Les comento que los 14 profesores estamos impartiendo cursos en condiciones precarias; los salones de clase, levantados sobre los escombros de las antiguas escuelas, tienen paredes de triplai y techo de lámina. Les recuerdo que la latitud de Puerto Príncipe es la misma que Cuernavaca, pero en un puerto, es decir, el mismo clima que en Chetumal o Zihuatanejo. Por supuesto que terminamos bañados en sudor; los alumnos y nosotros soportamos los rayos directos del sol dado que para iluminar existen huecos en las tablas. La mayoría de nosotros usamos el gis, aunque tenemos preparados nuestros cursos en la versión computarizada. Lamentablemente, nuestro esfuerzo es comparable con el de maestros rurales en algunas regiones del país.
El entusiasmo de los estudiantes haitianos es patente, ya que además de recibir información nueva la están recibiendo en un idioma que no dominan; aspecto que no merma su dedicación.
Las fuentes renovables de energía es el tema que más interés ha despertado. Esta situación es propiciada porque en Haití el carbón vegetal es el combustible más empleado. Los bosques en Haití han desaparecido; actualmente hay menos del 10% de los bosques originales. Por lo tanto, el carbón ya no podrá sostener ni siquiera la alimentación del pueblo haitiano y se requiere un cambio de uso en las fuentes de energía.
El sol y el viento son posibilidades que comparte Haití con Morelos; estas fuentes de energía son renovables y pueden ser el motor de un desarrollo económico sustentable. Además, la opción geotérmica puede ser también un recurso a utilizarse en Haití.
La apuesta hacia la fuentes renovables de energía es la única salida para el pueblo haitiano, uno de los pueblos más pobres de América, con una devastador deterioro económico y ambiental que también ha lastimado severamente el tejido social.
El experimento inconsciente desarrollado por los franceses en Haití desde el siglo XVI, al acabar con el conocimiento local tradicional de las poblaciones autóctonas, y la imposición de la forma de vida de dos poblaciones que no conocían el ambiente (europea y africana) en condiciones bióticas totalmente diferentes a las que conocían agotaron los recursos, terminaron con la biodiversidad y, por lo tanto, disminuyeron grandemente las posibilidades de un desarrollo sustentable de la isla.
En mi opinión, el mal manejo de los recursos naturales en la isla se debe a que la tecnología de los franceses no se amalgamó con el saber local y la población de África no tuvo tiempo de aprender el manejo de los recursos de los primeros habitantes. Recordemos que el saber local es el conocimiento adquirido por las personas que habitaban la isla desde su colonización por los humanos (alrededor de hace unos 10 mil años). Estos habitantes sabían la forma de obtener provecho de su entorno. En la actualidad la deforestación de la isla para producir carbón ha acabado no sólo con la vegetación sino con los ríos y los suelos fértiles de la isla. Además la introducción de tecnologías no adecuadas y de especies extrañas y agresivas han provocado que las tierras pierdan su fertilidad.
El uso de las fuentes renovables de energía es imperioso en Haití, pero también lo es en todo el mundo. La combinación del saber local y de las nuevas tecnologías junto con una visión de negocios de y para la sociedad que genere empleos de calidad puede ser una estrategia esperanzadora para nuestros pueblos.