Este año la UNAM festeja los 90 años de la autonomía universitaria. Por supuesto que esta celebración tiene motivos para destacarse en todos los rincones del país. Es más, hoy en día es de vital importancia que todas las personas conozcamos las ventajas de tener instituciones educativas de nivel superior autónomas.
Déjenme comentar brevemente algunas ideas sobre la autonomía universitaria en el contexto actual en nuestro país.
En las últimas décadas hemos observado una trayectoria a convertir los servicios en general en mercancía. En muchas ciudades de nuestro país, hemos visto como el servicio del agua potable se concesiona; lo misma pasa con el servicio de recolección de desechos sólidos urbanos (basura) y otros. Es decir, estos servicios que en principio son parte de los beneficios que deben ser producto del contrato social que todas las personas concebimos al vivir en sociedad, ahora son concesionados y por lo tanto, se perciben como mercancía por la que hay que pagar un precio adicional.
Por supuesto que los verdaderos empresarios están buscando nichos de oportunidad donde puedan invertir y obtener ganancias. Sin embargo, debemos contemplar que no siempre la liberación a ultranza de todo lo que puede ser considerado mercancía es adecuado para promover un bienestar social.
Las recientes crisis económicas nos han enseñado que una regulación sobre los negocios es necesaria para promover el beneficio de todas las personas y no solamente de unas cuantas.
Aunque no parezca, en nuestro país hemos empezado a transitar a una comercialización de la educación y en especial de la educación superior.
Esta tendencia la encontramos en el ámbito internacional, que considera a la educación superior como una mercancía, donde los empresarios o inversionistas pueden obtener lucro de la impartición de este nivel de educación.
Debo manifestar que no estoy en contra de estos empresarios, lo que si considero muy importante es que la sociedad, a través del gobierno, brinde opciones educativas de calidad desde el ámbito público. Por lo tanto, la sociedad por conducto del gobierno debe financiar una educación superior de calidad. De hecho, el financiamiento público de la educación es una tarea irrenunciable de todo gobierno que promueva el bienestar social.
En el contexto internacional los nichos de negocios en el rubro de la educación superior son uno de los más prometedores. Los capitales ven el mercado de la educación superior como un nicho muy prometedor para la inversión y otorgamiento de créditos a los estudiantes con réditos interesantes, como un negocio redituable.
Estas formas de conceptualizar a la educación superior es muy diferente a la tradición educativa latinoamericana y en particular a la mexicana.
En el contexto latinoamericano, basta mencionar que desde mediados del siglo antepasado las universidades en Uruguay y Argentina luchaban por su autonomía educativa, presupuestaria, de gestión y de investigación.
Así, en estos dos países encontramos los primeros ejemplos de universidades autónomas que otorgaron, y hoy otorgan, la posibilidad de movilidad social a un amplio sector de la población, y además, construyendo la posibilidad de que la sociedad tome decisiones con base en el conocimiento.
De hecho, este lunes, la UNAM otorgó el reconocimiento Autonomía Universitaria 2019 a la Universidad de la República de Uruguay y a la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina, precisamente por su papel pionero en la defensa de la esta autonomía en el continente desde el siglo XIX.
Por supuesto que la autonomía no implica la ausencia en la rendición de cuentas.
De hecho, las universidades autónomas con la posibilidad de elegir su propia forma gobierno y de selección de autoridades deben ser un ejemplo en la transparencia del manejo de los recursos que les son otorgados.
En mi opinión, deben ser castigadas las acciones, que bajo el pretexto de la autonomía universitaria, incurran en faltas a la normatividad, ya que no solamente incumplen con las leyes, sino que traicionan la confianza de la sociedad en ellas.
Acciones como la llamada “estafa maestra” deben ser investigadas y en caso de mostrarse el incumplimiento de la ley deben castigadas.
Hoy en día en nuestro país debemos estar orgullosos porque la UNAM ocupa un lugar distinguido entre las universidades latinoamericanas en la mayoría de los “rankings” internacionales.
Esta universidad pública caracterizada por ser una de las universidades de masas más grandes del mundo y que es una de las mejores en Latinoamérica.
Además es un ejemplo de diversidad y, a pesar de su tamaño, muestra amplia tolerancia hacia las diversas formas de pensar; pero preservando el rigor académico ante todo.
Afortunadamente, la UNAM no es el único ejemplo de un buen ejercicio de la autonomía y podemos encontrar a lo largo del país otras universidades que hacen un buen uso de esta autonomía y construyen conocimiento.
Seguramente, algunos lectores me podrán preguntar ¿en qué beneficia esta autonomía a una persona que vive en las Barrancas del Cobre en Chihuahua o en el centro de la Selva Lacandona en Chiapas? Por supuesto que mi respuesta honesta sería: individualmente en poco; pero en el contexto social, la autonomía universitaria es de gran utilidad, ya que forma personas y genera conocimiento que permitirán construir estrategias que redunden en el beneficio social de las poblaciones más vulnerables y cambie las condiciones adversas para el desarrollo de las diversas comunidades con base en los deseos de esas comunidades.
Es decir, el impacto en la solución de los problemas es una tarea de todas las personas y no solo de las instituciones.
La verdadera riqueza en el ejercicio de la autonomía de las instituciones está en la promoción de la diversidad y la construcción de consensos y visiones colectivas.
Con esto, rechazo rotundamente las visiones totalitarias que intentan eliminar la diversidad y la participación ciudadana en la toma de decisiones.
Festejemos la autonomía de las universidades, en particular de la UNAM, que son el producto de la lucha social latinoamericana, y mexicana, ante los embates del colonialismo, el imperialismo o el neoliberalismo o las visiones de la luz del mundo.
Las universidades autónomas fomentan la diversidad y construyen con base en el conocimiento soluciones de la problemática apuntando hacia el bienestar social. Todo depende de las personas que participamos en ellas y que tenemos el compromiso de actuar en consecuencias con la confianza que la sociedad deposita en nosotros.