Después de un año de su inauguración, continúa la exposición “El camino corto”, trabajo de instalación que se exhibe en La Tallera de Cuernavaca, bajo la curaduría de María Belén Sáez de Ibarra y el patrocinio del INBA.
“El camino corto” es un proyecto realizado originalmente por el artista para la Universidad Nacional de Colombia, el cual se presentó en 2012. Se trata de un trabajo desde el punto de vista del artista que cuestiona el devenir de “los usos atávicos de la hoja de coca” y su ingreso “a la colosal industria del narcotráfico”.
Egresado de la carrera de Arquitectura por la Universidad Javeriana y de Pintura por la Universidad Nacional de Colombia, el artista asegura que se trata de una crítica a la relación que se ha formalizado, a través de las drogas, entre el primero y el tercer mundos, una crítica a su consumo y a la responsabilidad de los países productores.
También, dice el autor, “es un cuestionamiento a ese gran problema de salud mundial que los gobiernos no han sabido manejar y para el cual no han encontrado las soluciones adecuadas”.
La exposición “El camino corto” se originó de un collage elaborado en 2011 que lleva el mismo nombre de la exposición. La pieza fue el punto partida para la curaduría de María Belén Sáez de Ibarra.
Está compuesta por dos instalaciones: “Camino corto” y “El túnel del tiempo”. La primera la forman cinco segmentos relacionados entre sí: los nombres de adictos famosos; una puesta en escena de un área devastada (Territorio de decepción); una imagen digital en gran formato sobre un paisaje que habla sobre los riesgos del glifosato, un tipo de herbicida muy socorrido (Santa uno y Santa dos); una instalación de cabezas indígenas brotando de la pared a modo de cultivo (Cosecha) y estrellas de bronce colocadas en el piso (Territorio de poder).
La segunda instalación, “El túnel del tiempo”, es el montaje de una pieza precolombina ubicada frente a un video. Asimismo, sobresalen los nombres de productores, narcotraficantes y otros individuos que se ha enriquecido con el negocio de la droga. Las dos caras, un espejo.
Ese es el reflejo –asegura la curadora María Belén Sáez – de la devastación de una cultura por la otra. ¿Habrá acaso otro camino, más largo quizá?, se pregunta la especialista, y dice: “La pregunta no tiene respuesta, pero el camino corto nos lleva a la autodestrucción del espíritu de todos los mundos posibles”.
Y agrega: “El camino corto es la búsqueda fácil de riqueza, de belleza, de poder, de felicidad, de placer, de la solución de los conflictos sociales, del manejo de la diferencia cultural. El atajo para llegar más rápido.
“Puede ser un camino ilegal, pero también lleno de formas aceptadas socialmente, como lo es la guerra misma, como lo es el dinero espurio de los tráficos ilícitos que ha de acallar todas las voces para comprar el silencio cómplice de la historia, del instante en el peligro, del tiempo del ahora”, dice la curadora en la presentación de la muestra.
Miguel Ángel Rojas ha presentado las exposiciones individuales Objetivo-Subjetivo (Museo de Arte del Banco de la República, Bogotá, 2007) y Bio (Museo de Arte Moderno, Bogotá, 1991). En forma colectiva ha participado en la 29a Bienal de São Paulo, Brasil (2010), Cantos cuentos colombianos (Daros Latinamerica Collection, Zurich, Suiza, 2004), Re-Aligning Vision (Museo del Barrio, New York, 1997) y Latin American Artist of the Twentieth Century (MOMA, New York, 1993).
Su obra se encuentra en las colecciones de la Fundación La Caixa, de Barcelona; Daros Latin America Collection, de Zurich; Museum of Modern Art, de New York; Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León, y en la Biblioteca Luis Ángel Arango de Bogotá, finaliza el boletín del INBA.