nace de aquella concepción y nunca ha podido realmente superar esa concepción”, criticó quien también fue el primer Relator Especial de las Naciones Unidas sobre la Situación de los Derechos Humanos y Libertades Fundamentales de los Pueblos Indígenas.
*ERA UN PROYECTO DE LOS MESTIZOS
Indicó que la idea de las culturas populares, de la población mayoritaria, del pueblo, “no entraban en el discurso dominante de nuestro México oficial”, en aquella época.
También evocó que la política indigenista era un proyecto de los mestizos para los indígenas, “no era un proyecto de los indígenas para el país, no era un proyecto de los indígenas para sus propios pueblos y comunidades”, acotó quien fue presentado en el homenaje en Cuernavaca como “investigador de culturas populares en México”.
Hasta los años 70, prosiguió, la política indigenista fue “asimilacionista”, “integracionista” y “encontraba su apoyo en actitudes racistas que había y todavía hay en buena parte de la población de nuestro país”.
Estableció que la política educativa y de promoción cultural que se hacía entonces, tenía por objetivo la incorporación de los indígenas al conjunto nacional definido en términos de una sola cultura nacional.
“Poco a poco –añadió-, se fue reconociendo, incluso en el discurso oficial, no sólo en el discurso académico, la idea de la multiculturalidad.
“México es un país multicultural y necesita de una política cultural enfocada a la diversidad cultural de la población, pero antes de los años 70 éste no era el caso, de ahí el giro histórico, del que estábamos muy conscientes este grupo excéntrico. La fundación de la DGCP tenía por objetivo, precisamente, llenar ese vacío”, relató.
*LO PLANTEAMOS ANTES QUE LA UNESCO
Durante su intervención Stavenhagen también habló sobre el patrimonio cultural tangible e intangible, “en 1980, la Unesco conformó un modelo sobre política cultural. Nosotros, desde años atrás, ya la habíamos planteado, antes de que la Unesco hiciera eso”, acotó, al reiterar que el país no tenía una política cultural adecuada para la diversidad cultural que existe en México.
También explicó la importancia de las reformas constitucionales que, en el artículo cuarto, por primera vez, señalaban que México era un país pluricultural.
En el 2001, añadió, “el artículo segundo constitucional es el que da el marco de referencia de la multiculturalidad en el país y de los derechos de los pueblos indígenas, constitucionalmente reconocidos, pero que todavía algunas instituciones oficiales no quieren reconocer y muchos miembros de nuestra población desconocen incluso”, criticó.
*UNA REUNIÓN HISTÓRICA
Todavía algunas instituciones oficiales no quieren reconocer la multiculturalidad en el país y los derechos de los pueblos indígenas, constitucionalmente reconocidos, aseveró Stavenhagen durante el acto. En la imagen con autoridades federales y estatales. (Fotografía: Conaculta).
Antes de los recuerdos que expuso, dijo que el seminario con el que se le homenajeaba, “Las culturas populares, conocimiento y reconocimiento”, era una oportunidad para pensar, debatir y discutir conjuntamente sobre lo que significa para el país actualmente ese proyecto cultural.
Se dijo agradecido y conmovido, “por la presencia aquí de tantos directores y trabajadores del campo, de las regiones, de los estados de la república que actualmente conforman este equipo tan vibrante de culturas populares y que sólo en aquellos años podíamos vislumbrar alguna vez en el futuro”.
Consideró que la importancia del encuentro, radicaba en que serviría “para poder vislumbrar, para poder evaluar, analizar, lo que hemos podido hacer a lo largo de más de tres décadas con este proyecto cultural nacional, que nació en las mentes de algunas personas excéntricas, en el sentido de que estaban fuera de la corriente dominante que existía en el país en aquel entonces. Hoy están aquí algunos, por eso es una reunión histórica”, refirió Stavenhagen.